Augurar el futuro siempre ha sido una tarea ardua y arriesgada, pero en estos tiempos se ha convertido en un esfuerzo titánico. Cuando parecía que la recuperación había entrado en una senda ascendente que ya no tenía marcha atrás, la aparición de una inflación que llevaba décadas adormecida junto con el surgimiento de la variante ómicron del virus vuelve a empañar las perspectivas a corto plazo.

Sin embargo, si bien es posible que estos factores pueden producir algún altibajo transitorio, no harán descarrilar la recuperación económica en el medio plazo, menos ahora que se inyectarán importantes paquetes de inversión en varias economías del orbe. Es verdad que nuestro sector es especialmente vulnerable a estas mutaciones del virus, pero también es cierto que el extraordinario trabajo de una comunidad científica muy coordinada hace que el conocimiento del virus cada vez sea más exhaustivo, y las respuestas más rápidas y oportunas.

Con ese escenario macroeconómico y sectorial en mente, nuestra expectativa es que el turismo siga fortaleciendo su actual tendencia de recuperación. Esto serían excelentes noticias para la economía española, donde el peso del sector antes de la pandemia superaba el 12%. Sin embargo, no podemos obviar que el turismo contribuye de manera significativa al cambio climático, especialmente por el transporte de los turistas, pero también por la actividad de sus establecimientos, en tanto que su masificación deriva en sobreexplotación y degradación de áreas naturales.

Esa relación compleja entre turismo y medioambiente ha quedado plenamente al descubierto con la Covid-19. Basta con ver este número: en el año 2019, las emisiones de Paradores fueron de 21.000 toneladas de CO2 equivalente (tCO2-eq). El parón de la actividad en 2020 supuso que las emisiones se recortaran a entorno 16.000 tCO2-eq, un desplome del 24%. Éste es un gran dato: el asunto es lograrlo con la misma actividad de 2019 o superior, y no a costa del severo daño que ha sufrido nuestra industria turística.  

He ahí el difícil reto que tenemos por delante. Desde el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, y desde Paradores como instrumento de política turística, creemos que es preciso aprovechar la previsible recuperación del sector para cambiar de modelo turístico en España bajo el convencimiento de que la salud de nuestro planeta es la salud de nuestra industria.

Estamos hablando de descarbonizar tanto establecimientos hoteleros como destinos turísticos. Para ello debemos mejorar la eficiencia energética de nuestros edificios, generar ahorros en el consumo de energía mediante el control digital de las instalaciones, e introducir energías limpias y renovables. También impulsaremos la economía circular para integrar la producción y el consumo sostenible de las cadenas de valor de todo tipo de productos, también los de restauración, tan importante para Paradores.

Por último, cooperaremos con municipios y regiones para, una vez en destino, favorecer que el turista se mueva con alternativas sostenibles distintas al vehículo privado, prueba de nuestra apuesta por una oferta turística más diversificada, inteligente y respetuosa con el entorno que nos lleve a la España del interior. Con todo esto, no solamente ayudaremos a proteger el planeta, sino también a dinamizar regiones donde la mejor alternativa para obtener rentas es que nos hagan vivir experiencias extraordinarias y únicas compartiéndonos su cultura, paisajes, gastronomía y arquitectura.