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Fallece Carlos Manuel Rodríguez, consejero delegado de Cafento

Murió de un infarto mientras asistía a un funeral

Carlos Manuel Rodríguez

El empresario asturiano Carlos Manuel Rodríguez, consejero delegado de Cafento, falleció hoy víctima de un infarto a los 51 años. Había sido presidente de la Empresa Familiar de Asturias y fue vocal de la Cámara de Comercio de Oviedo. Natural de Tineo, murió mientras asistía a un funeral en la iglesia de San Juan, en la localidad tinetense de Sangoñedo. (Aquí puedes leer una de sus últimas entrevistas). La misa comenzó a las cuatro de la tarde y pocos minutos después el estado del empresario tinetense alertó a los asistentes de que algo iba mal. Según una testigo presencial, se percataron de que le costaba respirar y parecía que se desvanecía, por lo que las personas más próximas a él lo sacaron al exterior de la iglesia donde le practicaron la reanimación cardiopulmonar mientras llegaba la ambulancia. Sin embargo, a la llegada de los sanitarios ya no se pudo hacer nada por su vida y solo pudieron certificar su muerte. Hasta el lugar también se trasladó la guardia civil para proceder al levantamiento del cadáver. 

Cafento es una empresa familiar asentada en Tineo cuyo crecimiento desde que Carlos Manuel Rodríguez había asumido la dirección habla con datos elocuentes. En 1999 tenía 80 empleados; ahora supera los 500 (en Asturias, 125, la mitad de ellos en Tineo y alrededores). En 2019 el grupo facturó 102 millones de euros. Ahora, pelea con la incertidumbre de hacer negocios en una sociedad en pandemia.

Todos los servicios están centralizados en Tineo, donde está la fábrica fundacional a la que ha sumado una en Bilbao y otra Dublín (Irlanda). Para la expansión internacional con preferencia en el mercado anglosajón, compraron el año pasado Java Republic en Irlanda pensando en el café infusionado y en el crecimiento del expreso.

Estudió Económicas en la Universidad de Navarra y recién licenciado se incorporó a la empresa familiar, Cafés El Gallego, de la que se hizo cargo siete años después, cuando empezó el deterioro cognitivo de su padre.

“Sentimos mucha impotencia al ver que no podíamos hacer nada por él, fue muy impactante para todos los que estábamos en el funeral, todos intentamos ayudar y le realizaron la reanimación hasta que llegó la ambulancia, pero fue fulminante”, relata una vecina de la parroquia que también asistía al funeral del vecino de Órrea que se estaba celebrando en la iglesia parroquial en el momento del suceso.

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