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La desaladora asturiana de bajo consumo

Hidritec desarrolla una planta de tratamiento de agua salada que reduce en un 50% el gasto energético y que se probará en un hotel del Caribe

Sergio Meana, fundador de la compañía Hidritec.

En la empresa asturiana Hidritec hacen bueno el dicho de que el tamaño importa. Nacieron con la idea de conseguir que una depuradora de agua entrara en un contenedor de los que se usan para el transporte marítimo, y lo consiguieron. Ahora la compañía, que tiene una gran inquietud con los temas relacionados con la investigación y el desarrollo (I+D), está inmersa en un proyecto para mejorar las desalinizadoras tradicionales (aquellas que transforman el agua salada en potable) que, según el fundador y presidente de la compañía, Sergio Meana, "supondría todo un cambio de paradigma".

¿Por qué es tan disruptiva esa técnica en la que la compañía asturiana está trabajando? Generalmente, explica Meana, las desalinizadoras tradicionales consumen unas cantidades ingentes de energía eléctrica en momentos en los que el precio de la luz está por las nubes. La técnica que se utiliza en estos momentos es la denominada de osmosis, pero Hidritec está probando una bautizada como desionización capacitiva que permite reducir los costes eléctricos de este tipo de instalaciones hasta en un 50%. Meana tiene los cálculos frescos. Una de las desalinizadoras convencionales gasta al año unos 180.000 euros en electricidad, mientras que con el sistema que está ideando Hidritec el recibo quedaría en 50.000. En el proyecto, además, está colaborando el área de Ingeniería de Electrónica de la Universidad de Oviedo, y ahora mismo se encuentra en fase de desarrollo para poder llegar a comercializarlo. Según apunta Meana, ya hay clientes interesados, antes incluso de que esté fabricado. Se trata de un hotel de la zona del Caribe que ha mostrado un gran interés por esta nueva técnica para poder rebajar su factura de la luz. Lo que está tratando de hacer la compañía es que esas plantas desalinizadoras sean más compactas para que puedan ser exportadas de una forma más sencilla.

Meana asegura, además, que esta técnica sería clave para acabar con la escasez de agua que atenaza a muchas zonas del planeta. Está convencido de que su invento puede tener unas repercusiones mundiales.

Pero no es el único proyecto de innovación que Hidritec tiene en marcha. Otro de los pilares de su investigación está relacionado con mejorar los sistemas de depuración de aguas residuales. La compañía está tratando de hacer unas plantas que sean mucho más compactas, más pequeñas, y que una vez que lleguen a su destino puedan montarse de forma fácil y sencilla. El objetivo es poder dividir la planta en módulos que quepan en un contenedor marítimo para que una vez sobre el terreno solo haya que poner unos tornillos para poder conectar los módulos.

Entre los principales clientes de la compañía asturiana están algunos de los más importantes complejos turísticos del mundo. Este tipo de instalaciones necesitan una gran cantidad de agua para atender a sus clientes y, en algunos casos, tienen dificultades para abastecerse.

La compañía está experimentando un fuerte crecimiento. Recientemente se mudó de las oficinas que tenía en el centro de Gijón a una nueva planta industrial en el polígono de Lloreda, en la que trabajan doce personas. Meana apunta que "hemos cogido una parcela lo suficientemente amplia pensando en posibles ampliaciones". Hidritec facturó el año pasado dos millones de euros y las previsiones que tiene para este ejercicio son muy optimistas. Tanto que la previsión es la de doblar esa cifra y alcanzar los cuatro millones de euros.

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