Que Tesla decida dejar de aceptar el pago con bitcoins alegando el alto consumo energético de las criptomonedas recuerda, una vez más, que muchas compañías a nivel internacional tienen en mente el impacto medioambiental que generan con su actividad.

Otro ejemplo muy vistoso puede ser el de Amazon, que lidera una iniciativa para alcanzar la neutralidad en emisiones de carbono a la que se están sumando empresas de todo el mundo -también españolas-. 

El mandato de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible, establecida por la Asamblea General de las Naciones Unidas, sigue estando presente. Aunque pueda parecer un horizonte lejano, las empresas se están movilizando para ajustarse al objetivo número 13 de la lista, el de la "acción por el clima". Si bien los datos que destaca la ONU con respecto al compromiso y, sobre todo a los avances reales, son previos a la crisis del Covid, el trabajo por poner en marcha estrategias para reforzar la eficiencia energética y reducir las emisiones de carbono no se ha detenido.

Al menos, así lo ha vivido la consultora South Pole, especializada en el desarrollo de soluciones en medio ambiente. "2020 fue un gran año para South Pole, ya que cada vez son más las empresas que necesitan aliados estratégicos como nosotros para ayudarlos en sus iniciativas de sostenibilidad y esa tendencia se está acelerando", explica Mauro Accurso, gerente de desarrollo de negocio para la Península Ibérica en la consultora.

En concreto, su tarea consiste en ayudar a las organizaciones a entender su impacto ambiental; que comprendan los riesgos pero también "las oportunidades" de la crisis climática. Sobre esta base, South Pole diseña estrategias con objetivos concretos y activa acciones que van desde la reducción de emisiones de CO2 corporativas, hasta la inversión en energías renovables, así como "trabajo con la cadena de suministro y los proveedores clave para facilitar que también tomen acción".

También trabajan con la financiación de proyectos de créditos de carbono, "que reducen las emisiones y emiten certificados siguiendo los estándares de carbono de la más alta calidad. Es una estrategia eficaz y una solución sólida para que las empresas actúen", alega Accurso.

-Para diseñar e implementar una estrategia sostenible para una empresa tendréis que realizar una análisis previo para comprender sus debilidades. ¿Cómo se lleva a cabo este proceso? 

-El primer paso de lo que nosotros llamamos el liderazgo climático corporativo es realizar un buen análisis de la propia huella de carbono de la empresa. Para medir esa huella es clave el proceso de recolectar toda la información necesaria y que sea fiable, desde la propia factura eléctrica de la oficina hasta los consumos de combustible de la flota de vehículos o la forma en que se desechan los productos después de haber cumplido su vida útil.

En general, aunque pueda resultar costoso, suele ser relativamente simple reducir las emisiones de las propias operaciones de una empresa, por ejemplo, invirtiendo en renovables para que el consumo eléctrico sea limpio. Lo complicado llega cuando se analiza toda la cadena de suministro, porque las empresas tienen menos control y capacidad de influencia en lo que hacen sus proveedores. En este escenario, es un trabajo a largo plazo: se trata de motivar e incentivar a todos los actores involucrados en desarrollar un producto o servicio para que tomen en serio la acción climática.

-Uno de los principales retos es el de reducir las emisiones de carbono. Teniendo en cuenta que suele requerir de fuertes inversiones, ¿ser sostenible sale rentable? 

-Las compañías que mejor entienden la situación tienen como objetivo llegar a las cero emisiones netas como una forma de fortalecer su reputación y resiliencia, acelerar la innovación y mejorar su ventaja competitiva. Esto significa que si la empresa entiende los riesgos del cambio climático puede adaptarse mejor y reducir el impacto en sus activos. Por ejemplo, si eres una empresa de turismo, tienes que entender en detalle qué pasará con tus hoteles si sube el nivel del mar. O si la empresa compra café o cacao de un área que sufrirá desertificación, necesita pensar cómo va a apoyar a esos productores.

En cuanto a las oportunidades, las empresas innovadoras saben que retrasar su descarbonización puede afectar sus costes a futuro mientras más regulaciones climáticas se vayan implementando. Además, las mejores corporaciones en cuanto a sostenibilidad ya están atrayendo mayor capital debido a que es un parámetro clave para los inversores. 

Por último, entender el nuevo contexto climático puede llevar a una reconversión en cuanto al modelo de su negocio y a nuevos productos que se adelanten a las tendencias de consumo y producción.

-Es un mantra habitualmente escuchado que la sostenibilidad ya es un pilar fundamental en las empresas. ¿Esta afirmación es real? ¿Cuánto hay de compromiso y cuánto de 'greenwashing'?  

-A nivel global, se están viendo cada vez más compromisos de carbono neutralidad o cero emisiones netas y eso es una gran noticia. Pero es el momento de pasar de los anuncios a la acción real. Por eso hacemos un llamamiento al sector privado a intensificar la descarbonización. Si queremos tener posibilidades reales de llegar al cero neto para 2050, se requiere que las empresas eviten y reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero dentro de sus operaciones y cadenas de suministro, así como compensar las emisiones que no pueden reducir en el corto plazo.

