La empresa asturiana de Zinc (Azsa) tiene entre manos una inversión de cien millones de euros para la modernización de su planta de San Juan de Nieva (Castrillón), que emplea a cerca de ochocientos trabajadores. La "preocupación" en la plantilla es manifiesta por el escenario que se abre con la nueva rebaja eléctrica, que no ha cumplido las expectativas de las grandes compañías consumidoras de energía (Azsa es una de las grandes electrointensivas, consume al año tanta luz como toda la comunidad de La Rioja). Los trabajadores temen que las inversiones anunciadas y otras que permanecen en cartera no se rematen o se congelen.
"La empresa está apostando firmemente por la comarca de Avilés con el desarrollo de nuevas inversiones, pero tememos que se congelen. La que se anunció en octubre es solo la punta del iceberg, detrás está la modernización del resto de la planta. Tememos que esos planes no se puedan desarrollar hasta el final o que queden congelados", apuntó ayer Roberto Suárez, miembro del comité y secretario del sindicato mayoritario (Sitaz).
La inversión que anunció la compañía el pasado otoño consiste en mejorar la eficiencia de su proceso de producción con una inversión superlativa desde el punto de vista tecnológico y ambiental. El incremento productivo previsto con la nueva inversión es de poco más de 10.000 toneladas (en torno al 2% anual). Precisamente la falta de solución de la tarifa eléctrica para la industria electrointensiva mantiene bloqueada una inversión aún mayor para la modernización completa de la fábrica de cinc. El plan para abaratar la electricidad no satisface a las empresas más expuestas a la pérdida de competitividad por su intensivo consumo eléctrico. Asturiana de Zinc es una de ellas.
"Plantas como la nuestra necesitan una tarifa competitiva, el consumo eléctrico es intensísimo, no tiene nada que ver con el de otras empresas que van a salir más beneficiadas que la nuestra con el Estatuto", añadió Roberto Suárez.
