A eso de la una de la tarde de ayer, los trabajadores de Astilleros Gondán le ponían la bandera de Noruega a un barco arrastrero -que pescará en las frías aguas nórdicas- de 70 metros de eslora. La embarcación pondrá ahora rumbo al Norte. No fue una despedida triste, ya que el sector naval asturiano rema este año, pese a las turbulencias del coronavirus, a favor de corriente. Con trabajo de sobra como para aguantar a buen ritmo durante varios años. Según los últimos datos del Ministerio de Industria, Gondán y Armón tienen una cartera de pedidos acumulada de 16 barcos. A los que hay que sumar, por lo menos, los diez que se acaba de adjudicar la primera compañía con un contrato de 52 millones en Portugal.

Álvaro Platero, presidente de Gondán, destaca que la construcción naval asturiana se está beneficiando la pujanza de sus clientes pesqueros, ya que el sector alimentario no ha dejado de funcionar durante la pandemia; también del auge la energía eólica marina, un mercado con una clara tendencia alcista y que precisa de barcos para poder supervisar estas imponentes instalaciones de mar adentro.

A la compañía de Figueres el trabajo se le acumula. Aún tiene que entregarle dos barcos más a su cliente noruego y en breve tendrá que ponerse manos a la obra para construir los diez barcos eléctricos que les ha encargado la portuguesa Transtejo Soflusa y que tendrán el cometido de transportar viajeros de una ribera a otra del Tajo a su paso por Lisboa. "Estamos trabajando al cien por cien y seguramente deberemos ampliar personal", señaló Platero. Tanto trabajo tiene Gondán que en abril ya tuvo que desviar la construcción de un barco a un astillero vasco porque no daba abasto. Armón, según Industria, tiene en cartera la construcción de doce barcos.