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Los jóvenes recurren a casas de familiares y a compartir piso para poder emanciparse

Los salarios precarios, las rentas altas y los recelos de los arrendadores dificultan el acceso a la vivienda de los asturianos menores de 30 años

Los jóvenes recurren a casas de familiares y a compartir piso para poder emanciparse

Las dificultades de los jóvenes asturianos para emanciparse -debido a la peligrosa combinación de bajos salarios y altos precios de los alquileres- están haciendo que muchos tengan que buscar alternativas para volar del nido paterno. Algunas más imaginativas que otras. Una de las fórmulas que están emergiendo con fuerza, según han detectado desde el Consejo de la Juventud de Asturias, es la de los jóvenes que residen en viviendas cedidas por otros familiares. Otra es la de compartir piso, para cargar a escote con los gastos. Esos dos perfiles los cumplen a rajatabla dos amigos gijoneses, Ernesto Solares e Iván Iglesias, que desde hace ocho meses comparten un piso en el barrio de Contrueces (Gijón). No lo han alquilado ni comprado, se lo han dejado los abuelos del segundo. "Estuvimos mirando algo para alquilar y había zonas en las que nos pedían 600 euros al mes, una barbaridad", señala Iglesias. Y eso en barrios que ni siquiera están cerca del centro.

Los dos tienen trabajo, uno temporal y el otro fijo. Iglesias, que es graduado en Trabajo Social, tiene un contrato por un año con el Ayuntamiento de Gijón, y Solares es indefinido en una compañía del metal. Pero a ninguno de los dos le salían las cuentas de la emancipación, así que cuando el inquilino que ocupaba la vivienda que hasta ese momento tenían alquilada los abuelos de Solares la dejó vieron la luz. "Los convencimos (a los abuelos) y nos vinimos para acá; calculamos que al mes tenemos unos gastos de unos 200 euros", explica el joven. Son más o menos lo que tienen que abonar por la factura de la luz, el gas y la comunidad. "El piso no es muy grande, pero nos apañamos bien", argumenta Solares. A lo que Iglesias añade: "Las tareas las tenemos repartidas y como nos conocemos de toda la vida todo es más fácil".

Pero el problema no es tanto el precio de los alquileres y de las hipotecas como de los sueldos, sostiene el Consejo de la Juventud. Su presidente, Álvaro Granda Cañedo, asegura que "la precariedad laboral obliga a los jóvenes a vivir en una inseguridad permanente y no nos permite desarrollar un proyecto vital". Y añade: "Asturias tiene una tasa de emancipación más baja que el resto del país, aquí es cierto que el alquiler sale más barato que en Madrid o Barcelona, pero tenemos un mercado laboral que es hostil hacia la juventud".

El hecho de que esté subiendo el número de jóvenes asturianos que estén viviendo en pisos cedidos por familiares no es positivo, dice el Consejo. "El problema de eso es que nos indica la precariedad crónica que sufrimos; si estos jóvenes tuviesen que hacer frente a un alquiler con los precios del mercado, su sueldo no sería suficiente y no podrían emanciparse". Por ejemplo, Iván Iglesias señala que en su caso estuvo bastante tiempo buscando un trabajo sin encontrarlo. Fue justo cuando acabó el grado en Trabajo Social. "Todo el mundo me pedía, al menos, un año de experiencia y, claro, aún no lo tenía", asegura.

Esas dificultades para acceder a la vivienda hacen que muchos jóvenes decidan compartir piso. La gijonesa Lucía Cerra lo hace con otros dos amigos. Todos tienen trabajo, con diferentes grados de estabilidad, pero todos han tenido dificultades para acceder al alquiler. "Pagar sola una vivienda es imposible", señala Cerra. Y añade: "Lo más complicado fue encontrar uno que nos quisieran alquilar". ¿Por qué? "Cuando veían que éramos jóvenes, pues malo, y luego te pedían que alguien te avalara porque no se fiaban, pero también fue problemático porque somos hijos de autónomos y no se fiaban tampoco. Salvamos gracias a que mi padre tiene una pensión porque está ya jubilado, y eso sí que sirvió", relata la gijonesa. Así que tras muchísima búsqueda y después de que muchos propietarios les dieran con la puerta en las narices encontraron un chollo. "Ahora vivimos en un piso del Llano, que está muy bien. Solo pagamos 400 euros entre los tres", explica. La vivienda no tenía calefacción y tuvieron que ir amueblándola entre ellos porque tampoco había muebles. "Los familiares y algún que otro vecino nos fueron ayudando", concluye Lucía Cerra.

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