Noviembre debería ser un mes definitivo para que Liberbank y Unicaja Banco resuelvan la disyuntiva de seguir adelante con el proyecto de fusión o volver a desestimarlo, como ocurrió en mayo de 2019. El miércoles, medios de la operación señalaron a este diario que la auditoría recíproca de las cuentas y estados patrimoniales respectivos de ambos bancos no debería alargarse más allá de "unas semanas o un mes". A partir de ahí, y con todos los parámetros y ratios ya auditados, se abriría el proceso decisivo de negociación del reparto accionarial (que fue lo que motivó la ruptura el año pasado) y de poder, así como la definición de la marca y razón social, sede, composición de los órganos y otros aspectos cruciales. El plazo debe tomarse con cautela. La vez anterior el proceso fue más lento y la "due diligence" duró varios meses, aunque ahora hay más prisa por el contexto económico, que podría elevar la morosidad del sector en 2021.

Si se opta por la fusión, nacerá el quinto mayor banco español por volumen de activos (108.100 millones) y capitalización bursátil (1.862 millones al cierre de ayer). Aun así, seguirá siendo un banco pequeño, con una cuota de mercado del 5% en depósitos y del 4% en créditos. En ocho regiones tendrá una presencia testimonial y en dos carecerá de oficinas.