El relevo
Gerardo y Lucía, de Sidra Menéndez: "Para que el campo asturiano fije población hacen falta exenciones fiscales"
"Los llagareros tenemos que subir los precios de las manzanas para que haya más plantaciones de pumares y que sean más rentables", aseguran

Ángel González / Amor Domínguez

Al salir de la nave de embotellado de Sidra Menéndez, el tintineo de los centenares de vidrios que circulan por la cinta transportadora se va apagando a medida que uno se sumerge en el silencio de la aldea de Fano y el valle de Baldornón. Una placidez realzada por el sol pleno y el cielo impoluto que el pasado miércoles, día de la visita de LA NUEVA ESPAÑA, adornaban este histórico rincón de la producción sidrera gijonesa.
El contraste entre la intensa actividad de la factoría –envasa unos tres millones de litros de sidra natural al año– y el entorno rural en el que un siglo atrás los llagareros de la zona transportaban las botellas en carros tirados por burros o vacas es un buen compendio del presente y pasado de Sidra Menéndez, cuyos inicios se remontan a 1945. Hoy está al frente del negocio la tercera generación, formada por Gerardo Menéndez García (Quintana, 1971), director gerente, y su hermana Lucía (Quintana, 1973), responsable de calidad. Ambos hablan con este periódico dentro de la serie de entrevistas que, bajo el título de "El relevo", presenta cada dos domingos a las nuevas generaciones de las empresas familiares de Asturias.
-¿Siempre tuvieron claro que querían dedicarse al negocio familiar?
-Gerardo Menéndez: Bueno, en nuestra época las cosas no era como son actualmente. Nosotros crecimos aquí, vivíamos aquí... Ya desde bien pequeños trabajábamos con nuestros padres. Hoy mis hijos viven en Gijón y no lo maman tanto como nosotros. Pero sí es cierto que mis padres tenían el llagar y ganado vacuno, y a mí las vacas no me gustaban tanto, me interesaba más el llagar. Así que después de hacer la mili ya me incorporé. Además, el campo exige trabajar todos los días, fines de semana incluidos. Antes no había vacaciones ni días libres, por lo que siempre ayudábamos. Mi padre ya está jubilado, tiene 79 años, pero aún sigue viniendo por aquí prácticamente a diario.
Lucía Menéndez: Yo siempre había querido hacer una carrera ligada a la naturaleza y el medioambiente, así que, cuando acabé COU, me fui a León a estudiar Ingeniería Técnica Agrícola. Pero tampoco en aquel momento tenía en mente trabajar en la empresa familiar, porque entonces el "llagarín" de Quintana era más pequeño. Tras licenciarme, primero trabajé en diferentes puestos de administración, y después sí entré en Sidra Menéndez, ya que había alcanzando más dimensión.
-¿Cómo se reparten las labores en la empresa?
-G. M: Bueno, en una empresa pequeña como la nuestra todo el mundo suele hacer de todo, pero es verdad que nuestras funciones están delimitadas así: yo soy el gerente y Lucía coordina el área de calidad y administración.
-L. M.:
-El que dirige el negocio es mi hermano. Él tiene la empresa en la cabeza, creció con ella, y el resto de trabajadores, yo incluida, hacemos que sus ideas se lleven a cabo.
-¿Cómo está la situación del sector sidrero en Asturias?
-G. M.: Hay un cierto parón en el consumo. Los hábitos están cambiando tanto en la sidra como en otras bebidas. Es cierto que, en los últimos tiempos, quizá la cerveza está tirando un poco más. Pero, en cualquier caso, es cierto que se han perdido hábitos sociales que favorecían más consumo de la sidra: las quedadas después de trabajar, salir más los fines de semana... También se han extendido los hábitos de vida más sana, el deporte... Y, además, hoy la vida se ha encarecido mucho y la gente tiene menos dinero para gastar en ocio.
-L. M.:
-Además, nuestros clientes de hostelería están teniendo dificultades para encontrar personal especializado como son los escanciadores, y eso tiene efectos como, por ejemplo, que tengan las barras cerradas y sólo atiendan en mesa.
-¿Y cómo están abordando estas circunstancias?
-G. M: Con la caída de ventas que está habiendo en Asturias, estamos intentando combatirla vendiendo fuera de la región. A través de cadenas de distribución, tenemos puntos de venta en Madrid, en la zona del Levante y algo en el sur.
-¿Pero Asturias sigue aportando la mayor parte de las ventas?
-G. M: Pues la balanza cada vez está más ajustada, estamos ya cerca de vender más fuera que dentro de la región. La sidra cada vez es más conocida a nivel nacional. No obstante, de momento el mayor peso de ventas sigue estando en Asturias.
-¿Venden más en hostelería o a través de las cadenas de supermercado?
-G. M: En Asturias se vende más en hostelería, dado que es una tradición más nuestra. Ahí estamos colaborando todos los llagareros para intentar que la gente joven se adentre en la cultura sidrera.
-Hablando de cultura sidrera, ¿de qué manera beneficiará al sector su reciente declaración como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por parte de la Unesco?
-L. M: Yo creo que puede ser un gran espaldarazo, porque al final todos esos mensajes positivos sobre lo que rodea a la sidra han llegado al consumidor. Va a ayudar a poner en valor el producto, la tradición, que se recupere el escanciado... Porque, sin escanciado, la cultura sidrera se queda en nada. Hasta la declaración de la Unesco, la promoción que se hacía de la sidra en Asturias era muy escasa.
-G. M: El asturiano tiene que aprender a dar a la sidra el valor que merece. Siempre hay quejas cuando una botella sube 20 céntimos. La sidra, si se elabora bien, es la mejor bebida del mundo. Y nosotros, los llagares, tenemos también que dar valor a la manzana e intentar subir los precios, de modo que las plantaciones sean más rentables, se planten más pumares y haya empresas y personas que o bien puedan vivir de ello o que sea un buen complemento a su actividad.
-¿De qué manera los poderes públicos pueden facilitar la rentabilidad de las cosechas?
-G. M: Si queremos mantener población y actividad económica en el campo, la Administración debe introducir más incentivos. No se pueden entregar 4.000 kilos de manzanas y que los ingresos vayan directamente a la declaración de la Renta. Debería haber exenciones fiscales. Muchos cosecheros me dicen que no les compensa entregarme su producción, porque les sube el IRPF y acaban pagando más impuestos de lo que cobran.
-L. M: Sí, la Administración debería dar más facilidades. Hay personas que tienen fincas y, con más apoyos, quizá empezarían a plantar manzanos, o aumentar las que ya tienen. Y que no sea todo monte, porque entonces no interesa tener pumares, vacas, gallinas o lo que sea. Si no se le puede sacar rentabilidad a un terreno, ¿a quién se lo venden? Es necesario pensar en esas cosas.
-Más allá de su sector, ¿cómo ven a Asturias para la prosperidad empresarial?
-L. M: Como hemos dicho, los políticos deberían ponerse las pilas para ayudar más al campo, porque es de lo que vivimos. Dicho esto, trabajar en el entorno natural en el que trabajamos es perfecto.
-G. M: Es verdad que en Asturias, por ejemplo, tenemos el impuesto de sucesiones más alto de España. Y también son importantes las comunicaciones, para que el turista llegue más fácilmente.
Una saga familiar de "Sabinos" y "Gerardos"

