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María Fernández Pérez | Economista y exvicepresidenta de la CNMC

"Asturias debe elegir sus proyectos con un riguroso análisis de costes y beneficios"

"Hay que ser cuidadosos con los precios eléctricos: compensar sin más a la industria supondría encarecer la factura de los hogares y las pymes"

María Fernández Pérez, en La Granda. MARA VILLAMUZA

María Fernández Pérez (Oviedo, 1975), licenciada en Economía y miembro del Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado, ha sido durante siete años y hasta el pasado junio vicepresidenta de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). Antes trabajó en la Oficina Económica de la Presidencia del Gobierno, cuando Mariano Rajoy ocupaba la Moncloa, y desempeñó cargos directivos en varios ministerios durante ocho años. Está especializada en los campos de la regulación económica y defensa de la competencia y, desde sus responsabilidades como número dos de la CNMC, ha estado en la primera línea de la supervisión de los sistemas energéticos.

- La transición energética es percibida más como una amenaza que como una oportunidad en Asturias, como una nueva reconversión ante la que pueden reproducirse los saldos negativos de otra precedentes...

-La transición energética es una realidad que ya se está produciendo. Debe entenderse como una oportunidad. A priori no parece evidente en Asturias, porque siempre pensamos en energía solar, autoconsumo? Sin embargo, el concepto de transición energética es más amplio, y la industria asturiana puede tomar ventaja para desarrollarse como un polo de atracción de industria renovable, investigación y desarrollo de almacenamiento, geotermia, biomasa, biogás e incluso hidrógeno. En muchas de estas áreas ya tiene bien sentadas las bases para su desarrollo. En cualquier caso, tampoco tiene efectos inmediatos y requiere asumir liderazgo, inversiones y riesgos.

- Se ha dicho que la existencia de un sector del metal musculado y de servicios industriales sitúan a Asturias en una buena posición incluso de ventaja frente a otros territorios para afrontar los cambios que vienen. ¿Comparte ese diagnóstico?

-La especialización en servicios de ingeniería y en el sector metalúrgico coloca a Asturias en una posición muy favorable para afrontar la transición energética y la transformación digital. Energía y digitalización son conceptos que están íntimamente ligados, y si nuestra especialización se redirige hacia ellas puede dar resultados esperanzadores generando un polo de actividad diferencial en el territorio. En todo caso, requiere también estar al día de los nuevos desarrollos tecnológicos e intercambiar conocimientos para poder adelantar oportunidades de negocio rentables. Por ejemplo, el despliegue del "5G industrial" o los desarrollos de inteligencia artificial son áreas de futuro que se deberían explorar.

- El Plan de Energía y Clima (hoja de ruta para la descarbonización) viene acompañado de grandes números sobre empleo y actividad económica (creación de hasta 350.000 empleos netos al año). ¿Son verosímiles tales pronósticos?

-Siempre es difícil hacer estimaciones a tan largo plazo. Estamos hablando de predicciones a diez años vista, hechas además antes de que se produjera la crisis sanitaria. Para mí, lo importante no es tanto el número final como el hecho de que se cree empleo neto y de calidad, es decir, que los beneficios de su implementación sean superiores a los de la alternativa de no hacer nada, ante diferentes escenarios de crecimiento. De hecho, estos análisis de impacto ayudan a detectar también problemas en la implementación. Por ejemplo, el propio plan reconoce el impacto negativo asociado a las desinversiones en centrales nucleares y de carbón, lo que hace necesario minimizarlos o paliarlos con iniciativas específicas.

- La industria básica asturiana (acero, aluminio, cinc?) paga más que sus competidores europeos por la energía y depende críticamente del precio para ser competitiva y también para que sean viables las innovaciones tecnológicas que conlleva la transición energética. ¿Es factible dar un trato singular a los grandes consumidores electrointensivos, como se pide desde Asturias?

