El año anterior a la crisis del coronavirus fue de desaceleración económica en buena parte del país y de manera singular en Castilla y León, Asturias y Castilla-La Mancha, las regiones que, por ese orden, registraron los crecimientos más modestos en 2019, según los datos oficiales conocidos ayer. El producto interior bruto (PIB) asturiano avanzó el 1,3%, siete décimas por debajo de la media nacional (2%), de modo que se acentuó la diferencia de dinamismo de la región respecto a los territorios más prósperos del país. Particularmente en relación a Madrid, que afianza su liderazgo económico.

Navarra (2,8%) y Madrid (2,5%) fueron las autonomías con un desempeño más vigoroso en 2019. El crecimiento madrileño consolida a la comunidad como la primera economía regional de España, al aportar el 19,3% de toda la riqueza que genera anualmente el país. Madrid amplía así en una décima la ventaja que tenía sobre Cataluña (19%), territorio que hasta 2010 había ocupado la primera posición.

El magro avance del PIB de Asturias en 2019 hace que su peso en la economía nacional permanezca en el 1,9%, por debajo de su relevancia demográfica (2,2%). Asturias entró en el siglo XXI representando el 2,2% del PIB nacional y hasta 2013 suponía el 2,1%. El impacto de la Gran Recesión y el modesto impulso de la recuperación iniciada en 2014 hicieron que desde 2016 tal peso económico bajara al 1,9%. En ese tiempo se produjo también otro cambio de alcance: desde 2012, Asturias ha sido sobrepasada por Galicia en riqueza generada por habitante (PIB per cápita), convirtiéndose también en la autonomía menos rica del Noroeste.

Los detalles de la contabilidad regional que ayer divulgó el Instituto Nacional de Estadística, dejan ver que los problemas de la industria están detrás de la desaceleración observada en Asturias en 2019. El valor de la producción industrial retrocedió (-1,3% en precios corrientes, sin descontar el efecto de la inflación), al contrario que en el conjunto de España.

El resultado del sector fabril está conectado a las dificultades de actividades básicas como la producción energética y la metalúrgica. La acelerada descarbonización del sistema eléctrico español ha convertido en residual la actividad de las térmicas asturianas, no tanto por el impulso de las energías renovables como por la imposibilidad de competir con las centrales de gas, con costes menores ligados a las emisiones de CO2 y favorecidas por el abaratamiento del combustible.

Las cuentas de Asturias muestran también que, al margen de la energía, la industria manufacturera también sufrió un retroceso en 2019 (-1,2%). Presumiblemente, tal caída guarda relación con la desaceleración en la producción de acero, al debilitarse la demanda dentro y fuera de España, y con el final de la producción de aluminio primario en Alu Ibérica, antigua fábrica de Alcoa que a principios del pasado año apagó sus cubas electrolíticas.

El contrapunto a la industria lo aportaron la construcción y el campo, que lograron crecimientos sobresalientes: 9,2% y 7,1%, respectivamente.