Discrepancias familiares en la visión estratégica de la empresa han provocado que José Moro, presidente de Bodegas Emilio Moro, abandone la marca de Ribera del Duero tras treinta años de liderazgo. A través de un comunicado, Moro anuncia su salida de esta exitosa empresa vitivinícola cuyos caldos de uva tinta fina, el tempranillo de la zona, de altísima calidad, han recibido el aplauso de 'Wine Spectator', la revista norteamericana referente del sector vinícola, tienen como embajadora de excepción a la actriz Gwyneth Paltrow y son ensalzados por su buen maridaje con las recetas del chef José Andrés en sus restaurantes de Estados Unidos.

José Moro finaliza así su ciclo como presidente de Bodegas Emilio Moro tras la última Junta General de Accionistas de la compañía, celebrada el pasado 1 de abril en Pesquera de Duero (Valladolid), por diferencias en la visión estratégica de la empresa. Han sido más de 30 años de liderazgo que culminan con unos registros históricos para la bodega de la Ribera del Duero.

A partir de ahora, José Moro centrará todos sus esfuerzos en un proyecto vitivinícola innovador que le ilusiona de forma especial desde que lo concibió: Bodegas Cepa 21. La compañía nació en plena Milla de Oro del vino en el año 2000 y, desde entonces, no ha dejado de crecer. Sus vinos con alma, su enclave único y la filosofía que sustenta la bodega, centrada en la tradición centenaria y en la innovación constante. "Me ilusiona ver despegar el proyecto de Cepa21 porque creo que tiene unos vinos con carácter ganador, que están obteniendo unos ratings sobresalientes de los críticos más prestigiosos y que necesitan más presencia en todo el mundo. Es un proyecto que lleva la impronta, la pasión y el legado que recibí de mi padre y de mi abuelo. Mi sueño es liderar este proyecto con determinación para seguir haciendo historia", afirma José Moro. 

Récord de facturación

Bodegas Emilio Moro, una de las bodegas más reconocidas de la Ribera del Duero, obtuvo una facturación de 32,5 de euros en 2021, lo que supuso un 34% de crecimiento sobre el anterior ejercicio. Un dato sobresaliente que choca con la decisión de abandono de José Moro, decidido desde el principio a aunar tradición, innovación y responsabilidad social con toda una pasión que brota de las cepas centenarias de la vides de esta empresa. La fortaleza de la bodega queda patente en lo que respecta al buen estado de su salud financiera que le permite hacer frente a nuevos retos estratégicos que hasta este momento había marcado el ya expresidente.

La bodega vallisoletana se dedica al mundo del vino desde hace más de 100 años en la localidad de Pesquera de Duero, Valladolid, desde donde trata de transmitir el amor por la viticultura en cada copa para asegurarse un récord de facturación que, según José Moro, "es la mejor manera de poner en valor el legado recibido por parte de mi padre y mi abuelo y hacerlo brillar a lo grande. Tengo la suerte de trabajar con un equipo comprometido que cree en el proyecto y se empapa de la pasión que trasmitimos en cada vino".

En total, el beneficio neto de la compañía se elevó hasta los 11,8 millones de euros, convirtiéndose así en un resultado histórico, a pesar de la crisis económica y sanitaria que ha traído consigo el covid-19.

Sin apenas saber inglés, Moro (Pesquera de Duero, 1959) se lanzó en 1998 a la conquista de Estados Unidos. Y encontró la recompensa a su arrojo y esfuerzo principalmente en Texas, Florida, Nueva York y California, donde los más sibaritas disfrutan de sus finos y elegantes Malleolus de Sanchomartín, a 120 euros la botella, o del exquisito Malleolus de Valderramiro 2014, a poco más de 80 euros. La producción de Moro, químico de formación y firme defensor de impulsar una Marca España vinícola que una a todas las denominaciones de origen nacionales para la promoción en el exterior, se vende ya en otros 80 países mientras se consolida en Israel con un vino kosher elaborado bajo los preceptos del kashrut del que puedan disfrutar sin remordimientos religiosos los judíos a la vez que ensalza sus dos primeros vinos blancos de uva Godello para competir con los tintos de Mencía del Bierzo plantados por primera vez en el noroeste de España por los antiguos romanos.