El proceso de encendido y puesta en actividad de la nueva batería de coque número 1 de la factoría siderúrgica de ArcelorMittal en Gijón, previsto para ayer, fue aplazado veinticuatro horas y, salvo nuevas incidencias, será hoy cuando se acometa la primera carga de carbón en sus hornos y mañana, cuando se materialice el primer deshornado.

La instalación, a la que se sumará en los próximos meses el encendido de la segunda batería (también dotada, como la primera, de 45 hornos), permitirá recuperar el autoabastecimiento de las factorías asturianas del coque utilizado como combustible en los dos hornos altos de Veriña, una vez que el cierre definitivo de las baterías de Avilés en octubre obligó a la cabecera siderúrgica asturiana a depender desde entonces del coque suministrado desde una factoría polaca de ArcelorMittal mientras se terminaban de construir las nuevas baterías de Gijón.

El sábado sí se puso en marcha sin incidencias, y como estaba programado, el horno alto "B", una vez concluidas las obras de remodelación que lo mantuvieron parado desde el 6 de octubre.

ArcelorMittal Asturias se dispone con ello a aprovechar los atisbos de "leve repunte de la demanda" a los que la compañía atribuyó la decisión de no prolongar por más tiempo (como se temía) la inactividad del horno "B". Las otras dos causas por las que se activó esta instalación fue la necesidad de reponer existencias tras el desabastecimiento originado por la parada (también por obras de mejora) de la acería de Avilés (que se pretende reactivar en febrero) y el encendido programado de las nuevas baterías de coque de Veriña.

Que la compañía haya pasado a disponer de los dos hornos altos con que cuenta en Asturias (únicos en España) tiene gran relevancia porque se trata de instalaciones distintivas del proceso integral del acero -y cruciales por ello para perpetuar a Asturias como única región productora en España por el sistema tradicional-, y con un alto significado por esta razón tanto industrial como emocional. Los cierres temporales de hornos altos por la caída del negocio (como ocurrió en la crisis de 2008 y antes en la de los años 30) y las clausuras definitivas (como pasó con los de Avilés durante la reconversión industrial de los años 80 y 90) son siempre síntomas inequívocos de graves problemas industriales.

Pese a la puesta en marcha del horno alto B y la primera batería de coque, y a la espera de concluir las obras de mejora en la acería de Avilés y el sínter, la compañía, que también ha empezado a revertir otras paradas de instalaciones en varios países europeos, no considera aún superadas las dificultades (concentradas especialmente en la división de productos largos, de Gijón, salvo el tren de carril, y con especial impacto negativo en el de alambrón) y mantiene una visión cautelosa.

Tras la notable desaceleración económica internacional desde mediados de 2018, en el tramo final del año pasado se percibieron "algunos indicios, aún muy incipientes, de estabilización del ritmo de crecimiento mundial", dijo en diciembre el boletín económico del Banco de España. "Estas señales", precisó, "son, por el momento, muy tentativas y deberán ser confirmadas en los próximos meses". En el mismo sentido se expresó, también el mes pasado, el último informe del Banco Central Europeo (BCE).

En el caos específico del mercado del acero, los últimos datos difundidos por Unesid (la patronal siderúrgica española) apuntan a un leve caída de las importaciones de acero extracomunitario en la UE hasta julio (última referencia disponible) respecto al mismo periodo de 2018 por la aplicación de las medidas de salvaguardia, lo que permite cierto alivio a los productores europeos, pese a lo cual las entradas siguen siendo el 13% superiores en volumen al promedio del periodo en el que se realizó la investigación de mercado (2015 y 2017) que validó la aplicación de la medida defensiva según los requisitiso de la Organización Mundial de Comercio (OMC).

La industria sigue quejándose de que estas medidas de contingentación, adoptadads tras los aranceles proteccionistas de EE UU, y que se revisan de forma periódica (sufrirán una nueva reconsideración en julio), son insuficientes para paliar la fortísima penetración de acero exterior en la UE, fundamentalmente procedente de Turquía, competidor directo de la división gijonesa de largos.

La asociación empresarial World Steel apuntó el mes pasado una disminución del 1% en noviembre de la producción de 64 países (hay una sobrecapacidad mundial estimada en 440 millones de toneladas) mientras que se confirma que China, mayor productor mundial (aporta el 46,58% del acero del planeta) es el único gran fabricante que sigue acrecentando, con un aumento en ese mes del 4%.