No creemos que sea 'greenwashing' siempre y cuando las empresas establezcan objetivos climáticos basados en la ciencia y hojas de ruta de descarbonización serias con hitos intermedios ambiciosos. De hecho, los resultados de un estudio de South Pole arrojaron que sólo la mitad de las empresas que establecieron objetivos de cero emisiones netas también detallaron hitos concretos sobre cómo cumplirlos.

-En el sector privado en España, ¿qué inversiones podrían ser necesarias para adaptarse a parámetros de sostenibilidad ‘válidos’, como podrían ser los marcados en los ODS? ¿Y en el sector público? 

-Todos los sectores de la economía necesitan transformarse pensando en el futuro sostenible y digital que plantea el Pacto Verde europeo. Desde la movilidad sostenible, energía limpia, procesos industriales, edificios e infraestructuras eficientes a una agricultura regenerativa.

A partir de la nueva taxonomía de finanzas sostenibles de la Unión Europea se podrá clarificar qué inversiones son consideradas sostenibles y movilizar el capital hacia esas actividades. Los inversores necesitarán asegurarse cada vez más de que sus proyectos no causen daños ambientales y contribuyen a la lucha contra el cambio climático.

El plan de recuperación de España está entre los mejores de Europa, ya que destinará 31% de los recursos a la transición verde, pero hay que estar atentos a las medidas reales y a los mecanismos de rendición de cuentas.

-¿Podéis poner algún ejemplo de proyecto con el que hayáis empezado a trabajar recientemente?  

-Estamos en un proceso de expansión que incluyó nuestra unión con CO2logic, una empresa pionera en acción climática con una fuerte presencia en Bélgica y Francia. A su vez, hemos recibido una inversión reciente de Lightrock, líder global de inversión de impacto apoyado por el Grupo LGT y el Principado de Liechtenstein.

 Recientemente, hemos apoyado a empresas como Nestlé, L'Oréal, Johnnie Walker y Tetra Pak en sus estrategias globales de cero emisiones netas, entre muchas otras. A su vez, nos hemos sumado a una coalición para descarbonizar la industria de blockchain y las criptomonedas, lanzamos una plataforma para expandir la inversión en energía renovable de forma distribuida en zonas donde no llega la red eléctrica y estamos innovando en acción corporativa en cuanto a plásticos.

-Habéis lanzado el programa ‘Plastic Action Fund’, ¿en qué consiste exactamente? 

-El Plastic Action Fund es una plataforma para que las empresas inviertan de forma colectiva en proyectos de acción en plásticos. La iniciativa permitirá financiar por adelantado proyectos para reducir o evitar los plásticos como pueden ser infraestructuras de recuperación o reciclado en países en desarrollo. Una vez que los proyectos de plásticos estén funcionando, los inversores del fondo podrán tener acceso exclusivo a los créditos de plásticos que estos generen al certificar el impacto positivo. 

Los créditos de plásticos funcionan de forma similar a los créditos de carbono y permiten justamente ese financiamiento adicional en acciones de recolección y reciclaje con verificación de terceras partes. El concepto lo desarrolló la iniciativa 3R que busca unir al sector público, privado y la sociedad civil en esta misión tan clave de ir hacia una economía circular. Si no actuamos rápido y con seriedad, tendremos más plásticos que peces en el océano para 2050. 

-¿Podrían utilizarse estos créditos como una forma de ‘esquivar’ la reducción real de contaminación? 

Justamente es lo contrario, porque los créditos permiten una mayor transparencia, confiabilidad, estandarización y rendición de cuenta en los esfuerzos para reducir el plástico. El impacto que tienen los proyectos está certificado y verificado, lo cual asegura la integridad ambiental y generan una conexión entre las empresas y los emprendedores locales que necesitan inversión para iniciar o escalar sus acciones.

La coalición 3R busca llegar a cero basuras plásticas y establecerá un marco detallado para que las empresas puedan verificar la gestión y reducción del plástico. Creemos que es una gran oportunidad para ahorrar millones de euros, proteger ecosistemas frágiles y generar una innovación que beneficie a la cadena de suministro de las empresas. 

-Por último, ¿de qué proyecto o iniciativa os sentís más orgullosos y por qué?

-Es difícil elegir uno solo, porque en 14 años de historia hemos desarrollado casi 1.000 proyectos de acción climática en más de 50 países. Van desde agricultura sostenible y conservación de bosques hasta gestión de desechos, eficiencia energética y energía renovable. Con todos ellos hemos reducido más de una gigatonelada de CO2 y apoyado a algunas de las comunidades más vulnerables al cambio climático. De eso estamos muy orgullosos. 

Por ejemplo, nuestro proyecto Kariba protege más de 784.000 hectáreas de selva a lo largo de la frontera entre Zimbabwe y Zambia, al tiempo que apoya a las comunidades locales a través de invertir en cientos de pozos de agua potable, escuelas y centros de salud, y desarrollo de programas de empleo en apicultura y huertos comunitarios. 

A futuro, estamos innovando mucho en soluciones digitales, como por ejemplo permitir que usuarios de plataformas en línea como comercio electrónico o transporte puedan compensar ellos mismos la huella de carbono de sus compras al invertir en proyectos como Kariba. La demanda por proyectos ambientales de alta calidad que generan créditos de carbono certificados sigue aumentando y, por eso, también estamos invirtiendo en monitoreo satelital de bosques y sistemas de gestión de emisiones digitales.