El encierro de los trabajadores de Vesuvius en la Catedral de Oviedo, emulando a lo que años atrás hicieran los empleados de Duro Felguera, ha convertido de nuevo el templo religioso en un símbolo de lucha obrera. Y a la Iglesia asturiana, lejos de molestarle el gesto, ha dado su total respaldo a los trabajadores cuyo futuro laboral pende de un hilo. "En ningún momento pensamos en desalojarlos", reconocía ayer el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes. "Si están aquí (en la Catedral) no es por capricho y no son turistas. Vienen porque han encontrado un escaparate para poder dar a conocer el drama que están viviendo ellos y sus familias, y nosotros, como Iglesia, no podemos más que estar a su lado. De manera que no solo no se les va a desalojar, sino que queremos hacer causa con ellos". Lo dijo después de recibir a dos representantes de CC OO, Gerardo Argüelles y José Manuel Cima, y al presidente del comité de empresa de la factoría langreana, Juan Manuel Suárez Baragaño.

Se da la circunstancia de que el encierro de los tres trabajadores puede coincidir -si no hay una solución antes- con la visita que tiene programada la Familia Real a la Catedral de Oviedo. Será el acto oficial de bienvenida con motivo de los premios "Princesa de Asturias" y tendrá lugar el jueves, a partir de las cinco de la tarde. Jesús Sanz Montes puso por delante de la visita la situación de los trabajadores de Vesuvius. "Ellos son la prioridad; su drama va a continuar y no pinta bien", señaló. Y añadió: "Que esto interfiere con algo que supone un momento importante para Asturias -en alusión a los premios "Princesa de Asturias" y a la visita de la Familia Real-, pues, mira, coincide, y siento que coincida, pero creo que ellos son prioridad".

El apoyo no se está quedando solo en palabras. El Arzobispo explicó que también se ha interesado por el bienestar de los tres operarios que están encerrados de forma indefinida. "Además de acogerlos vamos a brindarles lo que podamos por nuestra parte para hacerles más llevadera la estancia", aseguró. "Les he preguntado si están pasando frío o si tienen hambre, queremos que sepan que hay una acogida muy cordial y que hacemos nuestra esa causa que nos parece injusta", apostilló.

Los tres trabajadores encerrados permanecen la mayor parte del tiempo en la sacristía de la Catedral para interferir lo mínimo posible en las visitas al templo de la capital asturiana, que, pese a que ya no es temporada alta, continúa recibiendo a muchos turistas. El deán de la catedral, Benito Gallego, ha cedido a los trabajadores su despacho para que puedan dormir, porque, según sus propias palabras, es el único lugar del edificio donde no hace frío.