La congelación de las contrataciones de eventuales, sumada a las ininterrumpidas prejubilaciones, ha provocado que ArcelorMittal haya roto un negro registro. Por primera vez, la plantilla de la siderúrgica ha bajado de la barrera de los 5.000 trabajadores en Asturias. La cifra se la han encontrado los sindicatos a la hora de elaborar los censos de cara a las elecciones que se celebrarán entre el 18 y el 20 de este mes. En concreto, en septiembre, que es la última referencia que manejan las centrales, la multinacional tenía 4.931 empleados directos en la región. Son 166 menos que en marzo, justo antes del comienzo de la pandemia, y 577 efectivos menos que hace ocho años, cuando en las plantas regionales del coloso del acero estaban empleadas de forma directa 5.508 personas. Cuanto más se avanza hacia atrás en el tiempo más abultadas son las diferencias. Enormes, de hecho, si se comparan con las cifras que se habían alcanzado durante la década de los 70, cuando las instalaciones eran de la pública Ensidesa y tenían más de 27.000 empleados.

Arcelor lleva bastante tiempo con la idea de bajar de la cifra de los cinco mil trabajadores en Asturias, aunque la crisis sanitaria derivada del coronavirus, que ha provocado un fuerte frenazo de la demanda, ha acelerado tales planes. Hace un par de años, la compañía reconocía que quería alcanzar esa cifra en 2021. Lo ha hecho, por tanto, un año antes de lo previsto. De hecho, ese objetivo figuraba en el llamado plan estratégico de empleo de la multinacional (Strategic Workforce Planning) que poco a poco, taller a taller, llevaba ejecutando la empresa. No obstante, la compañía señala que si se tiene en cuenta la media mensual del último año, las plantillas aún sigue por encima de los 5.000 trabajadores. Este parámetro medio será presentado a los sindicatos en una reunión que tendrá lugar en breve.

El bajón puede ser mayor si sale adelante el recorte que la compañía pretende aplicar en sus talleres de largos (la acería de Gijón, el tren de alambrón y el de carril) y que, en esta primera oleada, prevé el recorte del 5,79% de la plantilla en esta área del negocio. En concreto, la idea inicial de la compañía es meter tijera -mediante prejubilaciones o el traslado hacia otros talleres- a 44 empleos. El ajuste está en plena negociación y los sindicatos confían en reducirlo a la mínima expresión.

El equilibrio es complicado. Mantener las instalaciones de largos operativas y funcionando garantizaría trabajo de sobra para los dos hornos altos de Veriña (Gijón) durante los próximos años. De lo contrario, la continuidad de los dos a la vez podría quedar en entredicho, más en un momento como el actual, de atonía total de la demanda. La dirección de la siderúrgica aseguró en varias ocasiones que la división de largos está en una situación de extrema vulnerabilidad. Ya lo estaba desde antes de la pandemia, y la expansión del coronavirus solo ha contribuido a empeorar su delicada situación.

Desde Londres, el cuartel general de la familia Mittal, el grupo lleva un tiempo apelando a una mejora de la productividad y exigiendo a la plantilla que cumpla con unos rigurosos ratios de producción. Todo con el objetivo de abaratar los costes y conseguir competir en mejores condiciones contra la despiadada competencia que llega desde fuera de Europa.

A todo esto, se suma que la multinacional está aplicando un expediente temporal de regulación de empleo (ERTE) sobre su plantilla. Con lo que muchos de los actuales trabajadores están en su casa esperando a que el mercado mejore y los pedidos vuelvan a entrar en los talleres. Solo hay dos que no se han visto contagiados por los tentáculos del coronavirus. Uno es el tren de carril, que ha recibido varios contratos que le garantizan carga de trabajo suficiente para bastantes meses. Y el otro es el de tren de hojalata que está funcionando a tope , gracias a la demanda de alimentos envasados.

Los sindicatos han puesto el grito en el cielo por la anemia de personal en los talleres de la multinacional. Esta misma semana, CC OO señalaba que la empresa "ha aprovechado la pandemia del coronavirus para no contratar a nadie este año, lo que, junto a la salida de prejubilaciones, ha dejado a las plantillas en Asturias reducidas al mínimo". El sindicato denunció también "la aplicación voraz del ERTE actual" y "la aplicación indiscriminada de horas extras o retenes". La CSI critica que el plan de largos supone destruir empleo para saturar de trabajo a los que quedan en los talleres.