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La acuicultura gana terreno en los productos del mar

Una parte muy relevante de las compras de productos marinos procede ya de la acuicultura, un tipo de producción que acapara una cuarta parte de pescados, mariscos y algas

Estanques marinos para la crianza de pescados.

Fueron la agricultura y la ganadería las que posibilitaron el sedentarismo de los humanos y, a la postre, el surgimiento de las civilizaciones. Nada ha cambiado a ese respecto desde hace miles de años. Las cosechas de cereales, frutas y hortalizas y la crianza de terneras, corderos y cerdos son el sustento de la vida de los hombres y mujeres. Sin embargo, durante mucho tiempo una parte muy importante de la alimentación se mantuvo digamos salvaje: los productos del mar.

No obstante, la aparición intensiva de la acuicultura ha modificado el panorama y hoy día son legión los pescados, mariscos y algas que proceden de criaderos. El ministerio de Agricultura apunta que la producción de peces en estanques viene de lejos. Las primeras referencias datan de hace 4.000 años en China. Después, en Mesopotamia y en la Roma imperial. En 1733, un alemán logró fertilizar huevas de trucha y en el siglo XIX aparecen los primeros cultivos integrales. Sin embargo, la acuicultura de peces marinos no se consolida como industria hasta los años setenta del siglo pasado, una década después de la de crustáceos. También a la segunda mitad de la última centuria corresponde el desarrollo del cultivo de algas marinas, que se inicia en Japón, claro.

Así las cosas, la acuicultura es una aspiración y una práctica casi pareja a la civilización, pero su producción a gran escala para consumo humano apenas supera las siete décadas. Y va creciendo conforme los mares sufren una elevada sobrexplotación. 

No obstante, desde la Asociación Empresarial de Acuicultura de España (Apromar) apuntan que el crecimiento de la acuicultura en el país, iniciado en los sesenta, "a pesar del progresivo incremento en su peso específico y de las expectativas generadas, no ha sido capaz de compensar la caída de la actividad pesquera y ni de contrarrestar la disminución en las capturas".

Una cuarta parte

En España, sin ir más lejos, una parte relevante de los pescados y mariscos que compramos en los supermercados y que son la base de la alimentación de origen acuático de los humanos procede de la acuicultura. Lubinas, doradas, rodaballos, todos ellos uniformes en tamaño y precio (más bajo que los pescados salvajes), cubren buena parte de las zonas de venta en estos establecimientos. Los datos corroboran esa tendencia. La pesca alcanzó en España en 2019 -últimos datos del Gobierno- las 877.201 toneladas, con un leve descenso respecto de las 917.012 del ejercicio precedente. 

La acuicultura, por su parte, se situó en las 342.867 toneladas en 2019, también con una pequeña bajada respecto a las 348.395 de 2018, según el último informe sobre el sector, correspondiente a 2020, elaborado por Apromar. Grosso modo, del total de productos del mar y los ríos, la acuicultura viene a representar una cuarta parte. En cuanto al valor de la producción, la pesquera se situó en 1.802 millones de euros en 2019 (mil en aguas nacionales y 800, en internacionales), mientras que la de la acuicultura alcanzó los 501 millones, más o menos una quinta parte.

España -donde el sector da empleo a casi 18.600 personas y contaba en 2018 con 5.075 establecimientos, si bien 4.793 eran de moluscos y solo había 166 granjas de acuicultura continental- tiene un peso muy relevante en el sector a nivel europeo, como muestra el hecho de que la producción en la UE era en 2018 de 1,36 millones de toneladas y su valor, de 4.357 millones de euros, según los últimos datos de Apromar. En el primer caso es un 25% y en el segundo, un 11%, lo que viene a indicar que España produce pescados y mariscos con menor precio de mercado.

Aún así, ocupa la primera posición, con casi el doble de producción que Francia, segunda del escalafón tras dejar de contar al Reino Unido, aunque ambos están parejos. En valor se ve superada por Francia y Grecia. Mejillones, salmón del Atlántico, trucha arco iris, ostión japonés, dorada, lubina, carpa común, almeja japonesa, atún rojo del Mediterráneo y Rodaballo acaparan el 94% de la producción en la Unión Europea.

En España, los productos estrella son la dorada y la lubina, en las que la Comunidad Valenciana representa el 49% y el 17% de las crianzas totales. También son relevantes la trucha, el rodaballo o la corvina y, por supuesto, los mejillones, pero la producción es muy variada: tenca, esturión (que da lugar a 2,8 toneladas de caviar), micro y macroalgas, langostinos -la única granja está en Valladolid-, abalón (oreja de mar), almejas, ostras, besugo (hasta 2019, solo en Galicia), pez limón, anguila (casi exclusivamente en Valencia), atún rojo y lenguado. Añádanle a futuro y si es posible merluza, boquerón, sardina y bacalao y casi ya tienen la compra completa. De productos de acuicultura.

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