El banquero Ignacio Herrero Álvarez, fallecido el pasado 31 de diciembre a los 79 años, recibió ayer una segunda despedida en forma de funeral. Tras el emotivo adiós que se le dio en Oviedo el pasado jueves, esta vez el escenario de la misa fue Madrid, la ciudad donde, sin perder los vínculos ancestrales con Asturias, reside buena parte de su familia. Más de doscientas personas acudieron a la parroquia de San Francisco de Borja, situada en el barrio de Salamanca, en un acto donde parientes y amigos volvieron a destacar que era un hombre “enamorado de Asturias”. Como homenaje a ese amor por la región, el funeral concluyó con la interpretación del himno a la Virgen de Covadonga.

Ignacio Herrero, marqués de Aledo, trabajó en el Banco Herrero –fundado por su bisabuelo Policarpo en 1911– y presidió la entidad hasta el año 2000, cuando ésta fue adquirida por el Banco Sabadell tras haber estado bajo control de la Caixa durante el lustro anterior. Ignacio Herrero Álvarez, que había sido al mismo tiempo gestor y propietario, “consiguió que el Herrero fuese el banco de confianza, puso sucursales en toda España y dio trabajo a miles de familias; ayudó a muchísima gente sin nunca presumir de ello”, comentó su hija Pandora Herrero Pidal, primogénita y futura marquesa de Aledo si el título no pasa a su hermano Ignacio, único varón.

El interior del templo madrileño, durante el funeral.

Pese a que han pasado varias semanas desde el fallecimiento de Ignacio Herrero, aquejado por una enfermedad durante los últimos 14 años, la emoción perduraba ayer entre los asistentes a la misa madrileña, sobre todo en su viuda, Ágatha Pidal. Tres de sus nietos cogieron el micrófono en uno de los momentos más sentimentales del acto, donde los jóvenes destacaron la faceta de “abuelo entrañable” del banquero. Pandora y Ágatha, dos de sus hijas, también leyeron una carta dedicada a su padre. “Tenía una mente privilegiada y era una persona muy íntegra. Lo querían tanto las altas esferas como los guardas forestales a los que se encontraba en sus excursiones”, destacó su hija Ágatha, también visiblemente emocionada.

Al igual que en el funeral celebrado en Oviedo, la música también fue protagonista. Ignacio Herrero, además de la caza, la pesca y el esquí, era un apasionado de la ópera y de la música clásica. Un coro interpretó hasta doce obras a lo largo del acto, lo que le dio aún mayor solemnidad. El banquero trasladó esa pasión a su hija Pandora, que recordó con nostalgia como escuchaban música en el despacho de su padre. Además, su primogénita destacó en su discurso que Herrero fue una de las personas que más hizo por la ópera en Oviedo. “Llevó a los mejores artistas del mundo al Teatro Campoamor”, aseguró.

Ágatha Pidal, viuda de Ignacio Herrero.

Antes de entrar en el Banco Herrero, Ignacio Herrero Álvarez trabajó en Inglaterra para el Midland Bank y tras esa estancia dicen que obtuvo “un sentido de humor muy inglés”, pese a ser una persona seria. “Lo conocían como el perfecto gentleman”, relató su primo Carlos Ferrari. También le encantaba Italia, en parte por su pasión por músicos como Giacomo Puccini y Giuseppe Verdi. Pero si se tenía que quedar con un sitio, sus hijas lo tienen claro: “Por más que recorrió el mundo lo que más le gustaban eran los montes de Asturias”.