Los cascabeles que sonaron antes del incendio de Arcelor: así fue el aviso que puso en alerta a la fábrica

Los sistemas de seguridad del horno alto "A" se activaron antes de la explosión al detectar sobrepresiones en el interior de la instalación

El incendio registrado en el horno alto A de Gijón el pasado miércoles. | Marcos León

El incendio registrado en el horno alto A de Gijón el pasado miércoles. | Marcos León / Pablo Castaño

Pablo Castaño

Pablo Castaño

En el argot siderúrgico se denominan cascabeles o también chapines. Son válvulas de descarga de gas cuya misión es aliviar de sobrepresiones el interior del horno alto cuando detectan anomalías. Son elementos de seguridad. Antes de que se produjera la explosión en el horno alto "A", los cascabeles "sonaron".

En la reunión extraordinaria del Comité de Seguridad de ArcelorMittal para analizar el siniestro, se informó que tras la parada programada del horno para cambiar una tobera (una especie de manga por la que se inyecta al horno aire caliente para ayudar a quemar el coque y el carbón pulverizado que funden el mineral de hierro) se apreció una actividad anómala por los tubos de viento, con la presencia de llamas. Se añadió que esas llamas fueron a más y que "llegaron a activar los chapines" (los cascabeles). Fue un serio aviso de lo que luego ocurrió.

A las 17.50 horas del pasado miércoles, se registró la explosión. Según señaló la compañía siderúrgica, se produjo por contacto del arrabio (hierro fundido) con agua dentro del crisol del horno, que es su parte inferior. La empresa apuntó que la presencia del agua dentro del crisol está por determinar, aunque la causa más probable es que ese agua se filtrara desde los propios sistemas de refrigeración que enfrían las paredes del horno para ayudar al revestimiento refractario a soportar temperaturas de hasta 1.800 grados y evitar que se dañe la coraza de acero.

La explosión provocó una perforación en el crisol y el arrabio salió al exterior por ese agujero –situado por debajo de la piquera, que es el conducto para la salida controlada al hierro fundido– y por la tobera norte del horno, provocando incendios y una colosal nube de humo visible desde la mayor parte de los concejos de Gijón y Carreño. La masa de arrabio "era como la lava de un volcán", expresó gráficamente a LA NUEVA ESPAÑA Fernando Rey, jefe de Seguridad Industrial de ArcelorMittal en Asturias y encargado de coordinar la extinción del incendio.

Según explicó Rey, a las 17.56 horas sonó el teléfono de emergencias de Arcelor, el 6006 –atendido las 24 horas desde Avilés–, y en la llamada se informaba de un siniestro en el horno A de Gijón. El operador avisó inmediatamente al equipo de bomberos de la planta gijonesa, formado por un retén de cinco personas, y a las 18.00 horas, según Rey, se presentó en el lugar del suceso con dos camiones autobomba.

A las 18.15 horas, los cinco bomberos de la factoría de Gijón ya contaban con el refuerzo de otros cinco del retén de la factoría de Avilés con otras dos autobombas y se había evacuado a los 20 trabajadores del horno sin que se produjeran heridos. A las 19.00 horas, los bomberos de Arcelor informaron al 112 que el incendio estaba controlado.

Pasados cuatro días, en la zona del siniestro siguen realizándose labores de refrigeración y limpieza y aún no se ha podido acceder al interior del horno para saber por qué "sonaron" los cascabeles y, luego, ¡boom!.

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