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De la carbonera a la hidrogenera: así quiere construir Asturias su futuro industrial

El Principado quiere dar el salto del carbón al hidrógeno “verde”, un combustible que no se espera que sea competitivo en costes al menos hasta 2030, según la Comisión Europea

De la carbonera a la hidrogenera

Si los proyectos de energías renovables que se manejan en Asturias salen adelante con la inyección de fondos europeos, el hidrógeno “verde” está llamado a ser el nuevo carbón. Empresas eléctricas, gasistas, mineras, de ingeniería y de transportes han planteado ya en la región 24 proyectos valorados en 3.200 millones de euros en toda la cadena de valor del hidrógeno “verde”, desde la producción al consumo industrial, pasando por la fabricación de componentes para su obtención, la distribución, el almacenaje, el uso para el transporte o la exportación.

El hidrógeno se emplea como combustible desde principios del siglo XIX y el “boom” que está experimentado ahora está vinculado a la “Estrategia del hidrógeno para una Europa climáticamente neutra” que promueve la UE con unos objetivos ambiciosos: alcanzar en 2030 los 40 gigavatios, más que potencia instalada en España en eólica y fotovoltaica juntas. Europa quiere hidrógeno y como tiene el grifo para financiar la transición energética ha generado una cascada de proyectos. Una inmersión en el hidrógeno requiere del manejo de su vocabulario. Todo asturiano sabe lo que es una caldera, una carbonera o una escombrera. Ahora deberá saber lo que es un electrolizador, una pila de combustible o una hidrogenera.

¿Qué es el hidrógeno?

Es el más ligero de los elementos químicos y el más abundante en la naturaleza. En condiciones normales se encuentra en estado gaseoso y es insípido, incoloro e inoloro.

¿Es una fuente de energía?

No es una fuente de energía primaria como el carbón, el aire o el sol, pero sí hace la función de portador de energía, como una batería. En realidad es un vector igual que la electricidad, que permite utilizar la energía contenida en fuentes fósiles o renovables para, por ejemplo, encender una bombilla.

¿Tiene impacto ambiental el hidrógeno?

Depende de la fuente de energía utilizada para su obtención. Actualmente más del 90% del hidrógeno consumido se produce a partir de combustibles fósiles. Por ejemplo, ArcelorMittal lo utiliza en uno de sus hornos altos de Gijón, pero es obtenido a partir de gases de las baterías de coque. Aunque es un avance en economía circular sigue habiendo emisiones. Si para producir el hidrógeno se utilizan solo energías renovables, ya no hay vertidos de gases de efecto invernadero. Es el hidrógeno verde por el que apuesta la UE.

¿Cómo se obtiene el hidrógeno “verde”?

Hay diferentes métodos, pero en todos los proyectos que se manejan en Asturias se utiliza el proceso químico conocido como electrólisis. Este método utiliza la corriente eléctrica para descomponer moléculas de agua (H2O) en oxigeno (O2) e hidrógeno (H2). El proceso se realiza en un electrolizador y se necesitan importantes volúmenes de agua –abundante en Asturias– y, sobre todo, de energía renovable –por eso los proyectos que se plantean en la región se vinculan a la instalación de grandes parques eólicos terrestres y marinos flotantes, y a plantas fotovoltaicas–. Una forma de rebajar la aportación energética es haciendo la operación a temperaturas elevadas y por ello disponer de una fuente de calor residual procedente de otro proceso industrial es una ventaja. De ahí que varios de los proyectos que se plantean en Asturias estén vinculados a térmicas y a la gran industria.

¿Es un tecnología competitiva en precios?

En la actualidad, el hidrógeno renovable no es competitivo en términos de costes frente al hidrógeno de origen fósil. Según estimaciones de la Comisión Europea, los costes actuales del hidrógeno de origen fósil se sitúan en torno a 1,5 euros/kg sin tener en cuenta el coste de las emisiones de CO2. Por su parte los costes del hidrógeno renovable son de entre 2,5 y 5,5 euros/kg. Sin embargo, la Comisión Europea destaca que están bajando rápidamente. El coste de los electrolizadores se ha rebajado un 60% en los últimos diez años y se espera que caiga a la mitad en 2030 en comparación con el actual. En regiones con electricidad renovable barata, se espera que los electrolizadores puedan competir con el hidrógeno fósil en 2030.

¿Qué usos tiene?

El hidrógeno “verde” es una solución clave para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en sectores que son difíciles de descarbonizar y en los que la electrificación es complicada o imposible. Es el caso de sectores industriales como la producción de acero (de la que en Asturias dependen 5.000 puestos de trabajo directo) o el transporte pesado. Como vector energético sin carbono, el hidrógeno también permite el transporte de energía renovable a larga distancia –puede mezclarse con el gas natural hasta en un 20% y viajar por sus mismas redes– y el almacenamiento de grandes volúmenes, lo que permite resolver la intermitencia de parte de las renovables.

¿Cómo puede ayudar a descarbonizar la siderurgia?

Sustituyendo los combustibles fósiles en la fabricación de acero. Pasando del coque al hidrógeno verde.

¿Y el transporte pesado?

El hidrógeno es una opción prometedora cuando la electrificación es difícil. Por ejemplo, en autobuses urbanos, en flotas de camiones o en tramos de red ferroviaria sin catenaria. En esos casos el hidrógeno funciona como combustible y los repostajes se hacen en estaciones de servicio denominadas hidrogeneras (en Siero se ha proyectado la primera de Asturias). El hidrógeno se almacena en los vehículos y se hace reaccionar con oxígeno en un dispositivo denominado pila de combustible que es como un generador de electricidad que hace mover el autobús, el camión o el tren. El primer vehículo ferroviario del mundo movido por hidrógeno fue el “Fabiolo”, desarrollado en Asturias, y actualmente en Alemania ya hay trenes comerciales que lo usan.

¿Es seguro el hidrógeno?

El hidrógeno es un gas altamente inflamable. No obstante, existen coches comerciales que utilizan desde hace años hidrógeno con toda normalidad. A diferencia de la gasolina, el hidrógeno en caso de rotura del depósito se evapora y tiende a subir, lo que evita derrames que puedan generar incendios.

¿Y que ocurre en los túneles?

El Centro Nacional del Hidrógeno ha realizado ensayos de dispersión en el túnel de San Pedro de Anes, en Siero. “Han sido estudios de seguridad pioneros”, destacó Belarmina Díaz, directora general de Energía del Principado.

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