Según informes del Consejo de la Juventud de España, la tasa de temporalidad superaba en 2019 el 50% en el caso de los asturianos de hasta 29 años y rondaba el 30% para los de hasta 34. Ambos grupos conforman por tanto el colectivo más expuesto a perder su trabajo en la medida en que, como ha ocurrido ahora y como también sucedió durante la crisis anterior, los primeros empleos en caer cuando se producen recesiones son los eventuales. Que España tenga una de las tasas de temporalidad más altas de la Unión Europea -en parte por su estructura productiva, pero también porque la regulación lo favorece- es uno de los factores que, según los economistas laborales, explican que la destrucción de trabajo sea con frecuencia más intensa que en otros países.

En el caso de la crisis vigente, los mecanismos extraordinarios para contener esa destrucción (los ERTE) han logrado por ahora su objetivo con el empleo indefinido, pero no con el eventual. El rastro de ello aparece también en la evolución de la tasa de temporalidad (proporción de empleos temporales respecto al total): en Asturias ha bajado tres puntos (del 24,8% en 2019 al 21,7% este año), situándose en el nivel más bajo desde 2013, cuando la región aún estaba sumida en la Gran Recesión.

La Encuesta de Población Activa del segundo trimestre de este año ha estado muy condicionada por la limitación de la movilidad y de la actividad económica que se produjo durante el confinamiento y la posterior desescalada. Ello alteró, por ejemplo, los datos del número de parados del siguiente modo: cientos de miles de personas que han perdido sus empleos no figuran en la EPA como paradas porque, con arreglo a las normas de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), para tener tal condición es preciso haber buscado trabajo de manera activa, algo imposible para una mayoría de individuos debido a las referidas restricciones.

Con esa salvedad, el comportamiento de la tasa de paro juvenil sí parece recoger siquiera parte de los efectos de la pérdida de trabajo entre los asturianos de menos de 25 años: la proporción de ellos que está en el desempleo es diez puntos mayor ahora (36%) que un año antes del coronavirus.