El sector eléctrico asturiano generó en 2019 un total de 10.565 gigavatios/hora, la producción más baja hasta donde llegan las estadísticas disponibles, según informó ayer la Sociedad Asturiana de Estudios Económicos e Industriales (SADEI).

El observatorio que dirige Ramiro Lomba reúne información sobre la producción eléctrica asturiana desde 1990. En los años transcurridos desde entonces, la actividad del sector siempre fue superior a la observada en 2019, un año marcado por la exigua participación de las térmicas de carbón en la dieta energética de España.

La caída de producción respecto a 2018 fue del 22%. Por tecnologías, la generación térmica bajó el 26,8%, incluyendo la correspondiente a las centrales de gas (ciclos combinados) de EDP en Ribera de Arriba, que funcionaron a un alto nivel durante todo el año. Su actividad amortiguó el desplome de la producción con carbón, cuyo alcance SADEI no especifica.

Descendió también la producción de los aprovechamientos hidroeléctricos (-14,3 %), en tanto que la de los parques eólicos alcanzó su máximo histórico tras crecer el 2,2%. La producción de los molinos de viento del occidente asturiano fue cercana a los 1.200 gigavatios / hora, cantidad suficiente para cubrir las necesidades de unos 300.000 hogares. Asturias tiene 19 parques eólicos que suman 518 megavatios de potencia.

El declive del negocio asturiano del kilovatio coincidió con un mínimo también histórico de participación de las térmicas de carbón en el técnicamente llamado "mix" eléctrico del país. Según datos de Red Eléctrica Española (REE), la participación de las centrales carboneras en la cobertura de la demanda se quedó en el 4,3% y este año mantiene proporciones similares.

El bajo precio del gas y el coste de los derechos para emitir CO2 hicieron que las térmicas no pudieran competir en precios con otras tecnologías en el mercado eléctrico. Para Asturias fue una especie de anticipo de lo que ocurrirá cuando, desde este año, se consumen los cierres de las centrales de carbón.