El año no podía haber empezado peor. La nevada, pese a toda su dimensión y excepcionalidad, ha sido una anécdota en medio del agravamiento mundial de la pandemia con todas sus consecuencias. Las vacunas, paradójicamente las más rápidas de la historia de la humanidad, van a llegar tarde a esta tercera oleada y muy probablemente a la cuarta en la mayoría de los países que han podido acceder a ellas, que desgraciadamente no son todos por las limitaciones de oferta y las reglas del mercado.

En España, la crisis se salda con importantes cicatrices sobre la actividad, el empleo y tejido productivo (PYMES) que además laceran sobre una economía que aún seguía tocada por la crisis anterior, y que tenía vulnerabilidades en el mercado laboral, en el sistema de previsión publica, en la educación, en la estructura sectorial y en el ahorro.

Vulnerabilidades que nos han expuesto de manera diferencial al Covid19, provocando una mayor caída, que limitarán la capacidad para recuperarnos (no recuperaremos los niveles de producto de 2019 hasta terminar el 2022) y que pueden llevarnos a una senda de crecimiento de largo plazo muy limitada, con implicaciones tanto sociales como para sostenibilidad de las cuentas públicas.

Pero España es un gran país que ha superado todas sus dificultades a lo largo de la historia, y en esta ocasión no será diferente si hacemos las cosas bien. Ahora es el momento porque, a diferencia de las crisis anteriores, la Europa solidaria movilizará 750 millardos de euros para afrontar la recuperación. De ellos, aproximadamente 140 millardos, equivalentes a más de 10% del PIB, serán para los españoles si somos capaces de proponer un programa de proyectos y reformas encaminados a fortalecer fundamentalmente los factores de oferta basados en tres pilares: promover el crecimiento nominal, flexibilizar la economía y reforzar la sostenibilidad fiscal.

El crecimiento nominal requiere revigorizar la productividad para lo que necesitamos una actualización de nuestras habilidades, en especial las digitales. Incrementar la aportación del capital, y de manera relevante el valor de los intangibles, e incrementar la aportación del trabajo, reduciendo el desempleo estructural y promocionando la participación femenina y senior. Este crecimiento, además, debe estar acompañado de una recuperación general de la confianza y una recuperación de los niveles de la deuda.

Flexibilizar la economía va de la mano de hacer reformas estructurales. Reformas que reduzcan el desempleo estructural, acomoden el modelo productivo resultante de la pandemia, como lo hicimos tras la crisis inmobiliaria, y aceleren nuestra capacidad de crecer. Sin duda, esto pasa necesariamente, entre otros, por la digitalización y por la liberalización (supervisada) de los mercados.

La sostenibilidad fiscal futura, además de la necesaria y creíble racionalización del gasto que deberá llegar más allá de 2022, debe estar apoyada por la promoción del ahorro financiero intermediado y por el crecimiento sostenido de los recursos fiscales que necesariamente vendrán de un mayor crecimiento nominal como se ha mencionado más arriba.

De nosotros depende el futuro que vamos a alcanzar, si conseguimos que nuestras prioridades sean realmente la educación, la innovación, la digitalización, la transición energética y la articulación interior del país, estaremos dando grandes pasos hacia una senda de crecimiento sostenida y vigorosa.

La transparencia de todo el proceso, especialmente de esa inyección de dinero Europa, requiere de una mejor gobernanza pública y privada y garantizar que los proyectos que se van a acometer sobrevivan al ciclo económico y no se corra el riesgo de que se queden en meras transferencias de renta.

El camino que nos conviene también obliga a compartir la responsabilidad con el sector privado. La búsqueda de la participación público- privada permite compartir riesgos, y no solo rentas lo que ayuda a que las decisiones públicas de inversión sean económicamente sostenibles en el tiempo.

Durante toda la pandemia, nosotros hemos compartido un hashtag que se ha convertido en un mantra frente al Covid #EnMapfreMasUnidosQueNunca. Estoy seguro de que también es un requisito indispensable para superar esta crisis, que sin duda lo haremos.