Gerardo Menéndez Fano y su hijo Sabino Menéndez Trabanco, quien se convertiría en el padre de Gerardo y Lucía Menéndez. / LNE
En la historia de Sidra Menéndez, hay dos nombres, "Sabino" y "Gerardo", que se van alternando conformen avanzan las generaciones. Así, el primer Sabino Menéndez del que hay constancia, oriundo de la aldea gijonesa de Quintana, fue el padre de Gerardo Menéndez Fano, quien en 1945 empezó a elaborar y vender sidra con el nombre de Gerardo Quintana, en referencia a la ubicación del llagar. Su prematuro fallecimiento en 1967 obligó a su hijo, Sabino Menéndez Trabanco, a regresar de Ferrol, donde realizaba el servicio militar, para coger las riendas del negocio, al que poco después se sumaría su mujer, Enedina García. Juntos trabajaron en un pequeño llagar –ya con el nombre comercial de Sidra Menéndez– hasta que, en la década de los 90, se trasladaron al que desde entonces ocupan en la cercana aldea de Fano. En 2009 inauguraron unas nuevas instalaciones, ya con dos de sus tres hijos, Gerardo y Lucía, incorporados a la empresa.
Aficionados al ciclismo y la visita de bodegas
Gerardo Martínez está casado y tiene dos hijos, Pablo –que ya está estudiando el primer curso de Enología– y María. Cuando no está con su familia y ocupado con la sidra, a Gerardo le gusta coger la bicicleta y, con otros amigos ciclistas, recorrer distintas rutas de Asturias. Lucía, soltera, es una persona "muy familiar" que se vuelca especialmente con sus sobrinos. "Siempre que nos reunimos con toda la familia, les trato de inculcar el legado de Sidra Menéndez, animándoles a estudiar y formarse para si, algún día lo desean, valoren entrar en el negocio familiar", afirma Lucía. Además, le gusta organizar y participar en excursiones por Asturias para conocer bodegas y otras empresas agroalimentarias. La pequeña de los tres hermanos, Cristina, se dedica a otra actividad profesional.
La empresa
- 3 millones de litros. Es la producción anual aproximada de sidra natural que se elabora en el llagar de la empresa, en Fano.
- 6.000 metros cuadrados. Es la superficie total del recinto, donde se ubica el llagar, la planta embotelladora y los depósitos.
- 12 empleados. Es la plantilla total de la compañía, incluido su gerente, Gerardo Menéndez, y su hermana, Lucía.
- 5 millones de euros. A esta cantidad asciende aproximadamente la facturación anual de Sidra Menéndez.
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