La deuda pública española aumentó desde la crisis en 361.499 millones con Zapatero, en 412.271 millones con Rajoy y en 33.117 millones con Sánchez. Con Zapatero se incrementó en una media de 7.214 millones mensuales; con Rajoy, en 9.176 millones, y con Sánchez, en 3.679 millones. A fines de 2011, cuando se fue Zapatero, España era el 14.º país con mayor deuda soberana de la UE; tras Rajoy se situó en el 7.º lugar y con Sánchez se mantiene en esta posición. La deuda pública coloca a España en una posición mucho más débil y vulnerable que en 2008 en el caso de que se produzca una crisis internacional de similares proporciones, lo que no es muy probable.

Ha mejora la deuda privada, aunque no lo suficiente. En 2010 empresas y familias debían por encima de 2,2 billones (cifra récord) y ahora adeudan algo más de 1,6 billones. Y la deuda externa, que era uno de los dos mayores desequilibrios -junto con la deuda privada- en 2008, ha menguado a su vez del 100% del PIB al 87%, aún en tasas altas. La Comisión Europea recomienda el 35% para hacerla soportable.

Pese a ello, hay confianza en España. El año pasado fue un ejercicio récord en inversión internacional productiva: llegaron 46.827 millones. Y la tenencia de la deuda pública española en manos extranjeras ha aumentado. Al final del mandato de Zapatero suponía el 50,48% de la deuda en circulación; luego, tras el rescate de 2012, cayó al 34,55%. Ahora supone el 44,85%. En todo caso, la alta tenencia en manos de inversores externos constituye también una vulnerabilidad en caso de que se repitiera una crisis de desconfianza soberana como las de 2010 y 2012 porque facilita la huida de los capitales.

El BCE también ha avisado a la banca española por su alta posesión de deuda del Estado (160.000 millones), que la hace ser la tercera más vulnerable tras Italia y Portugal en caso de que empeoren las condiciones. La banca española acumula a su vez 95.400 millones en préstamos dudosos (la tercera que más tras Italia y Francia), lo que supone el 15,19% del total europeo cuando España representa el 12,6% de la eurozona. Parte del crecimiento español se ha sustentado además en una caída del ahorro de las familias, que está en mínimos desde los años 60: hoy representa el 4,9% de la renta disponible.