Puertollano es un municipio al sur de la provincia de Ciudad Real que comparte con Asturias el haber basado históricamente buena parte de su economía en su condición de ser zona productora de carbón. Y como en Asturias, el declive del uso de mineral y, de su mano, el de las centrales térmicas ha supuesto un auténtico desastre económico-social en la comarca.

En 1874 se descubrió de forma casual la existencia de grandes depósitos de hulla en la zona que fueron explotados hasta los primeros años de este siglo. Uno de los pozos llevaba el nombre "Argüelles", que denotaba su relación con la minería carbonífera asturiana. Cuenta con un Museo de la Minería que junto a un castillete que adorna una rotonda recuerdan el otrora pasado minero de la localidad manchega.

Al amor del carbón se pusieron en marcha dos centrales térmicas. La de Viesgo, erigida en 1960 y derruida en 2015, fue cerrada dos años antes por los endémicos problemas del binomio carbón-térmicas. La de Elcogás se abrió en 1992. Quemaba una mezcla de carbón y coque de petróleo obtenido de la petroquímica situada en la misma localidad, pero no superó el cambio en la política de subvenciones públicas para este tipo de térmicas y echó el cierre en 2016.

El cierre de ambas instalaciones causó un auténtico trauma social similar al de las cuencas mineras asturianas que ahora ha sido paliado parcialmente por la reciente puesta en marcha de una planta de Biomasa de la empresa Ence, denominada oficialmente Biollano. Esta planta produce tiene una capacidad de 50 megavatios. Quema todo tipo de residuos vegetales como el orujillo (los restos de las aceitunas tras ser exprimidas para producir aceite), los sarmientos de las viñas, abundantísimas en La Mancha, y las hojas y ramas caídas de los olivos tras el vareo. Estos recursos, regulares anualmente, son de fácil transporte a la planta de biomasa de Ence donde se almacenan, se pican y pasan a la caldera donde su quema produce el vapor que mueve las turbinas que producen electricidad.

Aunque, una vez puesta en marcha, sólo contrata de forma directa a treinta personas, su impacto en la economía y, sobre todo, en la estructura social de la comarca está siendo más que evidente. Indirectamente, Biollano proporciona a Puertollano, que ronda los 50.000 habitantes, mil empleos indirectos. Sería uno de los ejemplos claros de "transición justa" que pregonan los Ministerios de Industria y de Transición Ecológica. Biollano decidió aprovechar parte de la infraestructura de Elcogás, como las instalaciones de captación y vertido de aguas, las campas de almacenamiento, donde la biomasa ha sustituido al carbón; algunos pequeños edificios y, sobre todo, la línea de transporte eléctrico de alta capacidad que le permite volcar su producción (325.000 megavatios/ hora al año) a la red. No pudieron conservar como motivo ornamental la antigua chimenea porque el desgaste paulatino del hormigón conllevaba un mantenimiento muy alto.

La central ha revitalizado la zona. La energía producida con biomasa está considerada como renovable ya que no produce CO2 y, además, los agricultores de la zona pueden vender estos residuos, los que les evita el dolor de cabeza tradicional hasta ahora de cómo deshacerse de los mismos y que, en muchas ocasiones, eran quemados de forma ilegal en el mismo campo donde se producían. Ence, además, se ha autoimpuesto un decálogo para la sostenibilidad de la biomasa como combustible que recoge el respeto al entorno natural, la compatibilidad con las prácticas agrícolas, el rechazo al uso de "madera en rollo", la prioridad del consumo de biomasa para actividades tradicionales (construcción, alimentación,?), la no utilización de biomasa que haya "okupado" parcelas antes dedicadas a la producción de alimentos y el compromiso de utilizar únicamente biomasa agrícola sobrante, no la destinada a alimentación del ganado.

Este modelo sería bien recibido en Asturias, sobre todo en las castigadas comarcas mineras pero, al menos de momento, tiene un encaje más difícil la región. Jordi Aguiló, director general de Operaciones de Energía de Ence Energía y Celulosa y presidente de la Asociación de Empresas de Energías Renovables (APPA) descartó ayer que el grupo pueda poner en marcha otra planta de biomasa en Asturias (ya tiene una Navia).

El combustible que quema este tipo de centrales para mover sus turbinas está compuesto en su mayor parte por residuos vegetales -ramas, hojas o maleza, en el caso asturiano- recogidos en un radio de unos ochenta kilómetros alrededor de la planta de energía. La planta de celulosa que la empresa tiene en Navia cuenta con una estación de cogeneración que quema los residuos de la misma, al igual que la de Pontevedra, por lo que no pueden contar con estos recursos para nutrir una nueva estación de biomasa que, según el modelo de explotación de Ence, debería tener una capacidad de 50 megavatios.

A esta circunstancia hay que sumar que en tres semanas se pondrá en marcha -ya ha completado las primeras pruebas reales- la planta de biomasa Curtis-Teixeira de la gallega Greenalia en La Coruña, que probablemente se nutra de recurso en el occidente asturiano. Esta misma empresa ha iniciado los estudios medioambientales previos para instalar otra planta similar en la Zalia de Gijón, que también optaría, en el caso de concretarse, a consumir los residuos forestales asturianos por lo que una hipotética entrada de Ence saturaría el mercado.

Jordi Aguiló cree que "el mayor problema es la disponibilidad de recursos de biomasa en Asturias". Y añade esta explicación: "Con la planta de Curtis, que se va a abrir ya, a ochenta kilómetros, no habría suficientes recursos para otra planta de características similares. Quizá sí habría suficiente para pequeñas instalaciones térmicas o pequeñas plantas eléctricas pero no para nuestro modelo actual, que incluye utilizar biomasa de la zona y excluye la importación de combustibles".