Aceptamos la realidad tal y como se nos presenta. Hemos nacido en un mundo ocupado por multitud de vehículos, industrias, plásticos y contaminación, pensando que podíamos hacer todo aquello que nos permitiera "vivir mejor", sin valorar verdaderamente las consecuencias. Hace años parecía que la sostenibilidad era un movimiento marginal que promulgaba consignas medioambientales ajenas al día a día de la mayoría, pero, desde hace algún tiempo, la sociedad busca alternativas que permitan revertir la situación en la que nos encontramos actualmente. Como respuesta a ello, existen cumbres como la COP26 que este año tiene lugar en Glasgow.

Cuando se clausuró la COP25 organizada por Chile y celebrada finalmente en Madrid en el año 2019, nadie imaginaba que la siguiente cita sería dos años después. Dos años en los que nuestras actuaciones hacia el ecosistema no se han detenido. Ya inmersos en la vorágine que supone la llegada de esta cumbre internacional, podemos decir que, inevitablemente, los efectos derivados de la Covid-19 estarán muy presentes en la organización y contenidos de la misma.

Aunque pueda parecer que la pandemia no tiene nada que ver con el cambio climático, expertos de Naciones Unidas consideran que su llegada ha puesto de relieve la fragilidad de la "vieja normalidad", y alertan de que el daño provocado por el calentamiento global y la pérdida de biodiversidad será mucho mayor y de más larga duración. Por esta razón, son muchas las expectativas que existen en torno a esta nueva cita, de la que se esperan compromisos reales por parte de sus participantes. 

La cita en Glasgow pretende llegar a acuerdos en torno a la mitigación de los efectos negativos de la acción humana sobre el clima y, para ello, es necesario hablar de descarbonización, reducción de emisiones, energías renovables, ecosistemas, comunidades y hábitats naturales, esperando que todos estos asuntos tengan aplicaciones prácticas para nuestros países y comunidades. La COP26 no está creando un discurso desconocido, ni recoge inquietudes nuevas, sino que aborda temas que desde hace tiempo preocupan a la sociedad, y para los que muchos ciudadanos y consumidores han comenzado a tomar medidas, y es que más del 70% de los españoles ya ha transformado sus hábitos para luchar contra el cambio climático.

Esta toma de conciencia es lo que en IPG Mediabrands denominamos "Conscious Life": un nuevo paradigma social que aboga por un estilo de vida en sintonía con lo natural y el respeto al medioambiente. Un estudio sobre los nuevos comportamientos y actitudes del consumidor en pro de una vida más saludable y sostenible, marcando una nueva relación de las personas con el entorno; poniendo en valor lo natural, el rechazo a los materiales y procesos contaminantes, la importancia de las compras conscientes, la preferencia por la calidad, el consumo circular, la reducción de residuos, y el valor de la transparencia y la trazabilidad. 

Nos encontramos ante una sociedad en la que el 76% de los consumidores espera que las empresas adquieran cierto nivel de compromiso ecológico y en la que un 45% declara que elegiría una marca respecto a otras similares por cuestiones ambientales. Frente a esta realidad, las compañías han comenzado a adaptar su forma de abordar la sostenibilidad, algo que ha llevado a un 53% de ellas a modificar casi la totalidad de su propósito, mientras un 13% lo ha reformulado. 

En este escenario, contribuir es una obligación y comprometerse una oportunidad. Pero, ¿deben las marcas ligarse al cuidado del medioambiente porque los consumidores lo demandan o deben hacerlo porque son conscientes de las necesidades del planeta? ¿Es responsabilidad de las empresas reflexionar sobre el uso que hacen de los recursos naturales o basta con hacer campañas de comunicación que digan que son 'verdes'? En este punto, la honestidad, la autenticidad y, sobre todo, los hechos, son la clave. No podemos parecer buenos sin serlo, ni intentar serlo sólo porque los demás quieran que lo seamos. Las compañías y países, después de esta COP26 de Glasgow, han de preguntarse qué están haciendo por reducir el impacto del cambio climáticoo, y qué pueden mejorar por el presente y el futuro del conjunto de la sociedad

"Convertid un árbol en leña y arderá para vosotros, pero no producirá flores ni frutos para vuestros hijos". Es la frase que el Premio Nobel de Literatura de 1913, Rabindranath Tagore, pronunció hace un siglo y que hoy nos invita a la reflexión. ¿Estamos quemando la leña o estamos dejando las semillas que darán fruto a nuestros hijos?