"Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad". Antonio Fernández-Escandón Ortiz, presidente del consejo de administración y gerente de la compañía de sistemas de ventilación Zitrón, cerró, con esa frase de Albert Einstein, su discurso de agradecimiento del premio "Ingeniero del Año en Asturias". Él sabe mucho de voluntad, porque hay que tener toneladas para atreverse a coger las riendas de una empresa cuyos clientes estaban abocados al cierre. Zitrón vivía de la declinante minería del norte de España y con Fernández-Escandón al timón la empresa vio la luz sin salir del túnel. Expandió su negocio por todo el mundo y entró con éxito en nuevos sectores como el de la obra civil. Ahora es uno de los tres mayores fabricantes mundiales de sistemas de ventilación de túneles. Las aspas nunca han dejado de girar.

Bajo el tsunami del coronavirus, "los referentes son más necesarios que nunca". En esta afirmación coincidieron Fernando Martínez, presidente de Caja Rural de Asturias, y Santiago García Granda, rector de la Universidad de Oviedo, para referirse a los galardonados con los premios "Ingeniero del año en Asturias", que en esta séptima edición fueron para el gerente de Zitrón, en la categoría "Gran trayectoria profesional", y para la directora de Telefónica Asturias y Galicia, Paula Beirán, en la categoría "Proyección de futuro". A Beirán le encanta "el apellido" de su premio. Ella mira al futuro y, pese a la niebla del coronavirus, ve grandes oportunidades ligadas a la digitalización. "Esta es la primera revolución tecnológica que encuentra a nuestro país no sólo preparado, si no a la vanguardia. La ingeniería es más necesaria que nunca porque es el momento en el que tenemos que ingeniar la nueva civilización", afirmó Beirán, que el pasado abril, en medio de la primera ola de la pandemia, asumió más responsabilidades en el gigante español de las telecomunicaciones: al área de Asturias se sumó el de Galicia. "Solo en las primeras semanas de confinamiento avanzamos en digitalización lo que se preveía en un lustro y muchas cosas no volverán a ser como antes", auguró Beirán tras destacar la fortaleza de las redes de telecomunicaciones en España, que han permitido absorber el tráfico creciente que ha traído la pandemia.

Ingeniera de Telecomunicaciones, Beirán afirma que le costó elegir apellido para su carrera. Ser ingeniera lo tenía claro. De niña quería saber cómo funcionaba el ascensor que le subía a casa, cómo volaban los aviones que pasaban sobre su cabeza y cómo se sostenía el puente atirantado de Rande que veía a diario en su ría de Vigo. Al final apostó por las telecomunicaciones y nunca se ha arrepentido. "Si te gustan las Matemáticas y la Filosofía esta es tu mejor opción", le dijo el director de la Escuela de Telecomunicaciones. "Años después lo entendí", reconoció Beirán, que ha crecido como ingeniería en Telefónica y en Asturias. "Este premio significa mucho para mí, porque se me reconoce no sólo como ingeniera sino también como asturiana", afirmó tras recoger la escultura que la acredita como "Ingeniera del año en Asturias" en presencia del Fernando Martínez, presidente de Caja Rural de Asturias; Juan Carlos Campo, director de la Escuela Politécnica de Ingeniería de Gijón, y Juan Vicente Piñera, director en Asturias de la empresa Sacyr-Fluor.

El acto se celebró en la sede del Real Instituto de Estudios Asturianos (Ridea). En esta ocasión sin público debido al coronavirus. La pandemia también ha provocado que la facturación de Zitrón, que había superado los 100 millones de euros en 2018 y 2019, haya caído este año casi un 50% debido al aplazamiento de las decisiones de inversión. La empresa aguanta sin recortes ni regulaciones de empleo (tiene más de 500 trabajadores, 220 de ellos en sus instalaciones de Gijón) y tiene carga de trabajo asegurada hasta la próxima primavera y contratos a largo plazo como el firmado recientemente para los sistemas de ventilación de la variante de Estocolmo, en Suecia. "Tenemos ofertas lanzadas por todo el mundo y en algún momento se desbloquearán esas decisiones de inversión. Mientras hya que seguir luchando ", afirmó Antonio Fernández-Escandón antes de recoger el galardón que reconoce su trayectoria.

Él es hijo de uno de los dos fundadores de Zitrón, empresa fundada en 1963 con capital obtenido principalmente por la compañía Ortiz Sobrinos con la explotación y comercialización de carbón en el valle de Turón. Zitrón suministraba equipos de ventilación para las minas y en 1992 quedó al borde del pozo. "La quiebra de la Minero Siderúrgica de Ponferrada nos dejó un impago de 700.000 euros cuando nuestro capital social era de 1,5 millones, nuestra clientela estaba en recesión y además teníamos el crédito restringido. Y en esa situación entró la nueva dirección", explicó Fernández-Escandón, ingeniero de minas que tras pasar por diferentes cargos en Zitrón se hizo cargo de la gerencia.

A los mandos de la empresa, el ingeniero decidió volar fuera de España. En una feria en Irán lograron sus primera ventas en el exterior y algunos pagos de piezas fueron con alfombras, recordó ayer. Luego se multiplicaron los viajes, se contrató a un director comercial, se establecieron redes de colaboradores, se ampliaron las instalaciones de Gijón y se dotaron de un banco de pruebas, se abrieron fábricas en el exterior y se aprovechó el "boom" de la obra pública (túnel de Somport, nuevas líneas del metro de Madrid, Moscú, Sidney y Quatar, soterramiento de la M-30...). Ahora la compañía, que vende el 95% fuera de España, está centrada en la digitalización de los procesos de fabricación, en el mantenimiento predictivo de los equipos y en la reducción del gasto energético. "Hay que encontrar la forma de mejorar la colaboración entre empresas, Universidad y administraciones", señaló el empresario, que no obstante reconoció que su mayor obsesión sigue siendo "vender, vender y vender, con beneficio".