Sector del automóvil

Los efectos de la gigafactoría: vía abierta para atraer a fabricantes chinos y nuevos proveedores

El proyecto de Stellantis y CATL actuará de imán de otras inversiones industriales atraídas por el líder mundial de baterías, un futuro prometedor no exento de amenazas como la deslocalización de auxiliares

Exterior de la fábrica de coches de Stellantis en Figueruelas, que vuelve a ser protagonista de una de las mayores inversiones de la historia de Aragón.

Exterior de la fábrica de coches de Stellantis en Figueruelas, que vuelve a ser protagonista de una de las mayores inversiones de la historia de Aragón. / Efe / Javier Cebollada

Jorge Heras Pastor

Zaragoza

Figueruelas se convirtió en 1982 en epicentro del acontecimiento que hizo cambiar el centro de rotación de la economía de un Aragón que por entonces daba sus primeros pasos en el autogobierno. La apertura de la fábrica de coches de General Motors (GM) marcó un antes y un después. Sentó las bases de una industria del automóvil que ha sido trascendental para el devenir de la comunidad. La localidad zaragozana vuelve a ser protagonista, 42 años después, de otro hito para la historia que trascenderá varias décadas: la gigafactoría de baterías para vehículos eléctricos.

Puede parecer exagerado, pero el proyecto anunciado el martes por Stellantis y CATL coloca a esta tierra en la Champions League de la movilidad del futuro, lo que abre un abanico de oportunidades para la atracción de inversiones adicionales. La posibilidad de que otros fabricantes de automóviles se asienten en Zaragoza cobra ahora especial sentido con el caramelo de la gran fábrica de baterías, cuya inversión asciende a 4.100 millones de euros y a 4.000 los empleos directos que se prevén generar.

La atención está puesta en productores chinos como SAIC –la matriz de la marca MG– o BYD, que buscan instalarse en suelo europeo. Guiados por su compatriota, Aragón sobresale como destino para estas y otras empresas a las que ya surte de estos equipos.

"El próximo objetivo es que nuestro territorio sea atractivo para otros ensambladores de vehículos que contando ya con esas ventajas de tener al mejor productor del mundo de baterías en nuestro territorio y un ecosistema de automoción líder en cuanto a componentes, apuesten por nuestra región para sus inversiones futuras", destacón Benito Tesier, preidente del Clúster del Automóvil y la Movilidad de Aragón y vicepresidente de Sernauto, la patronal española de proveedores de este sector.

También puede atraer a nuevos proveedores vinculados a las baterías y sus componentes, como cátodos, láminas de cobre y aluminio o aditivos, además de celdas y módulos asociados a esta tecnología. Materiales que requerirán de la instalación de una industria auxiliar que tiene también potencial de crecimiento con el auge del vehículo eléctrico.

La dura competencia del norte de África

Un futuro prometedor no exento, eso sí, de riesgos y dificultades todavía por resolver, según advierten fuentes acreditadas del sector. Una de las mayores amenazas viene del norte de África, que ha emergido como polo de producción de la automoción, una competencia creciente azuzada por la propio Stellantis, que cuenta con dos fábricas en el Magreb Kénitra (Marruecos) y Tafraoui (Argelia)–, donde los costes laborales son mucho menores.

La deslocalización de la industria auxiliar a esas latitudes es uno de los peligros en plena guerra de costes con los proveedores para hacer más asequibles los vehículos eléctricos, un mal que solo podrá combatirse con competitividad, calidad y valor añadido. Ganar este batalla requerirá de altas dosis de mimo por parte de las Administraciones hacia las empresas locales, sobre todo en forma de ayudas a la innovación y modernización.

Un seguro de vida para la industria

Al margen de esas vicisitudes, la gigafactoría ancla el futuro de un sector que ya no es un monocultivo regional, pero que sigue siendo esencial para la comunidad –el 6% del PIB aragonés, el 30,4% del empleo industrial y un tercio de las exportaciones– a pesar de la diversificación económica lograda de los últimos tiempos.

Todo un seguro de vida para los tiempos turbulentos que se avecinan en una industria en serio riesgo de desaparecer de lugares donde ahora está presente por la reconversión tecnológica que vive y la redimensón de la producción que se vislumbra a largo plazo. Supone, por tanto, amarrar el futuro del tejido productivo que genera más renta y riqueza en el territorio, además de pagar mejores salarios.

Un refuerzo de las exportaciones

Los efectos colaterales de los 4.100 millones de inversión apunta en distintas dirección. Una de ellas es el comercio exterior. El plan de negocio de la gigafactoría sitúa a Stellantis como primer cliente, tanto para abastecer a la planta de Figueruelas como a las que tiene el grupo en Vigo, Madrid o Portugal. Pero CATL suministra baterías a casi todos los fabricantes del mundo, entre ellos Tesla, Hyundai, BMW, Mercedes-Benz, Renault o los gigantes chinos Geely, BAIC y SAIC, por lo que cabe esperar un fortalecimiento de las exportaciones de Aragón

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