El producto interior bruto (PIB) español se expandió el 16,7% en el tercer trimestre del año, registro sin antecedentes estadísticos que recoge los efectos de la reanudación de la actividad económica con el fin del confinamiento de la población por la pandemia del coronavirus. El impulso del PIB ha sido mayor de lo esperado en el conjunto de la zona euro, si bien la segunda ola del covid-19 amenaza con frenar ese ímpetu e incluso con llevar a la región económica a una recaída, previno ayer el Banco Central Europeo (BCE).

Tras un segundo trimestre de hundimiento económico por la paralización de las actividades consideradas no esenciales, el verano y la llamada “nueva normalidad” trajeron fuertes rebotes del consumo de los hogares (20,7% intertrimestral), de la inversión (17,8%) y de la demanda exterior (34,3% en las exportaciones y 28,5% en las importaciones). El saldo fue un avance del 16,7% del PIB respecto a la primavera que compensa una parte relevante de las pérdidas acumuladas desde marzo, aunque la recuperación completa sigue lejos. Considerando las caídas experimentadas en el primer trimestre (-4,7%) y en el segundo (-14,6), el comentado rebote del verano permite reponer trece puntos, quedando el PIB aún nueve puntos por debajo del nivel de finales de 2019. Según informó ayer el Instituto Nacional de Estadística (INE), la caída interanual de la economía española (en relación al verano del año pasado) es del 8,7%.

El retorno de la actividad tras el confinamiento impulsó un intenso avance en la industria (27,4% intertrimestral), en la construcción (22,5%) y en los servicios (15%), particularmente en el comercio, el transporte y la hostelería (42,5%). Las variaciones interanuales del PIB dejan ver que los daños son aún de enorme calado (-22%) en esos subsectores terciarios, los más expuestos ante las nuevas restricciones para combatir la actual embestida del covid.

El crecimiento observado en el verano saca a España de la situación técnica de recesión, que se produce cuando se encadenan dos trimestres de retroceso del PIB. Lo mismo ha ocurrido con el conjunto de la zona euro y sus principales economías. Entre estas últimas, el crecimiento de España fue el segundo más intenso, por detrás del francés (18,2%) y por delante del italiano (16,1%). Esos tres países habían sido los más afectados por la recesión de los meses precedentes y ello explica su magna expansión con el retorno a una relativa normalidad. Alemania rebotó el 8,2%, la mitad que España, pero sus daños habían sido mucho menores gracias en parte a su estructura productiva. Ese resultado deja al país de Ángela Merkel a 4,3 puntos del PIB previo a la crisis.

El camino de la recuperación puede truncarse para el conjunto de la zona euro en el último tramo del año debido a la segunda ola del virus y a las medidas para combatirla. Luis de Guindos, vicepresidente del BCE, saludó ayer que el impulso de la región monetaria en el verano resultase mayor de lo proyectado, aunque avisó de que en el cuatro trimestre el crecimiento puede ser nulo e incluso negativo. Al mismo tiempo, avanza el deterioro de las cuentas públicas: el déficit español llegó al 7% en agosto, el triple que hace un año, por los gastos asociados a la lucha contra la pandemia y sus efectos económicos y por la merma de ingresos tributarios.