Javier CUARTAS

La economía española se desmoronó el 17,8% en el segundo trimestre del año respecto al anterior, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Se confirma así que la economía española sufrió entre abril y junio, a causa de la pandemia y los confinamientos, un desplome sin precedente desde la Guerra Civil. El derrumbe, siendo gravísimo, ha sido siete décimas más leve de lo anunciado por el INE en julio, cuando en su primera estimación calculó una caída en el segundo trimestre del 18,5%.

La confirmación del fortísimo correctivo sufrido por el producto interior bruto (PIB) entre abril y junio ratifica que España entró entonces en recesión por vez primera desde 2014 tras enlazar dos trimestres consecutivos de decrecimiento. Entre enero y marzo (con el confinamiento en vigor desde el 14 de marzo) la caída había sido del 5,2%.

España se suma de este modo a la tendencia de otras grandes economías europeas en recesión pero, como es tradición, lo hizo con un trimestre de demora respecto a Alemania, Francia e Italia, y sin embargo con mucha más intensidad a consecuencia de la especificidad de la estructura productiva española (mayor dependencia del turismo y de servicios como la hostelería, y elevado peso de las pymes y micropymes en el entramado empresarial) y del mayor rigor en la restricción de la movilidad durante la primera oleada de contagios.

De todos los sectores productivos, sólo se salvaron del retroceso el primario (agricultura, ganadería y pesca), que creció entre abril y junio el 3,6%, y las actividades financieras y seguros, con una progresión del 0,9%.

El mayor quebranto lo sufrieron comercio, transporte y hostelería (-39,6%), seguidos por las ramas de actividades artísticas, recreativas y otros servicios (-31,6%) y las actividades profesionales, científicas, técnicas y otras (-24,2%).

La industria en su conjunto se precipitó el 19,5%. El desplome fue más acusado en el subsector de la industria transformadora, en la que el repliegue fue del 22,5%. La construcción cayó el 21,9%. Y el caso del sector terciario (considerados los servicios en su totalidad), el hundimiento promedio fue del 18,3%, aunque los comportamientos oscilaron, según ramas, entre el -0,5% de las administraciones públicas, educación y sanidad, y el -39,6% citado de comercio, hostelería y transporte.

El consumo de los hogares retrocedió en el trimestre el 20,4%, y la inversión sufrió una regresión del 21,5%. En el caso específico de los activos fijos materiales, la formación brutal de capital fue del -24,9%.

La demanda nacional se desplomó el 16% y la externa restó 2,7 puntos porcentuales de PIB. En el caso del sector exterior, las exportaciones sufrieron un "shock" negativo del 33,4% La caída de las importaciones (29,5%) fue insuficiente para evitar un deterioro del saldo exterior.

El empleo, en términos de horas trabajadas, se redujo el 21,7% respecto al primer trimestre y, medido en puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo, la merma fue del 18,4%.

En relación al mismo periodo del año anterior, el decrecimiento acumulado por la economía española entre abril y junio supuso un derrumbe interanual del 21,5%. Siendo extremadamente grave, representa una caída seis décimas menos de lo que había anunciado el INE en julio.

La ministra de Economía, Nadia Calviño, dijo ayer que "si se logra controlar los rebrotes, la economía seguirá recuperándose", lo que empezó a ocurrir en el tercer trimestre, con la consiguiente mejora del empleo y reabsorción de trabajadores de los ERTES. La ministra sostuvo que "el punto de inflexión que se produjo en mayo persiste". Sin embargo, admitió que los indicadores adelantados están delatando una ralentización en la recuperación en septiembre a causa de los rebrotes de la pandemia y la incertidumbre generada por ello entre los agentes económicos.

El endeudamiento público y privado sigue al alza (sobre todo el primero) y esto ha supuesto que el conjunto de los débitos de la economía española con el exterior también crezca. La deuda externa bruta de los agentes públicos y privados superó en el segundo trimestre los 2,2 billones de euros, equivalentes al 188,3% del PIB nacional. Esto supone un aumento de 14,5 puntos de PIB (169.871 millones) respecto al primer trimestre, según el Banco de España.

La posición de inversión internacional neta de España sigue en negativo pero su saldo en el segundo trimestre, excluyendo las operaciones del Banco de España, se situó -667,6 millones, una cifra menos desfavorable que en el primero (-678,5 millones). Sin embargo, de incluir al Banco de España, el saldo negativo se deterioró, al pasar de 878,4 millones en el primer trimestre (71% del PIB) a 908,4 millones (77,5%).

La afectación de la crisis en el tejido productivo ha supuesto que en julio se constatara el primer repunte de la morosidad crediticia, con un alza (5 centésimas, hasta el 4,72%) que, aunque leve, es un indicador a vigilar porque, de afianzase y agravarse, constataría contagio de la pandemia al sistema financiero.