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Bertino Velasco | Ex presidente de Central Lechera Asturiana, se jubila como presidente de Capsa

"Si los gobiernos nos hubieran apoyado recogeríamos toda la leche de Asturias"

"Nunca pensé que un humilde ganadero como yo terminase presidiendo la mejor empresa de España, que es Central Lechera Asturiana"

BERTINO VELASCO LUISMA MURIAS

Bertino Velasco (Folguerúa, Tineo, 1957), segundo presidente en la historia de Central Lechera Asturiana (Clas), acaba de firmar su renuncia a las presidencias de las dos filiales industriales del grupo (Capsa, fabricante de los productos lácteos, y Asa, de piensos), en las que será relevado por el actual presidente del grupo, Alberto Álvarez. «Todavía no sé si será así, pero sería lo lógico», explica Velasco. Aunque se dice ganadero, el ya expresidente tuvo que forjar su personalidad y liderazgo en las guerras de poder que sacudieron la sociedad desde que comenzó a ganar responsabilidad en la firma. Sus más cercanos valoran su carácter unificador, ya que supo acallar al sector más crítico durante las sucesivas crisis internas que golpearon a la sociedad. Ahora, ya con la jubilación en la mano, habla sin tapujos: «No había propuestas de cambio detrás de las protestas, solo una cuestión ideológica y ansias de poder». Velasco dejó la presidencia del grupo y de la matriz, Central Lechera Asturiana, en 2020 por agotamiento del periodo máximo de permanencia (doce años) previsto en sus estatutos, pero ha seguido hasta ahora al frente sus filiales, que carecen de esa limitación.

–Llegó la hora de la jubilación.

–Llegó. Agosto es inhábil y desde este mes ya estoy jubilado. Da pena dejar esto, llevamos unos años muy buenos tanto a nivel personal como a nivel de empresa. Estoy contento y feliz por conseguir lo que hemos conseguido. Me marcho con la conciencia muy tranquila de haber hecho lo que tenía que hacer. Hubo momentos muy duros, pero en Central Lechera he sido feliz.

–Volvamos al principio. ¿Cómo entró en Central Lechera?

–Mi padre se hizo socio de Central Lechera en noviembre de 1968, dos años antes de que esta empresa empezase a funcionar. Somos de un pueblo pequeñito, doce o trece casas, y mi padre trabajó toda la vida de albañil. Tenía una sola vaca. Siendo el que menos tenía fue el único de Folguerúa que se hizo socio de la Central. Tuvo que pedir las 10.000 pesetas que costaba el título a la Caja Rural. Después me pasó el título a mi cuando dejé de estudiar en el año 1986. Empecé a aumentar vacas, a hacer pastizales en montes públicos, instalaciones... y así hice la explotación que tengo a día de hoy. Llegamos a entregar 400.000 litros al año.

–¿Cómo dio el salto de la ganadería a los despachos?

–Siempre tuve inquietudes, me gustaba saber lo que se hablaba en todos los sitios. De aquella entramos en los sindicatos agrarios, en ASAJA, que lo creamos nosotros en Asturias. De ahí me presentaron a las cámaras agrarias, donde fui vocal durante ocho años. Al mismo tiempo, entré de compromisario en Central Lechera en la Asamblea General de la empresa y terminé siendo portavoz del grupo de Tineo.

–Y se presenta a la Junta Rectora.

–En 1998. El grupo de Tineo me propone para la Junta. Yo venía propuesto por el grupo y, curiosamente, a un día de las elecciones, se presenta uno por primera vez en la reunión y anuncia que va a presentarse también a la Junta. El día de las elecciones había nueve candidatos para seis puestos y quedé fuera. Aquel que solo pasó una vez por allí salió elegido. Por aquel entonces se manejaba desde dentro... sabe Dios qué es lo que habían hecho.

–¿Estaban empezando las guerras en CLAS?

–A los tres años hubo otras elecciones y, entonces, yo también me moví y en 2001 entré en la junta rectora. Fue entonces cuando empezó el lío. Se dividió la masa social de los socios, empezaron a crecer los críticos... Aquel que me dejó a mi fuera tres años antes venía de esa línea, alguien lo buscó y lo colocó para desestabilizar a los que estaban entonces.

