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Los nuevos ERE bancarios reducirán 300 empleos y más de 100 oficinas en Asturias

El ajuste se suma a un recorte del 44,6% de la red desde 2008 | El plan de Unicaja costará 368 millones y le ahorrará 97 millones al año

Una mujer observa el interior de una sede de Caixabank EFE

Los cinco grandes expedientes de regulación de empleo (ERE) negociados en los últimos meses por la banca española, el último de los cuales se pactó en viernes en Unicaja (que en julio absorbió al banco asturiano Liberbank), supondrá un recorte adicional de unos 300 empleos en el sector financiero de Asturias y la desaparición de más de un centenar de oficinas, cerca de una quinta parte de la red actual de la banca en la región, donde el sector cuenta con 537 sucursales. Los planes de ajuste se aplicarán entre este año y el próximo, aunque en el caso de Unicaja su ejecución podrá extenderse hasta finales de 2024.

Unicaja informó ayer que el ERE (sobre el que ya se firmó un preacuerdo, que ahora está pendiente de la formalización definitiva del documento) tendrá un coste para el banco de 368 millones de euros antes de impuestos, equivalentes a un impacto negativo de aproximadamente 107 puntos básicos (1,07 puntos porcentuales) en su ratio de solvencia. El plan será financiado con cargo al fondo de comercio negativo generado por la fusión al haber integrado Unicaja a Liberbank a un precio inferior a su valor en libros, de acuerdo con las cotizaciones bursátiles de la entidad y del conjunto del sector.

El ajuste reportará a su vez al banco malagueño unos ahorros anuales recurrentes de 97 millones de euros antes de impuestos una vez que se haya completado la aplicación del ERE.

En el conjunto de España, los ERE de Santander, Caixabank, BBVA, Sabadell y Unicaja (a los que se suman el de Ibercaja en su territorio y el de Abanca a resultas de la reciente integración de Bankoa y Novo Banco España) tendrán un coste superior a los 2.800 millones (que revertirán para las entidades en ahorros recurrentes y ganancias de eficiencia a partir de su aplicación) y supondrá un ajuste de 17.700 puestos de trabajo –16.978 si Unicaja aplica el mínimo de salidas previstas (1.314) y no el máximo (1.513)– y la desaparición de 3.941 puntos de atención al público.

Asturias soportará así en torno al 1,69% de esta nueva oleada de recortes de empleo del sector bancario español y el 3% del ajuste de red. La evaluación del impacto para Asturias se ha hecho con las cifras anunciadas en el comienzo del proceso en aquellos casos en los que los ERE se terminaron pactando bajo el criterio de dar prioridad a las adhesiones voluntarias.

Este ajuste en marcha se suma a una cadena de ERE consecutivos que se desencadenaron a partir de la última crisis financiera y sobre todo desde 2013. Algunos bancos han hechos varios sucesivos, caso del Santander (tras absorber al Popular) y recientemente el Sabadell con dos planes de recortes casi consecutivos. Unicaja ya tenía en marcha la salida (previa al actual ERE) de 437 personas y en Liberbank ya se habían iniciado 750 excedencias.

Desde la crisis financiera de 2008 y hasta finales del año pasado, los bancos de depósito redujeron su empleo en España en 95.670 personas, equivalentes al 35,32% de su plantilla. De los 270.855 trabajadores que había antes de la crisis financiera internacional, quedaban hace un año 175.185. Y es sobre esta cifra sobre la que ahora se está realizando un nuevo recorte de otros 17.000 puestos de trabajo.

En el caso de las oficinas bancarias, el ajuste hasta el pasado mes de junio fue del 53,7%: desde 2008 desaparecieron 24.563 sucursales de las 45.707 entonces existentes. Con el último dato oficial del Banco de España, la red bancaria española la forman en la actualidad 21.144 oficinas.

En Asturias la reducción de red ha sido en ese tiempo del 44,64%, nueve puntos inferior al promedio. De las 970 agencias bancarias existentes en 2008 se ha pasado a 537 el pasado mes de junio, tras la clausura en estos trece años de 433.

Luis de Guindos, vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), insistió hace una semana en la necesidad de seguir afrontando la baja eficiencia del sector bancario europeo, sus márgenes reducidos, el exceso de capacidad existente y su baja rentabilidad en comparación con otras áreas del mundo. La Autoridad Bancaria Europea (EBA) alertó a su vez de que los costes siguen siendo altos.

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