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Antonio Fernández-Escandón Presidente de Femetal

"El diseño de los fondos europeos es demasiado complicado para las empresas"

"El sector se está tragando las subidas de costes de materiales; por eso es injusto cuando se dice que los empresarios somos ‘los malos’"

Antonio Fernández-Escandón, el pasado viernes, en la sede de Femetal, en Gijón. | Ángel González

Antonio Fernández-Escandón (Gijón, 1953) es un hombre que habla sin pelos en la lengua. Le gusta llamar a las cosas por su nombre. Ingeniero de minas, ha dedicado toda su carrera profesional a la empresa familiar, Zitrón, histórica firma que construye sistemas de ventilación de túneles por todo el mundo. Con su hija Macarena ahora al frente del negocio, Fernández-Escandón se convirtió el pasado abril en presidente de la Federación de Empresarios del Metal y Afines del Principado de Asturias (Femetal), desde el que representa a un sector con un tradicional peso en la región. Esta es la primera entrevista que concede a un medio de comunicación desde que accedió al cargo.

¿Por qué se presentó a la presidencia de Femetal?

–La razón fundamental es que llevo 26 años en la junta directiva, he dejado la gerencia de Zitrón (sólo soy el presidente del consejo de administración) y creía que podía aportar algo de mi experiencia tanto en Femetal como en la industria en general.

¿Cuáles son sus principales líneas de acción al frente de la patronal?

–En el discurso que di cuando fui elegido ya definí más o menos las principales acciones que, a mi juicio, se deben tomar. Una es abordar el tamaño de las empresas del sector, que es un asunto preocupante. De las 1.082 compañías del sector metal, casi la mitad tiene menos de nueve empleados; unas 200 tiene menos de 50 trabajadores; unas 30 tienen entre 50 y 200 empleados; y sólo quince tiene una plantilla de más de 200 personas. Es decir, el 99% son pymes y esto hace muy difícil que puedan exportar.

Usted ha pedido más cooperación entre las empresas del sector. ¿Tienden a hacer la guerra por su cuenta?

–Los empresarios suelen ser bastante independientes, y en Asturias aún más. Las compañías deben colaborar más, de forma que no sean competidoras entre sí, sino aliadas. Es lo que intentamos hacer desde hace seis años con el clúster de fabricación avanzada MetaIndustry4, que apuesta por la innovación colaborativa. Creemos en esa cultura y queremos irradiarla.

–La innovación, por tanto, está también en su programa de gobierno.

–Sí, porque, de nuevo, a las empresas de poco tamaño les resulta complicado obtener recursos para innovar. Necesitamos hacer una innovación colaborativa entre todas las compañías, de forma que podamos incrementar el valor añadido. Y un tercer pilar imprescindible para que el sector mejore es la internacionalización, porque el 70% de las exportaciones asturianas son del sector metal, liderado por empresas como ArcelorMittal o Asturiana de Zinc, que ya tienen un peso específico importante en la región.

–¿Cómo está afectando al sector el escenario internacional de precios altos?

–El precio de la energía nos está afectando de forma tremenda, como estamos viendo con el cierre del horno alto «A» de Arcelor. Otro problema muy grave es la volatilidad de las materias primas, cuyo precio cambia continuamente. Y sin olvidarnos de las dificultades que está habiendo con los plazos de entrega de los contratos, por culpa de atascos en la distribución como el que, por ejemplo, se está produciendo con los microchips y la industria de automoción. Eso está afectando de lleno a fabricantes de componentes como los que hay en Asturias, porque ellos tienen que entregar un equipo llave en mano.

­–¿Hay que negociar los precios semana a semana, día a día…?

–Toda la industria tiene un problema con los precios, varían muchísimo. Cuando tienes ofertas ya enviadas al cliente, no es fácil cambiarlas. Por lo tanto, todas las subidas en los costes de materiales te los tienes que tragar. Por eso no me gusta cuando se dice que los empresarios somos «los malos» de España y que no queremos negociar subidas salariales.

–Precisamente es lo que pidieron los sindicatos en la manifestación del jueves en Madrid.

–Sobre este asunto se malinterpretaron unas afirmaciones que hice en mi investidura al frente de Femetal. Dije que los convenios de la economía en general iban a saltar por los aires debido a la inflación. Porque los convenios están firmados y todas las empresas, hasta donde yo sé, los están cumpliendo. En el sector del metal tenemos un convenio cerrado hasta finales de 2023 para revisarlo con el IPC de los tres años anteriores, de forma que se compense la diferencia que haya con los incrementos de los tres años acordados. Y los acuerdos alcanzados se respetarán, como no puede ser de otro modo, y eso nos dará tranquilidad durante un tiempo. Pero es cierto que se avecina una situación muy compleja para cuando termine el convenio.