–¿Cuál fue la razón?

–Quítate tú para ponerme yo. Esa es la realidad, solo se buscaba el poder. Querían apartar al fundador de la empresa, Jesús Saénz de Miera, a Pedro Astals (director general)... Hubo muchas guerras de poder.

–¿Cómo se gestionaron?

–Pues como se pudo en cada momento. Al año de entrar yo en la Junta comenzó la guerra de verdad entre unos y otros. Entonces se dividió la Junta, pero quedamos siete a un lado y cinco al otro. Yo siempre estuve del lado de la presidencia, porque no había motivos reales para todo aquello. Sin embargo, esa gente que estaba aquí dentro y que representaba a lo que se llamó «el sector crítico» se trasladó al campo, donde tuvieron mucha fuerza.

–Usted era de la parte «oficial».

–Siempre me encasillaron ahí, porque defendía lo que había. Yo creo que se estaba haciendo bien.

–Y pasó a ser vicepresidente.

–En 2003. Y, cuando Saénz de Miera ya decide jubilarse paso a ser presidente, casi porque me tocaba. Pudo haber sido cualquier otro, pero fui yo.

–Y, fuera, la guerra seguía.

–La ruptura seguía. Tanto es así, que en ese 2007 que me presento a la presidencia se presenta otro candidato de la parte «crítica» y empatamos a votos. Empatamos a votos cada uno y gané por antigüedad, gracias a un artículo de los estatutos.

–Tuvo que ser un momento crítico.

–Sigo teniéndolo en la cabeza. El recuento fue agónico. Empezaban a salir los últimos votos y ellos habían conseguido ya 58 votos bastante antes de que finalizase el recuento. Ya tenían el cincuenta por ciento y pensaba que estaba todo perdido. Por suerte, al final, no fue así.

–Dice que la fractura era solo por poder, pero habría algo más, tendrían propuestas.

–Yo nunca las vi. No había... a ver, sí había una cosa y tenemos que ser realistas. Central Lechera es una empresa muy particular. Nació en 1968 y el primer litro de leche entró dos años después. Fue fundada y dirigida por Saénz de Miera, que perteneció al sindicato vertical, fue diputado en Cortes... y Franco aún vivía. Central Lechera se creó con las 10.000 pesetas de los socios, pero también con las ayudas de la administración. La empresa nació como grupo sindical de colonización y en 1982, ya en democracia, los grupos sindicales desaparecieron y hubo que constituirse en otra figura. Pudo haberse configurado como cooperativa, pero no fue así, se constituyó como Sociedad Agraria de Transformación (S.A.T.), que es muy parecida.

–¿Qué diferencias tiene?

–Si Central Lechera hubiese sido una cooperativa, las 10.000 pesetas valdrían hoy 600 euros. Como cooperativa no crece el patrimonio de los socios y esa es la gran diferencia. Hoy ese título vale 1.800 euros. Saénz de Miera no quiso hacer una cooperativa, y acertó.

–¿Ese es el origen de la disputa?

–Una empresa que nació en tiempos de Franco, dirigida por un señor que viene de la época franquista... La compañía era vista por algunos como una empresa poco amigable. Había un factor ideológico, porque de aquella ya gobernaba el partido socialista en Asturias y el cooperativismo era el buque insignia del socialismo, siempre reclamaron que se convirtiese en cooperativa. Ese, al final, es el origen de todo el conflicto.

–Pero la cosa no terminó ahí. ¿Cómo resolvió el problema?

–En aquella época de críticos y guerras llegó a haber una manifestación de ganaderos. Nos encerraron en la empresa un día que teníamos Junta Rectora. Nos tuvieron secuestrados hasta que llegaron los antidisturbios y los dispersaron. Entonces yo era vicepresidente y llegué a tener amenazas de muerte, algunas todavía se pueden leer por los muros de esta zona. Aquel hecho, que fue una protesta violenta en la que llegaron a entrar en la fábrica, quedó grabada por las cámaras y se expulsó a doce socios. Estuvieron cinco años fuera de la empresa. Cuando expulsamos a aquellos socios conseguimos una mayoría estable. Después me hicieron presidente, los indulté, y volvieron a ser socios de Central Lechera.

