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La escalada de las materias primas pone ya en riesgo la actividad del metal y la construcción

El incremento de los costes compromete la expansión de las renovables | Femetal advierte: “Si la subida continúa, vienen curvas”

Una de las termnales de El Musel.

De un tiempo a esta parte, el fortísimo incremento de los precios de las materias primas está siendo el mayor quebradero de cabeza para las empresas asturianas del metal, según desvela una encuesta realizada en este sector clave de la economía regional. Muy por encima ya de otras preocupaciones, ahora más mundanas. Los altos costes de productos como los combustibles, el hierro, el acero, el cinc y un larguísimo etcétera están lastrando y ahogando la actividad de las empresas asturianas que durante estos últimos meses están lanzándose a intentar renegociar contratos con sus proveedores o, cuando esa alternativa falla, están parando obras, como ocurre en la construcción. El contagio afecta a actividades claves de cara al futuro. Señala Javier Fernández Font, portavoz en Asturias de la Unión de Empresas Fotovoltaicas (Unef) que el despliegue de proyectos de energías renovables puede frenarse. No en seco, pero sí que se comienza a ralentizar.

“Solo hay que pensar en lo que puede costar ahora una torre eólica, con las cantidades de hierro que necesita, o los paneles solares. Si antes te gastabas cinco millones en un proyecto de estos ahora pueden ser nueve”, señala Fernández Font. Y añade: “No creo que haya un riesgo de parón, porque la descarbonización tiene que ser con las renovables, pero sí que hay una amenaza seria de ralentizar todo el proceso”.

La patronal FADE define lo que está ocurriendo como un “efecto dominó”. La primera ficha en caer fue en China. La pandemia obligó a parar sus fábricas y cuando la demanda repuntó se vieron desbordadas. “Sectores como el metal o la construcción se están viendo particularmente afectados, aunque prácticamente todos sufren retrasos e incremento de los precios, lo que está impidiendo que la rentabilidad de las empresas vaya pareja a la reactivación”, agrega la FADE.

El metal le pone cifras a estas sensaciones. Dice Femetal que los costes se han incrementado un 23%. Un porcentaje que, asegura la patronal, “está suponiendo un trastorno grave”. Y añade: “La situación es preocupante, porque, junto a la vertiginosa subida de los precios de la energía, todo dificulta aún más la recuperación económica de las empresas”. Solo hay que echar una mirada a las estadísticas de las importaciones para ver como el coste de los productos que las compañías asturianas adquieren en el extranjero se ha multiplicado por dos o por tres.

“Necesitaremos algunos semestres más para saber si esta es la nueva normalidad u otra burbuja que se desinfla. De momento, los expertos hablan de un superciclo de materias primas y si fuese así, más vale agarrarse que vienen curvas”, opina Femetal.

Comprar un coche se ha convertido desde que comenzó la crisis global de las materias primas en un ejercicio de paciencia. La falta de “chips” para los ordenadores de abordo con los que vienen equipados ahora todos los vehículos ha provocado que los tiempos de espera se hayan multiplicado y puedan superar incluso los cuatro meses. “Los coches están parados en las fábricas esperando por los componentes que se dejaron de fabricar durante la pandemia, pero ahora las factorías están desbordadas”, asegura Rogelio Cuesta, presidente de la asociación asturiana de concesionarios y talleres (Aspa).

En los talleres pasa algo muy similar. “Llevo cinco semanas esperando por una pieza para hacerle un arreglo a un cliente”, asegura Cuesta. Y la pieza no acaba de llegar. No es la primera vez que le pasa. “Ya estuve esperando por otros tres meses”, agrega. En los concesionarios la situación se ha vuelto tan peliaguda que, si a los clientes les corre mucha prisa el coche, es muy probable que se queden sin elegir el color. Por no demorar más las entregas. La principal consecuencia de estos retrasos es que, de unos meses a esta parte, la venta de coches de segunda mano está subiendo como la espuma, explica Cuesta. Por evitar las colas.

La crisis de los “microchips” que atenaza desde hace tiempo a la industria del automóvil se extiende ahora hacia otros sectores. Algunas marcas de teléfonos móviles, por ejemplo, han avisado que solo tienen productos en el almacén para unas pocas semanas. Después puede haber escasez. Lo mismo puede ocurrir con los electrodomésticos, dicen los expertos. Aunque, por el momento, los comerciantes asturianos están tranquilos y no prevén problemas. Carmen Moreno, gerente de la Unión de Comerciantes de Asturias, asegura: “Ahora las fábricas solo funcionan bajo pedido y, si hay mucha demanda, puede haber cierta demora en las entregas; la situación nos pilla en un momento en el que el consumo está tirando para arriba”. El problema, argumenta, es que el sistema está desajustado. No obstante, precisa: “No va a haber desabastecimiento, puede haber alguna crisis puntual, pero nada más”.

Ahora las fábricas solo funcionan bajo pedido y, si hay mucha demanda, puede haber cierta demora en las entregas; la situación nos pilla en un momento en el que el consumo está tirando para arriba

Carmen Moreno - Secretaria general de la Unión de Comerciantes de Asturias

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A quien sí que ahoga esta crisis de las materias primas es a los transportistas, pero por culpa del espectacular alza que está experimentando el precio de los combustibles. Ovidio de la Roza, presidente de la patronal Asetra, cifra el incremento de los costes para el sector en un 30%. “Lo peor es que no se ve el final, la subida está siendo continua desde hace meses”, expone. Este sector también está sufriendo retrasos a la hora de intentar renovar sus flotas. Los camiones nuevos tardan en llegar, por los mismos motivos explicados por Rogelio Cuesta.

Todos los sectores están afectados. Sin excepción. “El problema comienza a ser importante, pues nos encontramos, no solo ante la carencia del material, también con plazos de suministro muy largos y, lo que es aún peor, indeterminados”, apunta Luis Nevares, presidente de la Asociación de Empresarios de Fontanería, Calefacción y Saneamientos (Afoncasa). “Existe una inflación desmedida y preocupante, y por un producto que antes tardaba una semana ahora hay que esperar seis meses”, explica. Y apostilla: “Corremos grandes riesgos y tanto los empresarios como los ciudadanos vamos a pagar las consecuencias de esta situación”.

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