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Francisco vera | Experto en la gestión de los fondos europeos

Francisco Vera: “Asturias debe impulsar proyectos que generen industrias con valor añadido”

“Los fondos europeos priorizarán la digitalización y la sostenibilidad, y se valorará que sean colaborativos, sobre todo público-privados”

Francisco Vera.

La Unión Europea reclamará a los proyectos que quieran acogerse a los fondos de reconstrucción poscovid, y que provengan de regiones de tradición industrial como Asturias, que “miren a largo plazo” y contribuyan a su reindustrialización “basándose en fuentes de energía renovables y generando industrias de mayor valor añadido, nacidas de la innovación, de la digitalización y preparadas para los nuevos retos que como sociedad tendremos que hacer frente”, afirma Francisco Vera, consejero delegado y cofundador de la consultora The Flash Co., especializada en digitalización, estrategia e innovación. Vera es ingeniero industrial de formación y tiene un máster en transformación digital por la escuela de negocios ESADE.

–¿Cómo están los plazos para tramitar los fondos europeos de reconstrucción (Next generation)? ¿Corre prisa para que las empresas formulen sus propuestas definitivas?

–El plazo para la presentación de manifestaciones de interés finalizó el pasado 20 de enero. Se espera que hacia mediados de abril o mayo se empiecen a abrir líneas de incentivos públicos que respondan a las manifestaciones de interés recibidas por la administración. Es importante que para esa fecha y en las sucesivas, las empresas tengan definido su propio hoja de ruta de proyectos, derivados de una estrategia de innovación.

–¿Hay suficiente conocimiento en las empresas de qué tipo de proyectos son elegibles, cómo diseñarlos y formularlos, y cómo tramitarlos?

–No, no la hay. Por dos razones: las líneas de incentivos públicos no están publicadas y, por otro lado, la redacción de memorias y el trato con la administración presenta sus propios requisitos, que pueden variar en función de los fondos a los que se aplique y del organismo que los gestione. El foco de las empresas debe estar en generar proyectos que les permitan transformarse y crear las bases de crecimiento de manera alineada con los criterios que marca Europa.

–¿Cuáles son los pasos previos que deben dar las empresas para poder optar a estas ayudas?

–El primero y más importante es cuestionarse su estrategia actual y trazar una nueva hoja de ruta incorporando las líneas directrices de crecimiento y transformación que marca Europa. Básicamente son dos: digitalización y sostenibilidad. Para esta actividad de reflexión estratégica es muy recomendable que se apoyen en empresas externas. Es la mejor manera de generar nuevos puntos de vista y salir del día a día. El segundo paso es generar la hoja de ruta de proyectos que van a posibilitar conseguir los objetivos de transformación y crecimiento que la empresa se haya marcado. Y, finalmente, buscar qué líneas de incentivos se ajustan mejor a cada proyecto y presentarse. De todos modos, las empresas interesadas en acceder a los fondos, tengan o no un proyecto, pueden descargarse de forma gratuita en nuestra web la guía que hemos creado sobre este tema y que confiamos que les va a ayudar a hacerlo viable.

–¿Cuáles son los requisitos básicos para que un proyecto sea elegible? ¿A qué objetivos deben dirigirse las propuestas? ¿Deben ser transformadoras y tendentes a contribuir a la transición digital, energética y del modelo productivo o caben otro tipo de propuestas?

–Los proyectos elegibles deben tener un carácter transformador y basarse en la transformación digital del negocio y en la sostenibilidad (la transición energética se podría incluir aquí). A partir de ahí, existen muchas casuísticas en función del sector o del tipo de industria. No van a caber proyectos de carácter incremental o donde la innovación no sea una línea de trabajo clara. Será muy valorable que los proyectos sean colaborativos y si esta colaboración tiene carácter público-privado, aún mejor. Europa persigue que el tejido empresarial se transforme para poder competir con EE UU y China y que, además, se haga de manera sostenible y cumplir con los objetivos de 2050.

–¿El grado de exigencia será elevado? ¿Habrá mucha fiscalización por la Comisión Europea para verificar que los proyectos subvencionados se ajustan a los objetivos?

–Yo no diría elevado, más bien serán estrictos con el carácter transformador del proyecto. Europa va a mirar con lupa a qué se dedican los fondos. No va a ser una barra libre. Pero esto tampoco es motivo de preocupación. Aquella empresa que sea consciente de la oportunidad que le ofrecen estos fondos, no debe tener problema en presentar proyectos en la línea que exige Europa. Es más, está obligada a hacerlo si, de verdad, está convencida de que su competitividad pasa por ahí y su supervivencia depende de eso.

–¿Hay sectores económicos preferenciales y con más oportunidades de que sus proyectos sean aceptados?

–Parece que el sector del automóvil va a gozar de un carácter preferencial, ya que es estratégico para la Unión Europea y tiene retos por delante que encajan perfectamente con la transformación digital, la sostenibilidad y la transición energética. Pero otros muchos sectores como la rehabilitación de viviendas, el transporte, las tecnologías digitales también van a ser importantes. A sectores como el turismo se les va a exigir que presenten también proyectos transformacionales y que los fondos no se destinen al modelo anterior al covid o a sufragar pérdidas. En principio cualquier sector industrial va a poder optar a fondos, pero hay sectores que son más dinámicos y están acostumbrados a innovar, con lo que les costará menos diseñar esa hoja de ruta que hablábamos antes. A sectores más estáticos y aparentemente menos presionados por el mercado, tendrán más dificultades.

–¿Es preferible presentar proyectos individuales por empresas o tendrán más consideración aquellos que emanen de la colaboración entre distintos actores y sectores?

–Es preferible la colaboración y mejor si es público-privada. Por una razón muy sencilla: mientras más empresas y más instituciones colaboren entre sí, el resultado tiene más posibilidades de ser transformador para la economía y para la sociedad.

–¿Serán más elegibles los proyectos privados que aquellos que dimanen de la colaboración público-privada?

–No tengo una respuesta clara. En principio, un proyecto privado podría tener la misma repercusión positiva que uno público-privado. En cada caso primará el grado de innovación y de alineamiento con los criterios de la UE. Yo me inclino a que no va ser un criterio decisivo, importante sí, pero no decisivo. Desde el punto de vista económico y de eficiencia no tendría sentido incluir criterio subjetivos.

–Las grandes empresas ¿tendrán ventajas sobre las pymes?

–Al ser de mayor tamaño podrán liderar grandes proyectos transformadores colaborativos, pero en esos proyectos es muy posible que se exija la presencia de pyme. Además se van a crear líneas específicas para pymes y se van a dotar de más presupuestos a líneas existentes. Parece lógico pensar que las pymes sean el gran objetivo a salvar, ya que nuestro tejido productivo está formado básicamente por este tipo de empresas.

–¿La transición energética hacia una economía descarbonizada es una oportunidad para tramitar proyectos?

–Sin duda. Es una gran oportunidad, quizá la mayor de todas. Mejorar la eficiencia de los hogares, migrar hacia la generación de energía renovable, etcétera, son grandes proyectos que van a recibir el respaldo de Europa.

–Regiones con tradición industrial como Asturias, muy condicionadas a su vez por la descarbonización eléctrica, siderúrgica y de otras industrias, ¿tienen una oportunidad o ventaja para lograr que sus proyectos sean considerados?

–Sí. Se les va a exigir que miren a largo plazo y que se reindustrialicen basándose en fuentes de energía renovables y generando industrias de mayor valor añadido, nacidas de la innovación, de la digitalización y preparadas para los nuevos retos que como sociedad tendremos que hacer frente.

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