-Toda la industria depende críticamente del precio para ser competitiva; ahora bien, hay que ser muy cuidadoso cuando se habla de trato singular. En el ámbito europeo, cualquier ventaja debe cumplir estrictamente con la normativa de ayudas públicas. Es cierto que existen mecanismos de compensación, pero no hay fórmulas mágicas. Me explico: el precio final de la electricidad depende del mix de generación, del coste de las redes de transporte y distribución, y de los cargos asumidos por decisiones de política energética. La generación en España ha sido tradicionalmente más cara por nuestro mix energético y nuestra condición de isla energética. En el futuro, dependiendo del grado de integración de renovables y de la capacidad de interconexión con Francia, podrá ir reduciéndose el diferencial. Los dos últimos, peajes y cargos, son costes regulados que representan alrededor de 17.000 millones de euros anuales, y han sido ajustados a la baja en los últimos años. Los peajes por el uso de las redes, 7.000 millones, se pagan en función del inductor de coste (el tipo de consumidor); la industria electrointensiva, al estar conectada a alta tensión paga proporcionalmente menos que los consumidores domésticos y ningún mecanismo europeo compensa esta partida de costes. El debate principal, por tanto, se encuentra en los 10.000 millones de euros de cargos: cómo y quién los paga.

- ¿Cuáles son las opciones en ese capítulo de la factura?

-Estamos hablando de las primas comprometidas para la generación con renovables y la cogeneración, el pago de la deuda eléctrica que viene del déficit de tarifa acumulado hasta el 2013 y el pago compensatorio al coste de generación eléctrica más alto en los territorios no peninsulares. Es un debate de política económica, en el que hay que evaluar cuidadosamente las opciones: una compensación a la industria sin más supondría un aumento directo del precio que paga la pyme y el consumidor doméstico; una reforma fiscal que haga asumir la electrificación y generación renovable a otros sectores como el transporte y la calefacción también tiene efectos inmediatos sobre las empresas y los consumidores, y la asunción de una parte por parte de los Presupuestos no parece viable, dado el escaso margen fiscal del que disponemos. Apueste por lo que se apueste son opciones de política económica que tienen ventajas e inconvenientes y que deben ser convenientemente evaluadas en términos de impacto global.

- La crisis del covid-19 y los planes de reconstrucción que ha pergeñado Europa apuestan por acelerar las transiciones energéticas y digital con grandes recursos. ¿Cómo hilar una estrategia ganadora?

-La estrategia debe guardar un equilibrio entre los estímulos de corto plazo y los proyectos que ayuden a fortalecer el sistema productivo y la competitividad a largo plazo. Es importante evitar que la inversión pública desplace a la inversión privada. Los recursos públicos deben servir como un catalizador e impulsor de proyectos, sin que supongan una mera sustitución de una inversión por otra, de ahí la importancia de la colaboración público-privada. Además, las inversiones orientadas hacia la transición energética y la transformación digital permiten multiplicar los efectos de arrastre a otros sectores, por lo que se podrán potenciar sus efectos positivos.

- ¿La clave para sacar provecho de los nuevos fondos europeos sin caer en los errores del pasado?

-Es importante definir muy bien los proyectos. Una cosa es que tengas a disposición 140.000 millones de euros y otra distinta es tener capacidad para ejecutarlos y gestionarlos. Para aprovechar bien las oportunidades que brindan, se requiere una planificación previa y la evaluación y selección de los proyectos en función de un riguroso análisis coste-beneficio, de manera que los fondos se destinen a aquellos proyectos con más retorno económico y social. La cooperación estrecha entre las distintas Administraciones Públicas y el sector privado debería ser una norma.

- Usted pertenece a una generación que con frecuencia ha tenido que desarrollarse profesionalmente fuera. ¿Cómo se percibe la situación asturiana desde ahí?

-Es un sentimiento agridulce. Asturias fue una de las regiones económicas más ricas y prósperas de España y ahora tiene que coger impulso para reinventarse y retomar la senda del crecimiento económico y poblacional. No conozco a nadie a quien no le encante Asturias.

- ¿Cree que una parte relevante de ese talento que está fuera podría recuperarse si se dieran las condiciones adecuadas?

