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El patriarca Nozaleda, en la memoria de Camás

Se cumple un año del fallecimiento del fundador de una estirpe empresarial que inició su fortuna vendiendo pan en México, adonde emigró desde una aldea de Cabranes

Luis Nozaleda Maujo, en el centro con bastón, y Emilio Arenas, detrás de él, con familiares en Camás.

Camás, en el concejo Cabranes, tenía hacia los años 50 del pasado siglo dos o tres bares y sala de baile. Y empresa de autobuses que comunicaba con Nava pasando por Pruneda. Luis Nozaleda Maujo, de Pruneda, y Blanca Arenas, de Camás, cortejaban entonces y, como las demás parejas, iban a bailar, a los bolos y a pasear a la vera de la carretera. Cabe imaginarlos en esos paseos hablando de casarse –lo que harían tempranamente– y de buscar otro horizonte. “Aspiraban a una vida mejor y llevaban en el ADN el trabajo y el emprendimiento”, cuenta Teresa Blanco, amiga de los Nozaleda-Arenas, una estirpe que recuerda a muchas de Asturias que, en aquella época de dificultad para tantos españoles –la España autárquica del primer franquismo que caminaba hacia la bancarrota– tomaron el camino de la emigración: unos, hacia América, siguiendo la estela de quienes habían cruzado el Atlántico desde el siglo XIX; otros, en un éxodo hacia la Europa que remontaba su posguerra.

Luis Nozaleda Maujo, fallecido hará un año el próximo 31 de enero con 94 de edad –sin que su pérdida tuviera eco en aquel momento en los medios de comunicación–, y su esposa, Blanca Arenas, tomaron el camino de México en 1953, y se cuentan entre los asturianos que hicieron fortuna en esa ola de emigración. “Fue a base de luchar mucho; no había domingos ni festivos para ellos ”, añade Teresa Blanco sobre la vida de la pareja en México D. F.. Allí empezaron con una panadería-confitería, a la que siguieron otras aperturas, junto a Emilio Arenas, hermano de Blanca y aliado en los negocios durante décadas. La sociedad llegó a tener cerca de treinta establecimientos en la ciudad. “Según su procedencia, los emigrantes se especializaban en cosas distintas; en México el pan era a menudo cosa de los asturianos”, sostiene Luis Nozaleda Arenas, hijo primogénito de Nozaleda Maujo y cofundador y expresidente de la inmobiliaria Nozar. Creada en 1981, tras el retorno de la familia desde México, Nozar protagonizó lustros después, bajo la dirección de los hermanos Luis y Juan Carlos Nozaleda Arenas, una magna expansión pegada al boom de la vivienda y del crédito, y cayó desde 2009 en una quiebra del mismo calibre cuando al auge siguió la Gran Recesión (2008-2013).

El retorno de los Nozaleda-Arenas a España se produjo en un contexto de dificultad en el país norteamericano, de devaluación monetaria, hiperinflación y grandes dificultades para muchas empresas. Además de la cadena de panaderías-rustidoras, verdadero cimiento de la fortuna familiar en México, el grupo empresarial se habían diversificado, invirtiendo en negocios de construcción y en otros como la producción de aceite y jabones. De vuelta a Madrid, y sin desprenderse de sus intereses mexicanos, el patriarca de los Nozaleda dio cancha a sus herederos en la nueva etapa de emprendimiento que se abría. “Normalmente, en las empresas familiares, al menos en el pasado, el padre o la madre se convertían en un tapón para el desarrollo de sus hijos jóvenes; en nuestro caso no fue así; nuestro padre se hizo a un lado con 50 años, con todas sus facultades y capacidades vigentes, para que nosotros pudiéramos desarrollarnos en el mundo empresarial”, expone a este diario Luis Nozaleda Arenas. Él y su hermano Juan Carlos tomaron los mandos de Nozar y la pilotaron –en su época dorada y luego durante una década de situación concursal– hasta 2020, cuando pasaron el testigo a la nueva generación, encabezada por Jaime Nozaleda Torner, hoy presidente de un grupo que este enero salió del concurso de acreedores.

La familia comenzó en los 80 a operar empresarialmente desde Madrid, donde Luis y Juan Carlos Nozaleda Arenas habían realizado su formación universitaria, pero el vínculo con Asturias permanecía y había sido intenso durante la etapa mexicana. Luis Nozaleda Maujo y Blanca Arenas visitaban todos los años Camás, y sus hijos varones pasaron la infancia en Gijón, estudiando en los jesuitas y al cuidado de sus abuelos y de Marisa Pérez, vecina de la aldea de Cabranes. “Lo que ganaron en México lo consiguieron a base de mucho esfuerzo y de pasarlo mal”, remarca. El matrimonio quiso además que su hija Blanca –la pequeña de cuatro vástagos, por detrás de Luis, Juan Carlos y Clara– naciera en Asturias.

Camás mantiene vivo el recuerdo de los gestos de desprendimiento del patriarca de los Nozaleda y también de su socio Emilio Arenas. “Pagaban todos los años la fiesta de San Lorenzo, en agosto, y costearon la rehabilitación de la capilla”, cuenta Marisa Pérez. La aportación de ambos, añade Teresa Blanco, fue decisiva para hacer la traída de aguas del pueblo. Emilio Arenas, fallecido en 2020, es recordado porque cada Navidad regalaba lotería a todos los vecinos, siempre del mismo número, costumbre que ha perpetuado su hijo, Javier, afincado en Gijón. Ambos, Luis Nozaleda Maujo y Emilio Arenas, recibieron el 19 de agosto de 2007 un homenaje en la aldea cabraniega. “Somos unos más del pueblo”, decía Nozaleda aquel día en una intervención improvisada.

“Destacaba por su empatía con los necesitados”, rememora Luis Nozaleda hijo. El patriarca no hacia alarde ni de las acciones benéficas ni de su ejecutoria empresarial. Hombre de aspecto serio, pero “encantador” y con un fino sentido del humor –aseguran familiares y allegados–, falleció hace un año y sus restos retornaron a Asturias para reposar en Gijón. Se fue sin titulares, puede decirse que con la discreción que le caracterizó en vida. Perdura en la memoria de Camás.

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