–¿Pero para montar esa manifestación no había motivo?

–Nunca hubo motivos reales. De aquella retuvieron a los empleados y revisaban los maleteros de los coches de los que salían para ver que no iba ninguno de los miembros de la Junta ahí escondido. Entonces reclamaban más precio de le leche. Sabían perfectamente que esta empresa es la que más paga. Aquí no hay ningún gran empresario que se lleve el dinero, el dinero se lo llevan los socios y el resto se destina a pagar a los trabajadores y a inversiones que hay que hacer en las fábricas de la empresa.

–¿Ese fue el final?

–No. Lo que antes habían intentado desde fuera, después lo hicieron desde dentro. En 2013, cuando me toca presentarme a la reelección, parte de los miembros de la Junta, que yo había elegido y a los que les había dado cargos relevantes, presentan una candidatura alternativa. Entonces apareció también otra candidatura que LA NUEVA ESPAÑA llamó la tercera vía.

–¿Usted se lo esperaba?

–Les venía viendo venir desde meses atrás y esas elecciones las gané con una amplia mayoría.

–¿Qué balance hace de todo aquello?

–Lo que se desprende de esto es que esta empresa fue muy apetecible para los poderes políticos. Al principio no nos apoyaron. Si se hubiese apoyado a Central Lechera durante los primeros años esta empresa recogería toda la leche de Asturias y vendería todo el pienso a los ganaderos de Asturias... al final, a pesar de todo, recogemos el 75% de la leche de la región.

–A partir de 2013 llegaron «las vacas gordas».

–Una vez que se resolvieron esos problemas con el sector crítico, que realmente sigue latente, empezó una época muy buena. Las cosas se venían haciendo bien y se siguieron haciendo bien. Los ganaderos cobran mejor por la leche que en cualquier otra empresa, reforzamos la plantilla, empezamos a dar muy buenos resultados. El único borrón fue alguna huelga montada por los sindicatos. Pero desde el 2013 todo ha ido bien.

–Se dice ganadero, ¿se imaginaba librando luchas de poder en los despachos?

–Yo jamás me imaginé todo esto. Ya lo dije en alguna entrevista. Nunca pensé que un humilde ganadero como yo terminase presidiendo la mejor empresa de España, que es Central Lechera.

–¿La mejor?

–La mejor. En 2010 había tres grandes empresas marquistas en España. Entonces teníamos una cuota de mercado similar a las dos competidoras del sector lácteo, un diez o un once por ciento de cuota de mercado. A partir de entonces y especialmente desde 2013, ellas fueron hacia abajo y nosotros hacia arriba. Hoy tenemos un 17% de cuota de mercado. Creo, de verdad, que esta es la mejor empresa de Asturias y de España.

–Y se ha posicionado como la marca de Asturias fuera de la región.

–Totalmente. Ese es uno de los principales valores de esta empresa: la marca. Una imagen vinculada a la tierra, a la calidad y, luego, que los dueños somos ganaderos. Ese es el gran valor de Central Lechera.

–Por otra parte, parece que el ganadero vive en una crisis que nunca termina y no ha mejorado con la inflación.

–Es cierto. Este año hubo un encarecimiento de las materias primas enorme, los piensos subieron muchísimo y suponen el cincuenta por ciento de los costes del ganadero... Ahora vale más un kilo de pienso que un litro de leche. Nosotros hemos subido el precio base del litro al ganadero, somos la empresa que más pagamos por litro.

–El precio de la leche en el supermercado también se ha disparado.

–Hasta este año, que empezó esta escalada de precios enorme, los precios de la leche en los supermercados no se habían movido en los últimos siete u ocho años. Ibas al supermercado y veías, leche de Central Lechera a 0,79 euros. Así llevábamos casi diez años. Ahora de golpe pasan de 0,79 a casi un euro. ¿Por qué? Porque durante los últimos años no había subido nada. Si hubiese subido este tiempo al ritmo del IPC no hubiese aumentado todo de golpe. Esto es lo que ha pasado.

