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Asturias despide al banquero Ignacio Herrero, "reflejo de la antigua pujanza" de la región

Las hijas del marqués de Aledo destacaron el amor que sentía su padre por la región durante el funeral celebrado en Oviedo

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Asturias despide al banquero Ignacio Herrero Álvarez en un emotivo funeral Luisma Murias

El banquero Ignacio Herrero Álvarez, fallecido el pasado 31 de diciembre en Madrid a los 79 años, fue despedido ayer en la basílica San Juan el Real de Oviedo en un emotivo funeral en el que dos de sus hijas, Ágatha y Pandora, intervinieron emocionadas para cincelar el perfil humano de su padre, un hombre que definieron como culto, trabajador, innovador, con responsabilidad cívica, caritativo, romántico empedernido y amante de Asturias.

Con la muerte de Ignacio Herrero Álvarez, marqués de Aledo, se cierra una dinastía de banqueros que a lo largo de cinco generaciones ha contribuido al desarrollo económico de Asturias. Durante 30 años, Ignacio, ingeniero industrial y economista, trabajó en el Banco Herrero, entidad fundada por su bisabuelo Policarpo. Se incorporó a él en 1970 como apoderado general tras una estancia en el británico Midland Bank y lo abandonó en 2000, como presidente, tras ser adquirido por el Sabadell. Con su muerte, Asturias queda huérfana de banqueros en sentido estricto: aquellos que son al mismo tiempo propietarios y gestores. “Ignacio Herrero era el reflejo de una Asturias financiera e industrial que fue pujante. Si siguiéramos su ejemplo podríamos recuperar ese tono”, destacó a las puertas de la basílica ovetense Pablo Junceda, director general del Sabadell-Herrero y director adjunto de la entidad de origen catalán, que lamentó que en Asturias “se venda lo que va bien en vez de hacerlo más grande desde aquí”.

Dentro del templo, se habló menos de la figura empresarial de Ignacio Herrero y más de su perfil humano. El féretro con sus restos, cubierto por las banderas de España y de Asturias, fue introducido en la basílica por tres de los cinco hijos del fallecido (Ágatha, Rocío e Ignacio) y por tres de sus nietos (Nicolás y Rodrigo Quijano y Carlos March) mientras sonaban las notas de un réquiem de Mozart. Detrás del féretro, la viuda, Ágatha Pidal Vives, con sus otras dos hijas, Pandora y María, que estaba acompañada por su marido, Juan March de la Lastra, presidente ejecutivo de Banca March.

Al funeral asistió el alcalde de Oviedo, Alfredo Canteli, acompañado por el concejal Mario Arias. También destacaba la presencia, entre otros, del oftalmólogo Luis Fernández-Vega, presidente de la Fundación Princesa de Asturias; del empresario Rufino Orejas, presidente del grupo Orejas (Química del Nalón, Constructora Los Álamos...); del notario José Antonio Caicoya; del abogado Ignacio Álvarez-Buylla; del traumatólogo Alejandro Braña; de Germán y Tristán Martín González del Valle Chávarri, hermanos del barón de Grado; de Lucía Hidalgo, viuda del expresidente de Gas de Asturias Juan María Urquiola y madre de la arquitecta y diseñadora Patricia Urquiola, y de Juan Carlos Rodríguez-Ovejero, presidente de la Ópera de Oviedo.

La música clásica, junto con la caza, la pesca y el esquí, era una de las principales aficiones de Ignacio Herrero y tuvo especial protagonismo durante el funeral, en el que se interpretaron obras de Mozart, Haendel, Deiss, Jordán, Vaccai y Fauré, a cargo de un emsemble formado por miembros de la Orquesta Clásica de Arriondas, cinco cantantes líricos y el coro marinero “Manín” de Lastres. El “Ave María” de Schubert, en la voz solista de la mezzosoprano Bárbara Fuentes, fue un bálsamo cuando se hizo el silencio tras la comunión.

El funeral fue oficiado por el párroco de San Juan el Real, Javier Suárez, pero la homilía fue pronunciada por el cabraliego Daniel Rojo, que ejerce el ministerio sacerdotal en la diócesis de Getafe, en Madrid, y es amigo de la familia Herrero. De hecho, Rojo acompañó a Ignacio Herrero en sus últimos años cuando ya estaba “mermado de fuerzas”. “En los últimos días, quienes le conocían bien, me han destacado una y otra vez, como las cuentas de un rosario, la humildad y sencillez de su persona”, destacó Rojo, que añadió que el banquero “era un hombre muy culto, pero se sabía hacer pequeño con los pequeños y grande cuando tenía que serlo. Sabía estar con los grandes del mundo por su cargo y posición, y con las gentes sencillas, con los pescadores y los cazadores”, ensalzó el sacerdote. De ello dio fe, antes de iniciarse el funeral, José Manuel Rodríguez, exgerente de la Sociedad Astur de Caza, que en numerosas ocasiones acompañó al banquero en sus salidas por el monte. “Era un buen deportista y gran amante de la naturaleza”, aseguró Rodríguez en la despedida de su amigo.  

“Lo importante en esta vida no es lo que tenemos, es lo que somos”, reiteró Daniel Rojo durante la homilía, en la que destacó la etapa de Ignacio Herrero como presidente de la Cocina Económica de Oviedo. “Entendió que en esta vida estamos para aliviar el sufrimiento de los que tenemos cerca. Unos con poco y otros con mucho”, señaló el sacerdote.

Durante el funeral, los cinco hijos de Ignacio Herrero y tres de sus nietos se pusieron ante el micrófono para leer las sagradas escrituras, hablar del difunto y agradecer a los asistentes su presencia en la misa para acompañarles en el dolor. Incluso uno de los nietos, Juan March Herrero, hizo la tarea de monaguillo.

El funeral se había previsto inicialmente para el día 4 de enero, pero se pospuso hasta ayer al tener que hacer cuarentena por covid miembros de la familia Herrero. Allegados de la familia destacaron que ese aplazamiento, sumado a los efectos de la pandemia y al hecho de que el próximo día 17 también se celebrará un segundo funeral en Madrid, restaron afluencia. Tras la misa, las cenizas del banquero fueron depositadas en el panteón de la familia Herrero en el cementerio del Salvador de Oviedo.

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