El coronavirus y las restricciones del trabajo en oficina que ha acarreado han espoleado las reuniones y conferencias virtuales –por eso de minimizar los riesgos–, pero todo cambio tecnológico conlleva un peligro. El de los ciberdelincuentes que rondan en cada esquina de internet. Dice el gijonés Miguel García Menéndez, vicepresidente de la asociación Arco Atlántico por la Ciberseguridad –que reúne a algunos de los principales expertos en lucha contra el cibercrimen–, que muchos de estos cacos virtuales están aprovechando para hurtar esos vídeos que se transmiten online para entrenar a los robots en tareas críticas como el “reconocimiento facial”. “Es una forma maravillosa de hacerte con fotos de gente y, además, gratis”, señala. El objetivo depende de las intenciones del delincuente virtual. Aunque no suelen ser buenas.

“Es una forma maravillosa de hacerte con fotos de gente y, además, gratis”

“Hace un tiempo trabajé en temas relacionados con el I+D en el que se hacían también reconocimientos faciales y siempre echábamos de menos no disponer de una base de caras para poder entrenar al algoritmo”, explica. “Si, al final, el uso que se hace está dirigido a la investigación, no esta mal, pero lo que suelen hacer es crear programas en los que se hacen cosas como la desvirtuación, que es poner tu cara en el cuerpo de otro. Eso igual ya hace menos gracia”.

Hace unos días, esta asociación celebró un jornada –de forma virtual– en la que participaron algunos de los principales de responsables de ciberseguridad de las mayores empresas del país. El acto lo cerró Rosa Kariger, directora global de ciberseguridad de Iberdrola, que también hizo hincapié en los peligros que este acelerón de la digitalización está provocando.

“Ese incremento, en todos los ámbitos de la vida, no solo está poniendo en riesgo la información y los datos de carácter personal; también está afectando a los activos, las operaciones de las compañías e incluso la salud o la vida de las personas”, recalcó durante su intervención.

El gijonés García Menéndez lleva casi toda su vida profesional luchando contra los ciberdelincuentes, aunque ahora está trabajando para la red Alastria, dedicada a explotar las enormes posibilidades que ofrece el “blockchain”. La idea de la asociación de la que es vicepresidente –que tiene un fuerte arraigo asturiano, ya que cuenta con el apoyo e impulso de varias compañías de la región– es la de “promover una cultura de la ciberseguridad entre las empresas e instituciones y fomentar a la ciberseguridad como un sector en sí mismo que ya es generador de puestos de trabajo”.

Ingeniero informático por la Universidad de Oviedo, García alerta también de que una de las principales pegas que tiene el acelerón digital es que ha incrementado notablemente los problemas de ciberseguridad. Los cacos atacan por todos los frentes en la red. “Es lo que llamo fragilidad digital, por todos los sitios hay huecos y agujeros por donde acaban entrando los malos”, señala. E insiste en la necesidad de un cambio de mentalidad, especialmente en los entornos industriales. “Las industria ve la ciberseguridad como algo que no va con ellos, pero toda la maquinaria que hay en fábricas como Arcelor funciona con ordenadores”, avisa.