Hace dieciséis años los talleres de largos de Gijón (la acería, el tren de alambrón y el de carril) de Arcelor (hoy ArcelorMittal) salvaron una bola de partido, un “match ball”, similar a la que afrontan ahora. Otra vez. En aquella ocasión la bola tocó la línea, por continuar con el símil tenístico, y acabó cayendo del lado más favorable para los intereses asturianos. Ahora el punto sigue en juego y la bola aún no se ha decantado.

Aquel fue un momento crítico, como lo es también el actual, coinciden varios de los actores protagonistas de aquellas negociaciones, y las recetas que se están preparando para intentar un nuevo salvamento son muy similares. Primero, se realizaron algunas inversiones para fortalecer los talleres: en aquella ocasión fue en alambrón y hace dos años fue para revitalizar el carril, actuaciones que, indivisiblemente, vinieron acompañadas de recortes de personal.

El tijeretazo de hace tres lustros alcanzó, mediante prejubilaciones, a 1.600 trabajadores. Fue lo que se bautizó como el Plan Arco, que causó una profunda división sindical. Ahora la tijera no está tan afilada, en parte porque hay muchísimo menos donde podar ya. La compañía acaba de registrar un hito laboral de dudoso prestigio: tiene ya menos de 5.000 trabajadores en plantilla. Concretamente, había 4.931 cuando se elaboró el último censo de cara a las últimas elecciones sindicales.

En 2004 se hablaba, como ahora, sobre la necesidad de que los trabajadores siderúrgicos fueran más polivalentes; en estos momentos, Arcelor está reciclando a parte de ellos para que cambien de función. Lo hizo hace unos meses con los cien excedentes de las baterías de coque de Avilés, recolocados en otras tareas previo reciclaje. A menor escala, está planteando lo mismo con otros oficios dentro de las factorías (como el de visitador, encargado de revisar las instalaciones ferroviarias de la compañía). La dirección también llevó a cabo en 2004 una reorganización de muchos de los turnos laborales para adoptarlos a las nuevas necesidades de producción. Fue todo un cambio de modelo laboral que la compañía quiere repetir ahora, taller a taller y no tan de golpe como en aquella época.

Acopios de alambrón en Veriña. | Marcos León

También hay aspectos diferentes. Cambian, evidentemente, los protagonistas. Ahora la compañía está comandada por el magnate Lakshmi Mittal y por aquel entonces era simplemente Arcelor, grupo europeo nacido tras la fusión de Aceralia, Arbed y la francesa Unisor. Y la falta de apellido no es un tema baladí. En 2004 la dirección tenía una clara orientación política y mantenía línea directa con los gobiernos. Hoy para la familia Mittal prima por encima de todo la cuenta de resultados, y la de los talleres de largos no son buenas. Navegan desde hace años en pérdidas.

Dieciséis años atrás, los franceses asentados en la cúpula de Arcelor, con su presidente a la cabeza, Guy Dollé, querían cerrar toda la división de largos, pero perdieron el pulso. Los talleres se convirtieron en solo año y medio en los más competitivos de la multinacional. Ahora, los planes de los Mittal son una incógnita.

Interior del tren de carril. | Ángel González

El talón de Aquiles, antes y ahora, es la acería de Gijón, señala uno de los actores que participó en la primera línea de negociación de aquel Plan Arco. La acería tiene capacidad para producir, cuando funciona al cien por cien, 900.000 toneladas y, a tope, es altamente competitiva. Pero cuando baja el pistón su relación entre coste y beneficio baja considerablemente. El precio de la luz tampoco ayuda. Ahora mismo, Arcelor está importando “slabs” y “palanquilla” (dos tipos de acero que luego usa en alambrón y carril) de sus plantas de Brasil o Polonia, donde le sale más barato producirlo.

La vigencia del Plan Arco duró cuatro años –desde 2004 a 2008– y se saldó con la salida de 1.600 trabajadores de la multinacional. No solo empleados directos, también muchos de las auxiliares se acogieron a la prejubilación a través lo que se conoce como “los acuerdos de Oviedo”. A cambio del recorte, Arcelor invirtió 600 millones en Avilés y Gijón. Ahora los números son diferentes.

El plan de ajuste en largos no tiene ahora aquel alcance. Solo afecta a 44 trabajadores, cuyos puestos serán amortizados, en principio, mediante prejubilaciones. De ellos, 23 pertenecen a la acería y 21 a alambrón. Las inversiones también son diferentes. De aquella se reforzó al tren de alambrón para que pudiera alcanzar nuevos clientes y mercados. Funcionó. El problema es que ahora la crisis del coronavirus le ha golpeado con crueldad debido al frenazo de la venta de coches. En esta ocasión la inversión se ha realizado en el tren de carril (hace un par de años), para que pueda realizar vías de tren de mayor longitud, de hasta 108 metros de largo, para entrar en mercados hasta ahora cerrados. “Entonces, en Asturias hubo que elegir entre siderurgia y minería y se optó por lo primero”, resume un sindicalista. El problema es que Mittal ha demostrado que no le tiembla el pulso. Ya ha cerrado varias plantas en España: la de Zumárraga, la de Madrid y la de Zaragoza.

Otro paralelismo con aquellos años es la división sindical. El Plan Arco contó en su momento con el respaldo de UGT y USO y la oposición de CC OO. Ahora, la brecha es similar, solo que han aparecido nuevos jugadores. Para hoy mismo, está previsto que comiencen una serie de paros indefinidos en la acería de Gijón contra los recortes que solo apoyan CC OO y la CSI.

EL ESTADO DE LOS TALLERES DE LARGOS

Alambrón. Con su producción muy enfocada al sector del automóvil y también a la construcción, este taller es uno de los que más está sufriendo los golpes de la crisis económica producida por la pandemia. Arcelor pretende amortizar 21 puestos de trabajo en esta instalación, aunque las negociaciones están atascadas. 

Carril. Es uno de los talleres que mejor resiste la crisis, tanto que está funcionando a tope de su capacidad. En el plan de largos que está negociando la compañía no incluye ningún recorte de empleo en este taller. Las inversiones realizadas por Arcelor funcionaron y Adif se ha convertido en uno de sus principales clientes.

La acería. La acería gijonesa es capaz de producir, cuando está a tope, hasta 900.000 toneladas de acero que suministra a los talleres de largos de Veriña (alambrón y carril). Aunque, últimamente, la multinacional está importando “slabs” y “palanquilla” de otras plantas (Brasil y Polonia) porque le sale más barato.