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TSK cerró en 2020 con beneficio bruto pese a la caída de ventas por el covid

La ingeniería suma una cartera de proyectos de 2.000 millones l Su plan a 2023 priorizará renovables, almacenamiento energético y digitalización

Sabino García, presidente de TSK.

La ingeniería gijonesa TSK –que acabad de anunciar su nuevo plan estratégico para 2021-2023, fundamentado en las energías renovables, el almacenamiento energético, la reutilización de residuos, el hidrógeno, la eficiencia energética y la digitalización– ha contratado en lo que va de año proyectos por valor de 563 millones, con lo que su cartera de trabajo se sitúa en un importe cercano a los 2.000 millones.

El año pasado, la compañía, dominada por la familia García -de origen sierense-, cerró el ejercicio con un “ebitda” o resultado bruto de explotación positivo de 65 millones aunque la facturación se redujo el 35%, hasta los 590 millones (frente a los 910 millones de 2019), como consecuencia de “la ralentización de la actividad y paralización de proyectos durante 2020 como consecuencia de la pandemia”, explicó el grupo.

Pese a que a la merma de los ingresos se sumó el aumento de costes causados por el covid (TSK estima el impacto negativo en más de 50 millones), la ingeniería logró un beneficio bruto (antes de impuestos) de 8 millones.

La contratación a lo largo del pasado ejercicio se mantuvo en cifras máximas de la compañía (900 millones), lo que, sumado a la carga de trabajo preexistente y a la lograda desde el pasado enero, arroja el volumen total de 2.000 millones, lo que garantiza la actividad de la empresa durante tres años y augura, según la empresa, la recuperación de las ventas durante el presente ejercicio.

Su filial de energías renovables, Esersa, tiene 5.000 megavatios en distintas fases de desarrollo en diversos países.

Plan estratégico

Para el trienio 2021-2023, el nuevo plan estratégico de TSK prevé una facturación de 3.000 millones, lo que supondrá regresar a un promedio anual de 1.000 millones y duplicar la cifra de negocio de 2020.

La ingeniería gijonesa, con 1.000 empleados y cuatro centros tencológicos especializados en distintos negocios (Gijón, Madrid, Vitoria y Colonia, en Alemania), ha diseñado un plan estratégico basado en los desafíos de las transiciones energética y digital, y, como ya se anunció en febrero, ha presentado manifestaciones de interés para acceder a los fondos europeos de reconstrucción para proyectos que suman una inversión de 800 millones en España, de ellos 500 millones en Asturias.

La compañía, con experiencia en casi una treintena de países en la aplicación de tecnologías solar, eólica, biomasa, hidráulica y geotermia, está desarrollando desde 2019, con su socio británico Highview Power, el almacenamiento energético mediante aire líquido. Ya han sido adjudicatarios de una planta en Reino Unido y está cerrando otros contratos en este mismo país, EE UU y España.

En la reutilización de residuos, TSK está diseñando una planta de pirolisis en Australia para obtener biocombustibles con residuos agrícolas y otra en Irlanda para generar gas de síntesis con basuras. A su vez, trabaja en proyectos para combinar plantas de gas con renovables y almacenamiento. Y ha creado una división de innovación para la digitalización de la industria, en lo que ya tiene experiencia y soluciones tecnológicas propias.

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