“El tiempo para Duro Felguera se agota”. La reflexión la hacía ayer Jenaro Martínez, secretario general de la Federación de Industria (FICA) de UGT, durante una protesta frente a la sede de la compañía en Gijón, en la que participaron –debido a las restricciones de la pandemia– 25 trabajadores de la ingeniería. A su lado, Damián Manzano, líder de la Federación de Industria de CC OO, agregaba que “hay que resolver ya la situación. Debe haber alternativas o vamos a un concurso de acreedores”. Durante la protesta, la primera de una serie de movilizaciones, los sindicatos advirtieron a la compañía que en la negociación del nuevo expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) que quiere poner en marcha Duro, después de que el anterior expirara en octubre, no le va a poner las cosas fáciles. “La gestión del anterior fue catastrófica y negligente, mientras los trabajadores hacían un esfuerzo los directivos estaban derrochando el dinero”, señaló Manzano.

La tensión es máxima. “La situación es límite, necesitamos que no se descarte ninguna de las alternativas. “Pedimos al consejo de administración de Duro, al Principado de Asturias y a la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) que remen en la misma dirección en la búsqueda de una solución coordinada”, dijo Martínez.

Minutos después de la protesta, la empresa respondió a las peticiones de los sindicatos mediante una carta firmada por Rosa Aza, presidenta de la centenaria ingeniería. En el documento asegura que los directivos trabajan “con el único objetivo de conseguir el relanzamiento de la compañía, referente histórico de la industria asturiana y española, e intentar garantizar el mantenimiento del mayor empleo posible”. Aza agrega: “El consejo de administración lleva meses transmitiendo a todos los actores la situación de Duro Felguera, difundiendo y explicando su plan de viabilidad e industrial, así como solicitando la colaboración de las distintas administraciones públicas (estatales y autonómicas)”. La empresa también justificó un viaje que hizo parte del equipo directivo (tres personas) a Argel para reunirse con la compañía Sonelga y en el que se gastaron 11.700 euros. El viaje fue en un vuelo privado debido a las restricciones de la pandemia y fue la opción más económica, defendió Duro.