La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La incertidumbre de los que más estudian

La tesis doctoral del asturiano Héctor Lasheras desmonta la idea de que una mayor formación asegura el empleo

Héctor Lasheras. | Irma Collín

Cuanto mayor es el nivel de estudios, los estudiantes universitarios tienen más incertidumbre y, por lo tanto, menor estabilidad emocional. Es decir, tener más formación no te hace estar más tranquilo a la hora de buscar un empleo. Más bien todo lo contrario. Esta contraintuitiva conclusión –opuesta a las creencias generalizadas– figura en una tesis que hace unas semanas presentó en la Universidad de Oviedo Héctor Lasheras, graduado en Trabajo Social y con un máster en Protección Jurídica.

Para llegar a ese colofón, Lasheras se basó en las respuestas dadas por miles de trabajadores, en su gran mayoría antiguos estudiantes universitarios de la región y participantes en planes de empleo de Oviedo y Gijón. “Vimos que los universitarios eran los que más incertidumbre laboral tenían, en parte por las propias expectativas que te generaban los estudios”, agrega. La tesis recibió la calificación “cum laude”, la máxima.

Uno de sus objetivos era estudiar la precariedad de los jóvenes universitarios asturianos. “Lo que trataba era de ver si esas típicas conversaciones de chigre sobre lo mal que están las cosas eran verdad”, señala. Le motivó también conocer muchos ejemplos de precariedad a su alrededor. “Antes, un salario te permitía mantener una casa y tener un par de hijos, ahora no”, señala. Conceptos modernos e importados como el “coliving”, “coworking” o el de “uberización” solo esconden una precarización del mercado laboral, afirma.

Antes de entrar en harina con las conclusiones de la tesis conviene apuntar que el trabajo lo realizó apoyándose en la labor de un grupo de investigación surgido en la propia Universidad de Oviedo, del que Lasheras forma parte y que diseñó un cuestionario de cien preguntas para conocer la relación de los jóvenes con el mercado laboral. Hacer ese cuestionario llevó al grupo más de tres años. Lasheras seleccionó parte de las preguntas y respuestas para hacer su trabajo. El cuestionario elaborado en Asturias está tomando dimensión y ya hay grupos de investigación de otras universidades –en lugares como Reino Unido o Brasil– que lo utilizan para analizar las condiciones sociales y económicas de los trabajadores. “Es una herramienta que va creciendo; la ventaja es que cada uno puede estudiar lo que quiera porque hay bloques para el consumo de drogas; para medir los niveles de ansiedad; la salud laboral; los niveles de empleo; datos sociodemográficos.... Puedes hacer los cruces que necesites”, comenta el autor de la tesis.

En su caso particular, una de las bases se fundamenta sobre esa creencia según la cual, a mayor formación, más posibilidades de encontrar empleo. “La cuestión era plantearse si les está compensando a los estudiantes de las universidades dedicar tanto tiempo y recursos a formarse”, explica. Y añade: “Cuando te metes a analizarlo ves que la Formación Profesional da casi tanto empleo como los estudios universitarios. Con lo que se desmontaba el discurso ese de ‘vete a la Universidad para conseguir un empleo’”.

Lasheras aborda en su investigación tres cuestiones concatenadas: la precariedad, la incertidumbre y las estrategias que se usan para buscar un empleo.

Sobre ese último asunto, el investigador asegura que “la tesis hace una crítica velada al Servicio Público de Empleo sobre lo que se llaman itinerarios personalizados (aquellos que orientan a los desocupados en su incorporación al mercado laboral)”. Y explica: “Las oficinas de empleo no están funcionando para encontrar trabajo, lo que funcionan son las redes sociales, los contactos...”. Otra crítica se refiere a lo que podría denominarse la cronificación de la educación. “Ponte que acabas la carrera en cuatro años, luego haces dos de máster, luego un doctorado, una formación... Pero el sistema laboral a los 45 te empieza a expulsar. ¿Merece la pena?”.

Otro apartado del estudio señala que los desempleados de más edad suelen tener buenos resultados al principio a la hora de elaborar sus estrategias para reincorporarse al mercado laboral. Generalmente, porque tienen ya tejida su red de contactos. Pero, ocurría algo curioso: si no encontraban trabajo pronto eran también los primeros en desanimarse y acababan por tirar la toalla. “Son personas que no encuentran buenas condiciones; el servicio público debería orientar sus recursos a esos desempleados de muy larga duración”, opina Héctor Lasheras.

Un dato llamativo de su tesis es que “la mayoría de los participantes asegura que firmaría tener menos ingresos a cambio de una mayor estabilidad”, destaca el investigador. Y por estabilidad los encuestados se refieren a tener una vivienda propia e hijos. Vamos, un proyecto de vida.

Compartir el artículo

stats