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El pacto alemán, el equilibrio francés y el problema español

Alemania es una referencia frecuente en los foros donde se habla del precio de la energía. De la experiencia germana se suele ensalzar la existencia de una especie de pacto, explicitó o no, según el cual está socialmente aceptado que las empresas industriales tengan precios de la electricidad más competitivos y que los hogares asuman para ello costes algo más altos que en otros países. En las estadísticas de la UE se refleja así (ver gráfico superior): los hogares alemanes pagan precios medios el 6,3% superiores a los de la Unión, mientras las industrias tienen tarifas un 21,5% inferiores al promedio europeo de estos consumidores (con datos de empresas que consumen entre 70 y 150 gigavatios al año). Francia también es peculiar en energía. Con un sector caracterizado por el predominio de la generación nuclear, hogares y empresas pagan precios que en ambos casos son alrededor del 12% inferiores al promedio europeo. España es un caso opuesto, propio de una trayectoria fallida en materia de precios energéticos: las empresas con consumos altos pagan el 19% más que la media de la UE y las familias, el 44% más. Números quizá social y políticamente inviables para apelar a un pacto a la alemana.

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