El índice PMI (de los gestores de compras) de la industria manufacturera de Alemania, considerado como un indicador adelantado fiable, empeoró su comportamiento en marzo, tras tres meses en retroceso, y arrojó sus peores cifras en seis años. A su vez, la industria alemana (sector tractor de la economía europea) redujo empleo por vez primera en tres ejercicios. Todo ello alarmó a los mercados, con caídas generalizadas en las Bolsas.

También contribuyeron al nerviosismo las dudas sobre el desenlace del Brexit y la primera inversión de la curva de tipos de interés en EE UU desde 2007, con una rentabilidad de las letras a tres meses superior al rendimiento de los bonos a diez años, tras meses de progresivo aplanamiento. Esta anomalía suele ser precursora de crisis en EE UU. El miedo cundió y se disparó la demanda del bono alemán a diez años (que actúa como valor refugio), por lo que su rentabilidad regresó a tasa negativa.