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El primer gran parque solar de Asturias toma como espejo los de las minas alemanas

Las antiguas explotaciones mineras ofrecen ventajas, como el bajo precio del suelo, para permitir que estas instalaciones florezcan

Antigua mina a cielo abierto de Cerredo

El primer gran parque solar de Asturias, que, de fructificar, se instalará en los terrenos que había ocupado la mina a cielo abierto de Cerredo (Degaña), tomará como espejo los que ya existen en Alemania o Reino Unido –lugares en los que hay menos horas de sol que en el Principado– y que por aquellos países se han convertido en un emblema de la transición energética, que ahora encara la región. En esos lugares, especialmente en tierras germanas, las antiguas explotaciones mineras, ahora cerradas, se han convertido en lugares idóneos para que florezcan estos huertos solares, gracias, especialmente, al ahorro de costes. Las minas tienen ya una serie de infraestructuras que facilitan el acomodo de los paneles solares y suelen contar con líneas de transmisión de la electricidad. Dos importantísimas ventajas.

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El proyecto para Cerredo está impulsado por la valenciana Ingesanc Energy, ocupará cien hectáreas, estará compuesto por 93.500 paneles fotovoltaicos, tendrá una potencia instalada de 47 megavatios (MW), cuenta con un presupuesto de más de 30 millones y está previsto que se complemente con una minicentral hidroeléctrica y una planta de producción de hidrógeno verde. Su reflejo serán los que ya están en funcionamiento en Alemania. Como el de la antigua mina de lignito de Goettelborn en Saarland (al suroeste del país), que en 2004 se convirtió en el parque de energía solar más grande de los de su tipo. Tiene 33.500 módulos solares. El ejemplo figura, de hecho, en la memoria del proyecto que Ingesanc ha presentado a la Dirección General de Calidad Ambiental y Cambio Climático del Principado para iniciar la tramitación ambiental de Cerredo Solar. No es el único ejemplo. La valenciana asegura que en Reino Unido se desarrolló en 2011 una granja solar fotovoltaica a gran escala en los terrenos que antes había ocupado la mina de estaño de Wheal Jane, cerca de Truro, en Cornwall. Hay muchos más casos en los que verse reflejado. Otro de ellos está también en Alemania, en las instalaciones de una antigua mina a cielo abierto de Espenhaln, en Leipzig. “En estos lugares mineros, la producción de energía solar es una posibilidad estratégica. Por un lado, hay una percepción social positiva hacia estas energías renovables y estos proyectos permiten crear nuevos empleos, particularmente durante la fase de construcción”, señala la memoria elaborada por Ingesanc. En un principio, la compañía valenciana tiene previsto crear 51 puestos de empleo durante la fase de construcción, y 9 fijos en el momento en el que la instalación esté ya en marcha para realizar las labores de mantenimiento.

“Tiene una tremenda carga simbólica, porque supone cerrar un ciclo, pasar del carbón a las energías renovables”, sostiene Javier Fernández Font

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Otros dos factores importantes para que estos huertos solares florezcan donde antes se arrancaban minerales a la tierra son que esas explotaciones suelen ocupar grandes áreas de terreno con formas planas o ya remodeladas por la actividad minera que son adecuadas para instalar estos paneles y que el precio del suelo suele ser bajo. Más que en otras ubicaciones.

Una “carga simbólica”

La Unión Española Fotovoltaica (UNEF) valoró muy positivamente el proyecto presentado por la compañía de Valencia para Cerredo. “Tiene una tremenda carga simbólica, porque supone cerrar un ciclo, pasar del carbón a las energías renovables”, sostiene Javier Fernández Font, delegado en Asturias de esta patronal sectorial. El empresario destaca que se trata de un proyecto muy bueno desde el punto de vista tecnológico, ya que plantea la hibridación de la producción para que la instalación no esté a oscuras durante la noche, cuando, lógicamente, no se puede producir energía solar porque no hay luz. Por eso, se plantea la creación de una minicentral hidroeléctrica de bombeo. Para ello, se utilizará el cono invertido de la antigua mina, de 20 hectáreas, como embalse que se llenará por el día con el agua del cercano Arroyo Rozarreo (ubicado a 660 metros), que se bombeará usando tecnología solar. Y, por la noche, se soltará esa agua a unas turbinas para generar electricidad. De esa forma, se podrán aprovechar al máximo durante todo el día las infraestructuras de evacuación (las líneas y los centros de transformación). “Es una hibridación perfecta”, señala Fernández Font.

El portavoz de UNEF también pone el acento en que “es una apuesta tremenda por las energías renovables, y más concretamente, por la solar, y es un paso valiente. Desde la asociación estamos muy contentos con esta inversión”.

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