La multinacional automovilística japonesa Nissan cerrará finalmente en diciembre su gran planta de Barcelona, que adquirió en 1979 al entonces grupo estatal del INI, y dejará en la calle a 23.000 trabajadores, de ellos 3.000 propios y 20.000 de subcontratas. La decisión afecta también a otros dos centros de producción que tiene en la capital catalana, aunque no a las fábricas de Ávila y Cantabria, de menor tamaño.

El Gobierno no da por perdida la partida y pretende seguir negociando con la compañía, y en el mismo sentido están dispuestas a intentar evitar la clausura las autoridades autonómicas y locales. Los trabajadores, que estaban en huelga contra la posibilidad del cierre, mantienen la movilización y aseguraron ayer que seguirán luchando para preservar sus empleos.

La posibilidad de que el grupo automovilística revierta la decisión parece poco probable, en la medida en que la marcha de Barcelona (lo que podría ser un anticipo de una desinversión integral en España) obedece a un acuerdo global a tres bandas entre Nissan, la francesa Renault (accionista de la nipona) y la también japonesa Mitshubishi (controlada por Nissan) por la que estas tres marcas han decidido un nuevo modelo de colaboración en búsqueda de una mayor rentabilidad. En virtud de este acuerdo cada una de ellas se especializará en distintos segmentos y tecnologías y también se repartirán los mercados y los territorios.

Según este pacto, Nissan se quedará en China, Norteamérica y Japón; Renault, en Europa, Rusia, América del Sur y el norte de África; y Mitsubishi, en el Sudeste Asiático y Oceanía. De las dos planas europeas de Nissan, este fabricante conservará la que tiene fuera de la UE (Sunderland, Reino Unido) y el área comunitaria quedará dominada por la marca francesa.

El cese de actividad de la fábrica barcelonesa se suma a los intentos verbalizados en los últimos días por el Gobierno francés (accionista de Renault, Peugeot, Citroën y Opel, todas ellas con fábricas en España) para intentar repatriar producción a cambio de las ayudas anunciadas por el Elíseo a la industria automotriz gala. Renault presentará hoy un nuevo plan de reestructuración para recortar costes por unos 2.000 millones de euros.

Este escenario, en plena recesión a causa de la pandemia, suma nuevos elementos de inquietud a la industria española proveedora de materiales y componentes para la automoción. La industria asturiana, fabricante de acero, aluminio, cinc, amortiguadores, parabrisas, lunetas, bisagras de puertas, neumáticos y varillas metálicas para los mismos, y otros elementos, podría verse perjudicada por el cierre de Nissan y más si se produjesen otras desinversiones en un sector que está viviendo un año penoso de ventas por los meses de confinamiento, restricción a la movilidad y cierre de concesionarios y talleres.

La vicepresidenta de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, aseguró ayer en el Congreso que Nissan había trasladado al Gobierno un "mensaje muy distinto" al cierre de su planta en Barcelona y que espera "encauzar de la mejor manera posible" esta situación o encontrar "soluciones alternativas". La Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac) advirtió de que el cierre es una "dolorosa llamada de atención".