Las perspectivas de la economía española vienen deteriorándose de forma acelerada desde finales del año pasado, como demuestra la tercera revisión a la baja consecutiva de las previsiones de crecimiento por parte del Banco de España. El organismo gobernado por Pablo Hernández de Cos calculó ayer que el PIB español subirá un 4,1% este año, por debajo de lo que estiman el Gobierno y el consenso de analistas (4,3%) e inferior a lo que la propia institución auguraba en abril (4,5%) y diciembre (5,4%). Desde su pronóstico del pasado septiembre (6,3%), el recorte es ya de 2,2 puntos.

La espiral inflacionista, iniciada el pasado verano y agravada por la invasión de Ucrania, está detrás de este ennegrecimiento del panorama. El banco central, así, ha moderado su previsión de inflación media anual para 2022 del 7,5% al 7,2% debido a la entrada en vigor del mecanismo ibérico para rebajar la factura de la electricidad (que rebajará en 0,5 puntos el IPC este año), pero ha elevado “significativamente” sus estimaciones para 2023 (del 2% al 2,6%) y 2024 (del 1,6% al 1,8%). Su pronóstico para la subyacente –la que no tiene en cuenta los precios energéticos y de alimentos frescos– se sitúa ahora en el 3,2%, 2,2% y 2%, respectivamente (2,8%, 1,8% y 1,7% en abril). “La intensidad y persistencia del repunte de los precios sigue sorprendiendo al alza”, ha advertido.

Pese a todo ello, la institución ha mejorado su previsión de creación de empleo medido en términos de horas trabajadas para este año (del 1,9% al 4,6%), si bien ha rebajado las de 2023 (del 2% al 1,5%) y 2024 (1,6% al 1,1%). En consecuencia, su estimación sobre la reducción del paro (desde el 14,8% del año pasado al 13%, 12,8% y 12,7%, respectivamente) es ahora mejor que en abril (13,5%, 13,2% y 12,8%). En cuanto al déficit público, prevé ahora una reducción más acelerada, desde el 6,9% del 2021 al 4,6%, 4,5% y 4,2%.

La previsión del PIB para los dos próximos años (2,8% en 2023 y 2,6% en 2024) apenas ha variado y la rebaja de 0,4 puntos en la del presente ejercicio responde sobre todo a que el dato de crecimiento del primer trimestre (0,3%) fue notablemente inferior al esperado por la variante ómicron del coronavirus y la invasión de Ucrania. En cualquier caso, el nivel de PIB previo a la pandemia no se alcanzará hasta la segunda mitad de 2023, en principio en el tercer trimestre, cuando el pasado septiembre se esperaba que sucediera ahora, a mediados de 2022. La guerra de Ucrania, así, está penalizando a la actividad al provocar altos precios en las materias primas, afectar a la confianza de los agentes económicos, y moderar el dinamismo de los mercados mundiales con nuevos cuellos de botella en las cadenas globales de suministros.

Estos efectos adversos, con todo, se han visto contrarrestados por otros de signo positivo, como la eliminación de las restricciones asociadas a la crisis sanitaria, las medidas fiscales y regulatorias adoptadas para hacer frente a la inflación y la recuperación parcial de la confianza tras el retroceso que sufrió por la guerra. Como resultado de todo ello, el Banco de España estima que el crecimiento del segundo trimestre será del 0,4%, ligeramente superior al del primero, si bien la cifra está sometida a un “elevado grado de incertidumbre”.

El organismo supervisor, así, espera que la guerra siga teniendo una “incidencia notable” en la actividad a corto plazo, pero que, si no se producen “perturbaciones significativas adicionales”, el crecimiento cobre “mayor dinamismo” en la parte final del año gracias a la recuperación de la confianza, la mejora en los problemas de suministro mundiales, y el despliegue de los fondos europeos.