¿Cuáles son las principales reclamaciones que hace al Principado?

–En este momento lo más importante es la ejecución de los fondos europeos, que no están llegando a las pymes. Nosotros tenemos un documento que ilustra el entramado administrativo que complica la llegada de los fondos: una cantidad tremenda de ministerios, los organismos estatales y autonómicos… Además, a lo mejor hay una partida económica cuantiosa y son tantas las empresas que concurren que al final queda muy poco dinero para repartir. Es esencial que las empresas tengan un acceso fácil a esos fondos, no tan sumamente complicado como se ha diseñado.

En los meses que lleva al frente de Femetal, ¿se ha sentido escuchado por las autoridades asturianas?

–Me ha recibido el presidente del Principado, el vicepresidente, el director general de Industria, la directora general de Energía… Todos me han recibido muy amablemente y han escuchado nuestras posiciones, y en ese sentido no tengo queja alguna. Otra cosa es lo que hagan después. Imagino que tienen sus limitaciones presupuestarias, políticas… Sé que es difícil.

Al presidente Barbón usted le dijo que Asturias no podía asumir los costes de los derechos de emisión de CO2.

–La emisión de CO2 es un problema mundial en el que Europa se está pegando un tiro en el pie. Estados Unidos, China, India, Japón… son todos ellos mucho más contaminantes que Europa. China, por ejemplo, emite 10.000 millones de toneladas; Estados Unidos emite 5.000; India, 2.500… Europa, sin embargo, genera menos de 2.000 millones. Es decir, dentro de los grandes, somos los que menos contaminamos, pero los que más pagamos. El precio aquí ronda los 90 euros por tonelada y en Estados Unidos, que contamina el doble, son unos 50. Por lo tanto, es una desventaja en un mercado en el que las empresas españolas y asturianas compiten con las chinas o las estadounidenses. Es absurdo.

–En una región cuya industria se ha basado tradicionalmente en combustibles fósiles, ¿la descarbonización implica una travesía en el desierto en el que se perderán muchos empleos?

–Asturias está en una travesía en el desierto desde hace muchos años. Desde el año 1980 hemos vivido cierres continuos de las minas, que generaban más de 30.000 empleos directos y 120.000 indirectos. Con la industria del metal ha pasado tres cuartos de lo mismo: Arcelor, cuando era Ensidesa, tenía muchísimos más trabajadores que ahora. También hemos sufrido el cierre de las centrales térmicas, lo que ha hecho que pasemos de consumir y exportar energía a tener que importarla, ya que ahora toda la energía es eólica o fotovoltaica. Y también está el proyecto HyDeal con el que Arcelor va a obtener energía a partir de hidrógeno desde fuera de Asturias. Dicho todo esto, también es cierto que la descarbonización va a generar un empleo de más calidad. Tendremos que poner imaginación para compensar la balanza entre el empleo que se perderá y el que se creará.

–¿Hay relevo generacional en el metal?

–De nuevo, volvemos a otro problema estructural de Asturias, que es la pirámide demográfica. Somos todo viejos, no hay niños. Es un problema que tenemos de base y que se debatió en la Junta, y una de las soluciones planteadas fue que los españoles del sur de España se vinieran aquí a vivir, huyendo de la desertización de su tierra. En Asturias vamos a tener serios problemas para encontrar recambio generacional.

¿Y qué solución propone para atraer capital humano?

–El problema es que muchos de los que están bien formados se van a trabajar fuera de Asturias: ingenieros, informáticos, médicos… Por otro lado, también es verdad que el metal ofrece empleos estables con buenos salarios. Desde Femetal estamos promoviendo mucho la Formación Profesional para que los jóvenes consigan buenos trabajos. Queremos crear cerca de un millar de empleos. Por ejemplo, en Asturias están trabajando más de 7.000 personas en proyectos de energía renovable. Pero insisto en las dificultades para encontrar generaciones nuevas.

¿Hay también problemas en la diversidad de género?

–Tenemos a muy pocas mujeres en el sector del metal, alrededor de un 10%. Desde el Ministerio de Trabajo se insistió en que incorporáramos a más mujeres, pero es que apenas las hay que cursen la formación profesional industrial necesaria para trabajar en el sector. La mayor parte de las que están ocupan puestos más técnicos de oficina, en calidad, recursos humanos… Pero nos cuesta muchísimo que entren en los talleres como soldadoras, caldereras, electricistas… Por eso estamos tratando de llegar a los colegios para que las jóvenes sepan que tienen oportunidades aquí para obtener un empleo de calidad. 

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