-Por supuesto, pero está condicionado a que Asturias vuelva a convertirse en un polo de actividad. Después de la pandemia se han acelerado muchos cambios de comportamiento que ya se venían observando, basados en un equilibrio entre trabajo, conciliación laboral, calidad de vida, ? Mucho talento desearía volver, más aún si tiene aquí a su familia y amigos.

- A menudo se cita la calidad de vida como una activo que la región debería explotar más y mejor como factor de atracción. ¿Puede ser Asturias un lugar que gane atractivo al hilo de la expansión del teletrabajo? ¿Quizá como lugar de localización de los llamados "nómadas digitales"?

-Durante la crisis sanitaria se ha demostrado que tenemos capacidad suficiente para teletrabajar. Nuestras redes eléctricas y nuestras redes de telecomunicaciones, tanto a nivel urbano como rural, han sido sometidas a un "test de estrés" que han superado con nota, pero es también necesario que tanto las empresas privadas como el sector público elaboren una estrategia sobre el teletrabajo. La proliferación de "nómadas digitales" y la expansión del teletrabajo puede ser muy positiva, siempre que no suponga la desconexión del día a día laboral e impida el intercambio de opiniones y conocimientos. A partir de ahí, Asturias es un lugar estupendo para vivir y teletrabajar.

- ¿Las comunicaciones físicas siguen siendo un lastre o ese capítulo está superado?

-Las comunicaciones han mejorado mucho en las últimas décadas. Estamos por encima de la media europea en carreteras, autovías y puertos. La autovía del Cantábrico y el puerto de Gijón han supuesto un importante espaldarazo para la actividad económica. Ahora bien, todavía existen problemas de conexión con el resto de la península y con los mercados europeos, tanto por precio como por tiempo, lo que es especialmente relevante si estamos hablando de viajes de negocios o, por ejemplo, de fomentar el teletrabajo en Asturias. Me consta que el Gobierno del Principado está trabajando intensamente en estos ámbitos, para garantizar que haya competencia y frecuencias entre las aerolíneas que operan desde Asturias, se favorezcan las conexiones internacionales directas a los aeropuertos europeos con mayor demanda y se reduzca el tiempo del trayecto ferroviario con Madrid. Para mí, si verdaderamente se consigue reducir el tiempo entre Madrid y Oviedo a tres horas en tren en 2022, con suficientes frecuencias, supondrá un antes y un después.

- Persiste una desconexión entre el sistema educativo y las necesidades del tejido productivo. ¿Son necesarios ahí cambios de calado, máxime a la luz de las nuevas tendencias que se vislumbran en la economía?

-Depende de qué tramo de nivel educativo estemos hablando. En mi opinión, la especialización al tejido productivo debe realizarse en los tramos superiores, sin descuidar los conocimientos generales, que servirán siempre incluso si tienes que adaptarte a nuevos escenarios. Lo que sí es cierto es que en España tenemos que hacer un esfuerzo para conectar el mundo de la empresa e incluso el de la Administración pública con la universidad, los institutos de investigación y los centros tecnológicos. La desconexión se refleja, por ejemplo, en que en España se investiga mucho, pero se patenta poco.

- Lleva 17 años trabajando en la Administración. ¿No hay también ahí una modernización pendiente? ¿Tenemos desde ese punto de vista un marco adecuado para favorecer la actividad económica?

-La Administración Pública ha mejorado mucho en los últimos 15 años. Tenemos una buena posición relativa en administración digital y se han hecho importantes avances en simplificación de procedimientos, reducción de cargas y mejora de la regulación con la finalidad de impulsar la actividad económica. Esa mejora, que debe ser continua, no significa privatizar o desregular, sino regular bien, de forma óptima, de manera que se salvaguarde el interés general, sin desincentivar la actividad económica. En mi experiencia, esto es una de las cosas más complicadas de hacer. Por contra, la crisis también nos ha enseñado que queda camino por recorrer en la digitalización de servicios clave como la sanidad o la justicia.

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