Como se esperaba y a pesar de las crecientes presiones inflacionistas, el consejo de gobierno del Banco Central Europeo (BCE) ha decidido este jueves mantener sin cambios su política monetaria ultraexpansiva para apoyar la recuperación de la economía de la eurozona en plena recta de salida de la pandemia del coronavirus. Los tipos de interés oficiales de referencia, así, seguirán en los niveles mínimos históricos en que llevan instalados desde marzo del 2016 y los programas de compra de deuda pública y empresarial permanecerán sin cambios ni en su cuantía ni en su duración.

La inflación viene despertando desde hace meses la preocupación de los mercados. El indicador que mide la subida anual de los precios se situó en el 4,2% en Estados Unidos en abril, con un avance del 3% de la tasa subyacente (la que no toma en cuenta los precios de energía y alimentos no elaborados). En la zona euro se llegó al 2% en mayo y en Alemania ya se ha alcanzado el 2,4%. En España, el dato adelantado del IPC del mes pasado es el 2,7%, la mayor tasa desde febrero de 2017.

Así las cosas, los inversores temen que los bancos centrales se vean obligados a retirar medidas de estímulo para contener esta evolución, pero las autoridades monetarias vienen insistiendo desde hace tiempo en que se trata de un efecto coyuntural y transitorio. El objetivo del BCE es que la inflación esté de forma consistente por debajo pero cerca del 2%, si bien es un objetivo simétrico, es decir, que puede permitir desviaciones al alza si se logra el objetivo a medio plazo.

Así, el BCE ha decidido dejar el precio oficial del dinero en el 0%, mientras que la facilidad marginal de crédito (el dinero que cobra a los bancos por prestarles) se mantendrá el 0,25% y la facilidad de depósito (el dinero con que remunera a los bancos por guardarles el dinero) permanecerá en el -0,50% (es decir, que les cobra en lugar de pagarles).

Además, el programa de compras de emergencia frente a la pandemia (PEPP), creado en marzo del año pasado y ampliado en junio y en diciembre, mantendrá su dotación total de 1,85 billones de euros y seguirá en vigor "al menos hasta final de marzo de 2022 y, en todo caso, hasta que considere que la fase de crisis del coronavirus ha terminado", mientras que el programa de compras de activos (APP), lanzado mucho antes de la llegada del coronavirus, continuarán a un ritmo mensual de 20.000 millones de euros.

Cuestión de mensajes

Las miradas están puestas en los mensajes que pueda lanzar la presidenta del organismo, Christine Lagarde, en la rueda de prensa posterior a la reunión del consejo de gobierno y en las nuevas previsiones económicas que presentará, muy probablemente mejores que las que anunció en marzo. Una de los instrumentos de la política monetaria es, precisamente, lo que se conoce como 'forward guidance', es decir, la emisión de mensajes para que los agentes económicos puedan conocer qué planean hacer los bancos centrales a medio plazo. Los analistas, de hecho, no esperaban grandes novedades de la reunión de este jueves, habida cuenta de los mensajes lanzados en las últimas semanas por miembros del consejo de gobierno de la autoridad monetaria. 

"El gran debate en la reunión de junio del BCE será si la institución reduce o no el ritmo de las compras de activos del QE. El argumento a favor de la reducción de las compras es que la recuperación económica europea se está fortaleciendo a medida que se acelera la retirada de las vacunas. El argumento a favor de mantener las compras al ritmo actual es que cualquier reducción corre el riesgo de desencadenar una corrección del mercado. Tras los mensajes coordinados de los portavoces del BCE en los últimos días, esperamos que la autoridad monetaria europea mantenga el rumbo y siga comprando activos al elevado ritmo actual. Pero en cualquier caso, los inversores querrán ver cómo el BCE enhebra la aguja de hablar de la recuperación económica, evitando al mismo tiempo la temida palabra 'tapering' (retirada de estímulos)", ha apuntado Paul Diggle, de Aberdeen Standard Investments, en una nota.

"El comunicado del BCE deberá ratificar el compromiso de la institución a mantener las condiciones de financiamiento ampliamente acomodaticias, incluso frente a un panorama macroeconómico relativamente más favorable que en la revisión del pasado mes de marzo. Lagarde probablemente recibirá preguntas sobre cuándo se planea el inicio de la reducción de los estímulos, algo de lo que también se especula sobre la Fed. En vistas de un panorama plagado de incertidumbre y con efectos inflacionarios transitorios que deberán moderarse eventualmente este año, el BCE deberá dejar esa decisión para el encuentro de septiembre como mínimo. Esto dará margen para mantener un ritmo de compras bajo el programa PEPP 'significativamente alto', al menos en el discurso, mientras que en la práctica el Banco podría manejar las compras con mayor discreción sin tener que cambiar su lenguaje", ha añadido Monex Europe en su informe diario sobre divisas. 

"El tema principal, a nivel macroeconómico, sigue siendo la inflación, que ayer destacó cómo en China los precios al productor aumentaron a la tasa anual más rápida en los últimos 12 años en mayo, impulsados por el aumento de los costes de las materias primas. En realidad, sin embargo, el mercado parece reflejar otro tipo de expectativas, con los bonos a 10 años de Estados Unidos cayendo ahora por debajo del umbral del 1,5%, lo que explica por qué las bolsas siguen estando fuertemente respaldados en esta fase. Claramente, la reunión del BCE de hoy, y especialmente la de la Fed la semana que viene, será esencial para obtener más detalles sobre las futuras estrategias en política monetaria y las expectativas en términos de inflación y crecimiento económico para los próximos meses", ha indicado Edoardo Fusco Femiano, analista de mercados de eToro.