Paco Vañó es uno de los pocos agricultores que conoce a ciencia cierta qué rentabilidad obtendrá de sus parcelas de cultivo este año. También el siguiente. Y el próximo. Y así durante 35 ejercicios consecutivos. Es un hecho del todo inusual en un sector caracterizado por los vaivenes climatológicos, el incierto volumen de cosecha de cada temporada y la volatilidad de los precios de venta, que no siempre cubren los costes de producción. Ahora, por primera vez, tiene la certeza de que ingresará 1.500 euros más IVA por hectárea a través de un negocio que nada tiene que ver con sus almendros y olivos, aunque, de alguna manera, también contribuye a la sostenibilidad medioambiental. Su extensa finca, ubicada al noroeste de la provincia de Alicante, en el término municipal de Beneixama, se transformará en un huerto cubierto por decenas de miles de módulos fotovoltaicos tras el contrato de arrendamiento de suelo firmado con una importante empresa del sector energético. Una "oportunidad", dice, que le garantiza unos beneficios que serían inalcanzables en tierras de secano y que está seduciendo a otros muchos propietarios de la comarca del Alto Vinalopó. Tienen ante sí la posibilidad de garantizarse lo que nunca habrían imaginado, es decir, unos ingresos estables, y eso es algo que pesa más que la tradición agraria.

"En los terrenos de secano los árboles no producen. Me mato a trabajar y puedo sacar 200 euros por hectárea y año. El precio de la almendra baja, el del aceite también y los cultivos de cereal se pagan igual que hace décadas", dice Vañó. Su vinculación con las labores del campo y la labranza comenzaron en su juventud más temprana. Con 15 años aprendió a arar la tierra y ahora, que suma 44, es un firme defensor de los proyectos de parques solares que se tramitan en su localidad y en otras cercanas. "Es una oportunidad de oro que hayan venido estas empresas. Se va a beneficiar medio pueblo y también el Ayuntamiento. No vamos a dejar de trabajar la agricultura, pero seguiremos con la que es rentable, la de regadío", prosigue.

Paco Vañó cuenta que el movimiento de corredores que buscan terrenos adecuados para disponer los proyectos fotovoltaicos ha sido una constante en los últimos dos años. "Yo estoy cobrando desde el primer día que firmé el acuerdo. Cuando comiencen, los árboles serán trasplantados en otras fincas de regadío. Esto es un aliciente para quedarnos en los pueblos, mantener a las familias y no tener que marchar a las grandes ciudades", defiende.

El nuevo boom que experimentan las energías renovables está registrando una especial trascendencia en provincias como Alicante, especialmente en el segmento relacionado con las plantas solares. Los datos que maneja la Generalitat Valenciana no dejan lugar a dudas. Si hasta el momento la potencia total instalada en parques fotovoltaicos concentra 137 megavatios (MW), los proyectos que se tramitan en la actualidad suman 1.798 MW, lo que supone nada menos que multiplicar por 13 la capacidad actual. Fue en agosto cuando el Consell publicó un decreto ley con medidas para impulsar y agilizar la implantación de instalaciones para el aprovechamiento de la energía renovable y desde entonces grandes inversores y firmas especializadas de todo el mundo han puesto el foco en una provincia que se caracteriza por cielos despejados, escasas lluvias y una media de 320 días soleados cada año.

Las empresas energéticas interesadas en impulsar parques de energías limpias como la fotovoltaica deben presentar los proyectos ante la autoridad competente y especificar desde el principio la ubicación prevista. Es por ello que viene a ser habitual que se rubriquen contratos iniciales con los propietarios que incluyen reservas de suelo hasta que la Administración dé el visto bueno definitivo a la transformación del terreno. Raimundo Micó y sus tres hermanos están precisamente ahora en ese proceso. Cuentan con 60 hectáreas en el municipio de Villena y han firmado un contrato con una energética que les abona 100 euros por hectárea durante el primer año. La cantidad irá aumentando progresivamente hasta los 450 euros mensuales el cuarto año y, si se materializa el parque solar, a partir del quinto año recibirán también 1.500 euros por hectárea, lo que supondría 90.000 euros anuales hasta el año 2055.

Micó tiene 71 años y defiende que un arrendamiento de este tipo "es una buena herencia para mis dos hijos". Tiene claro, eso sí, que el pacto podría quedar en papel mojado si los promotores del proyecto no reciben los parabienes de la Generalitat. "Hay que intentarlo. Con el tema de las placas solares ya estamos liados por lo menos tres años y sigue viniendo gente preguntado por terrenos. La agricultura siempre ha estado mal, toda la vida. Si un agricultor quiere aferrarse al trabajo, que lo haga, pero de eso no se come", concluye.