El consejero delegado de Ence, Ignacio Colmenares, confirmó ayer tras la junta general de accionistas de la compañía celebrada en Madrid, que la fábrica de Pontevedra vuelve a la misma situación de provisionalidad que vivió antes de obtener la prórroga de la concesión en 2016. No se realizarán más inversiones que las ya previstas para este año -actuaciones por valor de 50 millones de euros ya comprometidas- salvo labores de mantenimiento. De este modo, todas las inversiones del plan estratégico para el negocio de la celulosa se concentrarán en la planta asturiana de Navia. En total 550 millones de euros hasta 2023, unos 100 millones más de los que ya se habían anunciado para la fábrica naviega.

Esta es la primera consecuencia de la situación de inseguridad jurídica originada por el allanamiento por parte de la Abogacía del Estado en los tres recursos presentados ante la Audiencia Nacional contra la prórroga de la concesión. La situación de la fábrica de Pontevedra protagonizó buena parte de la junta general de accionistas en la que dos de ellos preguntaron al consejo por la repercusión que un eventual cierre tendría para la compañía.

Tanto Colmenares como el secretario del consejo explicaron que la "sólida" posición económica de Ence, así como la previsión de un ciclo amplio y sostenido de precios altos de la celulosa, les permitirá mantener los objetivos fijados en el Plan Estratégico 2019-2023. Eso sí, aunque las previsiones de negocio para la compañía no cambian Colmenares reconoce que habrá que "reorientar" dicho plan, ante la situación de incertidumbre en la que queda ahora la fábrica de Pontevedra. Esto supone, en el negocio de la celulosa, que el aumento de producción de 300.000 toneladas previsto para los próximos cuatro años "lo vamos a hacer en Navia".

De hecho, este plan recoge inversiones por valor de 600 millones en estos cuatro años en el negocio de la celulosa. Si incialmente se iban a repartir entre las dos fábricas, ahora Pontevedra solo verá los 50 millones ya comprometidos para este año, lo que supone ya 25 menos de los que estaban previstos para este mismo ejercicio en Lourizán.

En un encuentro con la prensa, Colmenares fue contundente a este respecto: "Los 550 restantes se invertirán todos en Navia", tanto con el objetivo de aumentar la producción de celulosa, como en una apuesta por diversificar el negocio buscando nuevos productos. De la planta asturiana recalcó que será "nuestro buque insignia en el negocio de la celulosa".