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El Parlamento de la UE rechaza la reforma del comercio de emisiones, como pretendía la industria asturiana

El Pleno de la Eurocámara vota en contra del fin del CO2 gratuito en 2030, pero abre la puerta a un nuevo calendario verde que la Comisión de Medio Ambiente volverá a someter a votación

Los dos hornos altos de Arcelor en Asturias. EPE

El pacto verde y sus implicaciones para la industria han abierto una guerra en el seno del Parlamento Europeo. Alianzas improbables y divisiones internas entre los partidos han conseguido tumbar las pretensiones de la Comisión de Medio Ambiente de la Eurocámara para adelantar a 2030 el calendario propuesto incialmente por la Comsión Europea (CE), que marcaba 2036 como la fecha límite. Las votaciones implicaban dicho adelanto –rechazado frontalmente por las electrointensivas y crítico para la industria asturiana– y la implantación de una suerte de arancel climático para proteger a las empresas comunitarias. Ambos asuntos fueron rechazados gracias a la negativa de los partidos de extrema derecha, los «verdes» y los socialistas europeos. Sin un consenso claro y con un equilibrio precario de las fuerzas políticas que se opusieron al nuevo calendario, la Comisión de Medio Ambiente volverá a tramitar sus informes, forzando una segunda votación.

Lo que sí que salió adelante fue la propuesta de prohibir de manera efectiva los nuevos coches de combustibles fósiles en 2035. Ninguna de estas decisiones es definitiva, pues tienen que ser ratificadas en una negociación con el Consejo Europeo, donde están representados los jefes de Estado de los Veintisiete.

El texto presentado por el comité de Medio Ambiente para la industria había sido aprobado con amplio margen en el seno de la comisión, pero se enfrentó a cientos de enmiendas en un Pleno que el asturiano Jonás Fernández (PSOE) calificaba de «caótico» al término de la sesión. Una de las enmiendas introducidas por los populares europeos, que proponía una vía intermedia, logró prosperar: adelantar a 2034 el fin de la gratuidad del CO2, a cambio de incorporar medidas proteccionistas para la industria.

Pese al principio de acuerdo sobre el nuevo calendario, con el que se esperaba que la propuesta saliese adelante, la sesión terminó torciéndose y el texto definitivo fue rechazado, devolviendo la tramitación del nuevo paquete de medidas climáticas a la casilla de salida. Los partidos a la derecha del grupo popular rechazan sistemáticamente cualquier política climática y «los verdes» consideran que 2034 no es suficientemente ambicioso, por lo que nadie contaba con sus apoyos. La sorpresa la dio el grupo socialista europeo. Su portavoz en la eurocámara, cuando todo parecía decidido, solicitó un receso de tres minutos en el que decidieron rechazar el texto. La negativa de buena parte de los diputados socialdemócratas decantó la votación: 340 votos en contra, 265 a favor y 34 abstenciones. El fracaso esta, devolvió también a la comisión la votación sobre el «ajuste en frontera», el arancel climático propuesto como contramedida.

La asturiana Susana Solís se decía «extremadamente decepcionada». A su juicio, «los socialistas votaron junto con la extrema derecha y los verdes para tumbar una pieza clave del paquete climático con tal de no darle un calendario más digerible a la industria». Algo que, para Asturias, «es dramático». Según Solís, el texto final recogía enmiendas importantes «para el sector electrointensivo, con un calendario ambicioso pero razonable». A ojos de la liberal «tirar esto abajo no tiene sentido».

Con la repetición de las votaciones se tratará de consensuar la posición de la Eurocámara de cara a las negociaciones interinstitucionales con el Consejo. El socialista Jonás Fernández, que está en contra del adelanto a 2030 del fin de la gratuidad del CO2, pedía un consenso amplio en Estrasburgo para conseguir que las medidas «clave para la transición justa de regiones industrializadas como Asturias» no se demoren. Su visión particular es similar a la de Solís: «Es momento de impulsar la transición ecológica al tiempo que se protege la competitividad de la industria de la UE y los empleos asociados a ella”. Los portavoces socialistas justificaban el viraje de su postura por el acercamiento entre los populares europeos y la «ultraderecha» para «rebajar los objetivos climáticos». Los socialdemócratas votaron junto a los partidos a la derecha de los populares contra el nuevo calendario.

En medio de caos en Estrasburgo, la industria electrointensiva ha salvado su primera bola de partido. Queda por ver cómo se desarrollará la próxima votación, que tendrá lugar en las próximas semanas.

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