–¿A qué cree que se debe el alza de los precios?

–No fue la guerra en Ucrania como dicen algunos. La escalada de precios ya empezó en junio del año pasado. No obstante, es cierto que dependemos mucho de los cereales de Rusia y Ucrania y que se dispararon los precios todavía más. Estamos en esa situación, con unos costes de producción altísimos. Los ganaderos salvamos porque ha subido también el precio de la leche. Espero que los precios de leche no bajen antes que los del pienso, porque puede ser un problema.

–¿Se espera que baje los precios de la leche?

–No. En todo caso se mantendrán altos, porque hay escasez de leche. En Holanda se están matando vacas por imposición climática, pero también pasa por la situación económica. Cuando la economía del ganadero va mal, pues tiene que matar vacas y vender carne para salvar el mes. Eso ha pasado siempre cuando la situación no es buena. Yo creo que hasta primavera se mantendrán los precios de la leche.

–¿Cómo está afectando la crisis energética a Central Lechera?

–Desde que el Gobierno aprobó la «excepción ibérica» ¿sabe lo que supuso para esta empresa? Un incremento del gasto de cuatro millones de euros. Hubo que parar la cogeneración, alquilar una caldera para aprovechar los gases y paliar las pérdidas. Dicen que aprueban medidas para ayudar a la gente y yo me pregunto ¿para qué gente? ¿Sabes qué paga Capsa por suministros energéticos?

–¿Cuánto?

–En 2021, de enero a mayo, pagamos 5,3 millones de euros en luz y suministros. En 2022 pagamos más de 20 millones de euros. Eso en doce meses... tendremos unos costes muy superiores a los de cualquier año. Eso hunde a cualquier empresa. Si sube 30 o 40 millones el coste de la energía a final de año ¿qué puedes hacer? Pues tienes que subir el precio del producto, no te queda otra. Si el precio de la leche sube de 0,79 a noventa y pico céntimos eso, si vendemos 900 millones de litros anuales y subimos diez céntimos el precio pues sirve para compensar la subida del precio de la luz y el alza de lo que pagamos a los ganaderos para paliar la subida de las materias primas que asumen ellos. La gente a veces dice que las empresas ganan mucho dinero... lo que gana esta empresa no lo lleva nadie más que los dueños, que somos los ganaderos. No hay un gran empresario detrás que se lo lleva todo. Somos los socios, los ganaderos, que tenemos el 82% del capital de Capsa.

–Antes no tenían tanto.

–Hasta 2015 teníamos el 57%. Compramos a los franceses, a la multinacional Bongrain, y lo hicimos los ganaderos. El resto del capital lo tienen Caja Rural (7%) y, ahora, Unicaja (11%) tras la fusión con Liberbank. Esa compra ha sido uno de los grandes aciertos de esta empresa. Posiblemente fue la mejor operación que hizo CLAS en su historia. Cuando compramos la parte de los franceses Caja Rural también amplió un 2%. Bongrain estuvo aquí desde 1997, fueron siempre unos socios fieles y una gente muy preparada. Por unas discrepancias que hubo entonces nos ofrecieron llegar a un acuerdo, y ellos se fueron contentos y nosotros también. Todo lo que la multinacional se llevaba de dividendos ahora queda entre los socios. Con lo que ellos iban a ganar en estos años pagamos la operación, que fueron más de cuarenta millones. De hecho, ya está pagada.

–Y, después de todo esto, dice adiós.

–Ya les dije a los que están ahora que si alguna vez necesitan un consejo que me lo pidan. Si les valen, bien. Si no les vale, pues que no hagan caso.

–Pero sigue de socio

–De socio y de compromisario. Podría, incluso, volver a presentarme a presidente. Estaría guapo, ¿a que sí? Pero no, ahora quiero disfrutar de la jubilación.

–¿Cómo ve el relevo?

–Muy bien. Alberto Álvarez piensa muy parecido a mí. Somos de Tineo, somos guerreros. No sé si él asumirá la presidencia de ASA y Capsa, pero imagino que sí. Yo opino que es lo lógico y él también. Alberto es buena gente y está mucho más preparado que yo. Central Lechera se queda en buenas manos.

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